-¿Segura que no quieres mi plato?- preguntó Richard mientras le ofrecía su estofado de cebollas.
-Ahórrate tu lástima, Rich, los Bretones somos más fuertes de lo que parecemos- respondió ella con su típica crudeza y orgullo -además, ¿cómo piensas luchar si no comes nada? La décima legión seguro que estaría perdida sin ti.
Su sarcasmo era otro de los aspectos que más le gustaba de ella, decían que era el humor de los sabios, mas ella no era una sabia y en realidad todas las personas que Rich conocía entendían el sarcasmo y lo utilizaban. Si el país estuviera lleno de sabios no se librarían guerras.
Se cuestionó, ¿si en el caso de que sus pensamientos fuesen una realidad, al no ingresar al ejército habría conocido a Elí? ¿Si en algún punto de su historia, el y ella se encontrarían a pesar de la distancia entre sus tierras natales? ¿A pesar de no haberse visto ni tenido el tiempo de conocerse, un día cruzarían caminos y sabrían que están hechos el uno para el otro? No lo sabía, quería creer que sí, sin embargo también parecía algo imposible, pocas personas conocía que se casaran por amor y aún menos que se enamoraron a primera vista. Ni siquiera él y ella sintieron algo por el otro la primera vez que se vieron, pasaron tres meses peleando en la campaña para conquistar Akavir y, hasta entonces, mientras celebraban en una taberna fue que se confesaron sus sentimientos con el empujón de la cerveza.
Ahora estaban en una ciudad extranjera, sitiados y con las rutas de provisiones cortadas por los hombres serpientes. Cada ración de comida valía, en las calles el emperador había hecho lo posible para mantener la calma, mas el hambre a veces puede más que la lealtad y los robos aumentaron drásticamente, en toda la ciudad ladrones se volvían ricos vendiendo lo robado.
Elí perdía con cada día más peso, los pómulos se le marcaban como si en su cabeza solo quedara hueso y piel; había días en los que apenas se podía levantar, sin mencionar que las enfermedades se encontraban en auge en ese momento, los muertos abundaban en las calles, al principio el emperador ordenó recogerlos, mas con el tiempo ni siquiera se molestaban, las fuerzas las tenían que ahorrar.
Él no se encontraba en mejor estado que Elí, sin embargo lo único que podía hacer por ella era ofrecerle sus raciones, lo cual le causaba rabia, no el hecho de que no las aceptara, sino la impotencia que sentía por no poder hacer nada para salvarla. Rezaba a los nueve para que lo ayudarán, pero ¿acaso sus dioses lo escucharían en tierras tan lejanas?
-Elí, por favor, tómalo, -suplicó- yo estaré bien, tú eres la que me preocupa, todavía no sabemos cuándo van a traer provisiones, o si el emperador se atreva a salir a romper el sitio con parte de la decimocuarta y la décima. Estamos en un punto muerto y la verdad no veo hacia dónde va la guerra.
-Si te mueres de inanición te voy a revivir bofetadas para matarte de nuevo- dijo ella mientras tomaba el plato que él le ofrecía, dándose por vencida mas, como era costumbre, no lo itía. Con sus ojos negros llenos de rabia, su típica mueca cuando algo le disgustaba y su ademán de hacerce el cabello negro y corto hacia atrás, comió de mala gana las cebollas.
No existía falsedad en las palabras que le había dicho, todo era completamente cierto, aunque él quisiera que no fuera así. No había duda, la comida se estaba agotando, los habitantes empezaban a matar perros para comércelos.
-¿Haz visto alguna vez la torre adamantina?- preguntó ella intentando romper el ambiente pesado que los envolvía.
-No, nunca estuve fuera de Skyrim.- reconoció.
-Dicen que es la estructura más antigua de Tamriel, la verdad no sé cómo lo supieron. Si eso ha pasado de generación en generación ¿cómo saben que no es un ciento para niños?
-La verdad hay varias cosas que lo único que sabemos es gracias a lo que nos dicen y eso no quiere decir que sean verdad o mentira.
-Aún así, un hecho es un hecho, sin importar que la gente lo quiera creer o no.
-¿A qué quieres llegar?
-¿Cómo nos recordarán? Estuvimos aquí por años, peleando para conquistar una nación que se resiste a la civilización. Dos de las cuatro legiones regresaron a aplacar levantamientos. Estamos solos sin iniciativa aparente del emperador por cambiar la situación. Vamos a morir de hambre y así se nos va a recordar, al menos si es que no se pierde nuestro nombre.
-¿Por qué tanta preocupación por lo que se piense de ti después de tu muerte?
-Porque quiero que mi madre sepa que morí como una guerrera, y no de inanición o apuñalada por alguien que me quiso robar algo. Cada día estoy más cansada y tú también, dices que no tienes hambre pero tu barriga está inflamada, dices que el emperador nos va a sacar de aquí pero no sale de sus habitaciones, tú lo sabes pero me dices eso esperando que me de consuelo. Estoy llegando a mi límite y si seguimos así tendré que usar mi propia espada para arrancarle la vida antes de que tengamos que comernos a nuestros muertos.
-¿Y prefieres que le digan a tu mamá que te suicidarse, que tomaste la salida fácil?
-Nunca he pensado en el suicidio como una salida fácil, se requiere mucha fuerza para quitarse tu propia vida. ¿Es más valiente pelear en una causa perdida? no lo sé, lo que sí sé es que el hombre no está hecho para comer hombre.
-Lo verás, saldremos de aquí y cuando eso pase te lo restregaré en la cara.
-Siempre lo intentas, ¿verdad? Me haces ver como una pesimista.
-¿Usted es el legado Richard?- preguntó un soldado razo que acababa de llegar, Rich lo vio aproximarse desde hace tiempo, mas no creía que fuera con él.
-Sí, soy yo- dijo Rich levantándose de donde se encontraba -¿qué necesita?
-El emperador quiere verlo ahora mismo.
¿Qué quería el emperador de él?, no había hablado con él desde el ataque de la comitiva Akaviri, de hecho nadie había hablado con el emperador desde entonces, sólo su mago de combate.
-Vuelvo pronto- dijo Rich dirigiéndose a Elí -te amo.
-Yo... también- respondió ella algo abrumada por el previo acontecimiento.
Se dirigió rápidamente hacia los aposentos del emperador. Nada de esto le daba buena espina, la primera persona que quería ver el emperador en meses era a él, un simple legado. Más pronto de lo que se había dado cuenta, se encontró en la puerta de las habitaciones, flanqueada por dos guerreros de la guardia del emperador. Tocó ligeramente la puerta y de ella salió el mago de combate de Uriel. Lo hizo pasar y ya cuando se cerraron las puertas el mago respondió la pregunta que tenía Rich en la cabeza.
-Mire, legado, durante la pequeña escaramuza que tuvieron la décima contra la supuesta comitiva Akaviri uno de sus guerreros logró herir al emperador en la axila, éste no quiso llamar un restaurador puesto que no quería que sus hombres supieran que lograron herirlo hací que me hizo intentar curarlo durante todo este tiempo, el problema es que, como verá, yo no soy un curador, y el emperador está muerto desde hace ocho meses.
La realidad llegó como un cuchillo, ¿está muerto, mi emperador está muerto?, ahora sí, lo que le había dicho Elí de suicidarse no sonaba tan mal. Con Uriel ya muerto no tenían quien los dirigiera, quien le aumentara la moral al ejército. Habían sobrevivido todo este tiempo de milagro, con la falsa esperanza de un emperador planeando cómo sacarlos de ahí. Más importante, ¿ya habría el imperio proclamado otro emperador? No, se respondió, por ello el mago lo mantuvo en secreto, si se supiera que Uriel había muerto, nadie iría a salvarlos y menos con la situación en la que se encontraba el imperio.
-¿Y para qué me mando a hablar si el emperador está muerto? No soy un nigromante- dijo Rich.
-Pero sí tienes su mismo tamaño y forma del cuerpo- Rich por fin entendió a lo que iba la plática.
-Quieres que me ponga la armadura del emperador.
-No sólo eso, ayer me comuniqué con los hombres de Septimia, llegó una flota para llevar de regreso a todos los hombres posibles, pero para llegar a ella tenemos que romper el sitio y hacer lo posible por regresar a Septimia.
-¿Les dijiste que el emperador había muerto?
-¿Me crees idiota? ¿Lo vas a hacer o no?
-Pero yo no podría hacer algo así, ponerme la armadura de emperador, y ¿después qué dirán?, "Richard el legado que se hizo pasar como emperador". ¿Como explicariamos que el emperador siempre estuvo muerto? Además no su facilidad de palabra.
-¿Y Elí, piensas dejarla morir aquí? ¿Sabes lo que pasa durante un asedio? El hombre pierde todo lo que lo hacía civilizado, se matan entre ellos, violan a las mujeres y hacen lo que sea por un poco de pan. Durante una situación extrema quedan atrás todas las leyes, todo es caos y sólo preparariamos el terreno para esas serpientes, ¿está dispuesto a que dos legiones perezcan por su honor?, ¿a que su amada perezca por algo tan surrealista como el honor? La gente "honorable" son todos unos idiotas, creen que siéndolo logran algo pero la única recompensa que obtienen es la muerte temprana y, bueno, que se maten ellos, el problema es cuando tienen la vida de los demás en sus manos y deciden que su orgullo es más valioso.
-Lo aré- respondió sin pensarlo dos veces, no podían darse el lujo de esperar un poco más. Tal vez era está la oportunidad que los dioses le habían mandado, por la que tanto suplicó, siempre los nueve encontraban la manera de darle a uno lo que pide de la manera que no lo quiere. Ya no le importaba el qué dirán en el futuro, lo único importante ahora era que ella estuviera bien y si para lograrlo tenía que disfrazarse se emperador y manchar su nombre, que así fuese, por que él siempre lo intentaba.
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