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¡Hola! He aquí con nuevo relato como mi aporte a una de las familias de Rol Romances Español, también conocida como Stein. Será un poco extenso, más sí eres un amante de la escritura y las historias que se narran desde los valles donde se susurran hazañas, el revoloteo continuo de una travesía que se descubre a través de los rumores constantes, bueno; varios ejemplos más habrían para describir esta poesía. Pero, ¿será mejor ir a lo importante, no? Sí te llamó la atención, espero que disfrutes de esta lectura que finalmente he podido visualizar en letras digitales.

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La pluma se desliza sobre el papel, el sonido del bolígrafo fina y delicadamente rasgando la superficie, creando una melodía que solo el tiempo puede comprender. Mi despacho, ubicado en los aposentos más altos de este imponente castillo, tiene una visión que abarca todo el horizonte. Los muros de piedra, antiguos y enigmáticos, parecen guardar los ecos de historias pasadas, de risas y lamentos, de aquellos que caminaron en estos pasillos antes que yo. El castillo, heredado en sus formas y estructuras, se alza como un recuerdo tangible de lo que una vez fue, y lo que ahora soy, una sombra de aquellos sueños que alguna vez tuvimos.

Miro hacia el infinito de la noche que se despliega más allá de la ventana, donde la luna, como un testigo silente, se asoma entre las nubes. Hay algo en el aire, un silencio que embriaga, pesado pero cálido, como la compañía de un viejo amigo. Los recuerdos, esos que construyen la esencia misma de mi ser, comienzan a tomar forma en mi mente, con la claridad de un río que se desliza sin prisa, que fluye sin resistencia.

“ 𝘼 𝙩𝙞, 𝙖 𝙦𝙪𝙞𝙚𝙣𝙚𝙨 𝙖𝙪𝙣 𝙥𝙚𝙧𝙢𝙖𝙣𝙚𝙘𝙚𝙣 𝙚𝙣𝙩𝙧𝙚 𝙡𝙖𝙨 𝙨𝙤𝙢𝙗𝙧𝙖𝙨 𝙙𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙤𝙨 𝙢𝙪𝙧𝙤𝙨 ... ”

Mis dedos, lentamente, continúan trazando las palabras. Mi escritura fluye con la suavidad de un río sereno. Cada letra es una pieza de un rompecabezas que, aunque pequeño, tiene el poder de sostener todo lo que fui, lo que soy y lo que siempre seré. Mi alma se encuentra en esta carta, como las huellas que quedan marcadas en la tierra mojada por una lluvia pasajera.

Es extraño cómo, en la quietud de este castillo, mis pensamientos me transportan a aquellos primeros días en que el linaje Stein apenas comenzaba a dar sus primeros pasos. Un grupo pequeño, humilde, pero con una chispa que aún hoy brilla en mi memoria. Recuerdo la calidez de aquellos momentos, la esperanza con la que mirábamos el futuro, la unión que se tejía entre nosotros como una tela de araña que, aunque frágil en apariencia, se mostró resistente ante el viento y la tormenta.

Yo, que llegué a esta familia con la esperanza de verla crecer, de verla tomar su lugar entre los grandes, sentí que cada sacrificio, cada paso dado, valía la pena. He sido testigo de cómo aquella estirpe comenzó a florecer, cómo los rostros se multiplicaban, cómo los días de aislamiento se desvanecían, reemplazados por la vibrante energía de aquellos que, como yo, querían encontrar algo más que simplemente pertenecer a una núcleo que los acobije. Querían un hogar, un refugio donde el alma pudiera descansar, donde cada rincón estuviera lleno de calor humano, de risas, de sueños compartidos.

Ahora, con la mirada tranquila de quien ha recorrido el sendero más largo, puedo decir que, con la satisfacción en el alma, he alcanzado mi más grande meta: verlos, a todos ustedes, convertidos en algo grande, algo mucho más grande de lo que alguna vez imaginé. He sido testigo de su crecimiento, de su transformación, y aunque mi cuerpo ya no se encuentre entre ustedes, mis recuerdos vivirán en cada piedra de este castillo, en cada rincón que alguna vez recorrí.

La sensación de haber alcanzado aquello por lo que tanto luché, de haber creado un espacio donde podíais crecer y florecer, es más cálida que el último rayo de sol que se pierde tras las montañas, antes de que la oscuridad lo devore. Pero como todo en la vida, mi tiempo aquí debe llegar a su fin. Fui el guardián de este sueño, y al llegar el momento, impartí la ilusión de liderar, confiando en que otro, con el mismo ardor y amor que un día ofrecí, seguiría navegando en este mar. Otorgando el navío de estas promesas, no con pesar, sino con la esperanza de que la llama que encendí siga ardiendo con la misma fuerza. Los momentos que compartí con vosotros, los gloriosos y los más simples, se han grabado en mi alma como una joya preciosa.

El bolígrafo cae lentamente sobre el papel, y una última palabra fluye con serenidad: "Adiós." No un adiós de despedida, sino un adiós que es, en su esencia, una eterna gratitud. En este silencio que ahora llena mi despacho, siento que ya no hay más que decir. El agradecimiento está en cada rincón de este castillo, en cada paso dado, en cada recuerdo guardado. Mi partida no es una rendición, sino un acto de amor, de entrega, como el último suspiro antes del amanecer.

“ 𝐴 𝑣𝑜𝑠𝑜𝑡𝑟𝑜𝑠, 𝑞𝑢𝑒 ℎ𝑎𝑏𝑒𝑖𝑠 ℎ𝑎𝑙𝑙𝑎𝑑𝑜 𝑒𝑛 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑙𝑖𝑛𝑎𝑗𝑒 𝑛𝑜 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝑢𝑛 𝑟𝑒𝑓𝑢𝑔𝑖𝑜, 𝑠𝑖𝑛𝑜 𝑢𝑛 𝑒𝑠𝑝𝑎𝑐𝑖𝑜 𝑑𝑜𝑛𝑑𝑒 𝑠𝑒𝑟 𝑙𝑖𝑏𝑟𝑒𝑠, 𝑑𝑜𝑛𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑒𝑠𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑢𝑛𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑠𝑒 𝑚𝑒𝑧𝑐𝑙𝑎 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝑎𝑙𝑒𝑔𝑟í𝑎 𝑑𝑒 𝑠𝑒𝑟 𝑢𝑛𝑜 𝑚𝑖𝑠𝑚𝑜. 𝑄𝑢𝑒 𝑒𝑙 𝑣𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑜𝑠 𝑙𝑙𝑒𝑣𝑒 𝑡𝑎𝑛 𝑙𝑒𝑗𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑜𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑚𝑖𝑡𝑎 𝑒𝑙 𝑐𝑜𝑟𝑎𝑧ó𝑛, 𝑦 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒, 𝑎𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒 𝑦𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠𝑡é, 𝑝𝑜𝑑á𝑖𝑠 𝑑𝑖𝑠𝑓𝑟𝑢𝑡𝑎𝑟 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑔𝑟𝑎𝑛𝑑𝑒𝑧𝑎 𝑑𝑒 𝑠𝑒𝑟 𝑢𝑛 𝑆𝑡𝑒𝑖𝑛. “

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Muy bien; esta ha sido la historia que tanto quería escribir durante días y que hoy, por suerte, pude poder compartirles, me alegra que al final haya alcanzado a materializar mis pensamientos en las palabras que aquí permanecerán escritas. Pero también brindarte las gracias sobretodo a tí por haberle dado la oportunidad de leer este contenido, haré un esfuerzo por traer más escritos similares en la medida en que imaginación esté limitada a seguir creando estos escenarios, nos veremos pronto en algún otra publicación. ¡ Adiós !

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