Érase una vez un reino, gobernado por unos reyes que lo amaban. Comenzó siendo un reino pequeño, habitado por unos pocos donde reinaba la armonía. Pero el lugar fue creciendo, y la población se descontroló. Comenzó a sembrarse el caos, y la locura empezó a azotar a sus habitantes. Los reyes, asustados, no podían abastecer a todo el reino de la seguridad y la calma que le prometieron a su pueblo al comienzo de los tiempos, y comenzaron a abdicar uno tras otro, generación tras generación.
Se contaba que el reino, en su origen, estaba protegido por dos dragones legendarios, símbolo de la verdad y los ideales. Los primeros reyes lograron mantener el equilibrio entre ambas fuerzas, pero a medida que el reino crecía, la armonía se rompió. La verdad y los ideales comenzaron a enfrentarse, desencadenando una lucha que reflejaba el caos en la mente de sus habitantes. El dragón blanco, símbolo de la verdad, deseaba preservar el orden, mientras que el dragón negro, impulsado por ideales cambiantes, anhelaba transformar el reino en algo nuevo y mejor. Al no poder reconciliarse, ambos dragones desaparecieron, dejando al reino a su suerte.

Los habitantes quedaron con secuelas psicológicas debido a esta nula gestión por parte de sus gobernantes, lo que provocó mucho más caos y desesperanza en sus mentes y sus corazones. Poco a poco el reino comenzó a despoblarse, hasta el punto que solo quedaron unos pocos, por lo que los últimos reyes comenzaron a aburrirse, porque ya no tenían a nadie a quien reinar.
Fue entonces cuando la última reina abdicó, dejando a su consorte desolado y sin saber muy bien qué hacer con el reino, por lo que también dejó su puesto. Fue entonces cuando el último rey subió al trono. Eligió a su reina y juntos comenzaron a buscar soluciones para repoblar el que en su momento fue su hogar, donde tantos buenos y malos momentos habían pasado. Pero su conclusión, alejada de lo que muchos se esperaban, fue destruir el reino desde dentro.
En su afán por restablecer el equilibrio, decidieron comenzar de nuevo, destruyendo lo que quedaba en pie para que el reino pudiera renacer algún día. Así lo hicieron. Y ambos, tomados de la mano, rey y reina se miraron, sabiendo que estaban haciendo las cosas bien, y que por muchos recuerdos que los unieran a ese lugar, por el bien común debía desaparecer para que, tanto la gente como ellos mismos, pudieran sanar sus mentes. Fue entonces cuando observaron todo lo que un día fue su hogar deshacerse delante de sus ojos. Las lágrimas inundaron sus rostros como gotas de rocío en una gélida mañana. Y este fue el final de aquel amado y odiado reino.
Los habitantes que lo abandonaron nunca supieron que fue destruido, y el rey, abrumado por el peso de su decisión y el desmoronamiento de todo lo que alguna vez amó, decidió marcharse. La reina, incapaz de comprender cómo su amado podía alejarse por voluntad propia, quedó sumida en una profunda melancolía. Con el paso de los días, su pesar se tornó intolerable, pues la soledad en un reino vacío la consumía lentamente. La idea de continuar en ese lugar, ahora huérfano de esperanza y marcado por el abandono, le resultó insoportable. Así pues, con paso lento pero decidido, la reina emprendió el camino hacia el exilio, dejando atrás los escombros de un pasado glorioso y una herida que jamás cicatrizaría.

Nadie volvió a oír hablar de ellos, ni de su destino incierto. El reino, sumido en el olvido, fue devorado por la naturaleza que reclamó lo que antaño le perteneció. Solo el viento parecía recordar su historia, susurrando entre las ruinas los ecos de un amor que sucumbió ante el peso del fracaso y la desolación. Y en el cielo, en ocasiones, parecían aparecer sombras de dos dragones cruzando el horizonte, como si el conflicto de verdad e ideales aún persistiera en el recuerdo del reino olvidado.
││❀. '•° , *
││ ❁ , ✾ •° ·
││
││ · •✧•
││ ❀. '•° , *
││ · ' ♡ *
││
││
││ ❀. '•° , *
│✦ ❁ , ✾ •°
✦ ❀. '•° , *
· ' ♡ *



Comment