Los defensores son un equipo de héroes callejeros que se caracterizan por hacer justicia y detener a los malvados. Sin embargo está misión será diferente porque tendrán que buscar a punisher. Alias Frank Castle en el norte de Canadá para saber su desaparición
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Nueva York
El frío viento de Nueva York azotaba el aeropuerto mientras Danny Rand (Iron Fist), Jessica Jones, Luke Cage y Matt Murdock (Daredevil) esperaban en la pista. Frente a ellos, un pequeño avión privado estaba listo para despegar hacia el norte de Canadá. Danny, con su inmensa fortuna, había alquilado la aeronave, asegurando que tendrían la discreción y el espacio necesario para su misión.
—Bueno, ahí lo tienen —dijo Danny mientras firmaba unos papeles con el piloto—. Es pequeño, pero hará el trabajo.
Jessica cruzó los brazos, observando el avión con escepticismo.
—¿Estamos seguros de esto? No me gusta la idea de ir a congelarme el trasero en el medio de la nada por Castle.
Luke Cage, apoyado en un poste con las manos en los bolsillos, suspiró.
—Mira, sé que Castle es una bomba de tiempo, pero si está allá arriba, no es por placer. Algo lo está persiguiendo, y si no somos nosotros los que lo encontramos primero, podría ser alguien mucho peor.
Matt, quien había estado en silencio, giró la cabeza ligeramente hacia sus compañeros.
—Frank no es del tipo que huye sin motivo. Si ha desaparecido, es porque sabe que lo están buscando. Y si el gobierno está detrás de él, no va a descansar hasta atraparlo.
Danny se acercó, subiéndose a la escalerilla del avión y mirando a los demás con una media sonrisa.
—Bueno, si él no nos quiere ver, estoy seguro de que Jessica puede darle una razón para quedarse a hablar.
Jessica resopló y sacó su botella de whisky de la chaqueta.
—Claro, porque lo que Frank Castle más necesita es que le dé un puñetazo en la cara.
El grupo subió al avión y tomó asiento. Danny se sentó junto al piloto para asegurarse de que todo estaba en orden, mientras Luke y Jessica se acomodaban en la parte trasera. Matt, con su bastón doblado sobre su regazo, se acomodó y suspiró, aún con la mente puesta en otro tema.
Jessica lo notó y levantó una ceja.
—Murdock, has estado raro desde que mencionamos a Castle. ¿Esto tiene algo que ver con Peter Parker?
Matt inclinó la cabeza, pensativo.
—Tal vez. Es solo que algo en su desaparición no me cuadra. He estado investigando, y cada vez que alguien menciona a Spider-Man, su comportamiento suena… diferente. Como si no fuera él.
Luke frunció el ceño.
—¿Estás diciendo que no es el verdadero Parker el que está por ahí?
—No lo sé aún. Pero hay algo extraño en todo esto —Matt apretó los labios—. Primero Castle desaparece, luego Parker actúa diferente… y ahora estamos persiguiendo a un hombre que es más peligroso cuando está acorralado.
Jessica bebió un trago de su botella.
—Genial. Dos tipos con tendencias violentas y cero estabilidad emocional fuera del radar. ¿Qué podría salir mal?
Danny miró hacia atrás desde la cabina.
—Estamos listos para despegar. Abróchense los cinturones.
El rugido de los motores llenó la cabina mientras el pequeño avión comenzaba a moverse por la pista. Mientras ascendían, la ciudad de Nueva York quedaba atrás, y frente a ellos solo quedaba una larga travesía hacia lo desconocido.
El frío del norte los esperaba.
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El zumbido del motor del pequeño avión era lo único que rompía el silencio mientras los Defenders atravesaban el cielo rumbo al norte de Canadá. Abajo, el paisaje era un mar interminable de nieve y bosques helados, con lagos congelados que reflejaban la luz del sol como espejos rotos.
Jessica Jones miraba por la ventana, con los brazos cruzados y la cabeza apoyada en el respaldo del asiento.
—No puedo creer que estemos haciendo esto —gruñó—. Frank Castle es el tipo más antisocial que he conocido, y ahora lo estamos persiguiendo hasta el fin del mundo.
Matt Murdock, sentado junto a ella, giró la cabeza en su dirección.
—Lo dices como si no te importara.
Jessica resopló.
—No es eso, es solo que… Castle no es el tipo que simplemente desaparece sin razón. Si se está escondiendo, significa que algo lo ha asustado. Y cuando alguien como Castle tiene miedo, eso es mala señal para todos.
Luke Cage, que estaba en el asiento opuesto, intervino.
—Jessica tiene razón. Frank no es de los que se rinden. Si está aquí arriba, es porque algo o alguien lo obligó a salir de Nueva York.
Danny Rand, quien pilotaba el avión, echó un vistazo hacia atrás.
—O tal vez está huyendo de sí mismo. No olvidemos que Frank ha hecho cosas que lo atormentan. A veces, lo peor que puedes enfrentar es tu propia conciencia.
Matt frunció el ceño, meditando las palabras de Danny.
—Aún así, hay algo que no cuadra. Frank ha sido un hombre marcado por la guerra desde que perdió a su familia. Su cruzada contra el crimen nunca se detuvo, ni siquiera cuando el gobierno lo perseguía. Entonces, ¿qué lo haría irse así, de repente, sin dejar rastro?
Jessica se frotó la sien con frustración.
—Eso es lo que quiero saber. Y para ser sincera, me preocupa.
Luke asintió.
—Frank nunca tuvo miedo de quedarse en la línea de fuego. Si ha huido, significa que o bien ha hecho algo realmente jodido, o alguien lo está cazando y sabe que no puede ganar.
Matt se cruzó de brazos, pensativo.
—He estado pensando en lo que Fisk dijo hace un tiempo. Incluso los criminales están notando que Spider-Man no es el mismo. Y ahora Castle se esfuma sin aviso. ¿Y si hay algo más grande en juego?
Danny arqueó una ceja.
—¿Crees que están conectados?
—No lo sé, pero todo esto me da una mala sensación.
Jessica se acomodó en su asiento, mirando nuevamente por la ventana.
—Bueno, lo que sea que esté pasando, pronto lo descubriremos.
El avión comenzó a descender lentamente. A lo lejos, entre la nieve y los bosques, un pequeño pueblo apareció en el horizonte.
Danny tomó los controles con firmeza.
—Preparen sus abrigos. Estamos a punto de aterrizar.
El grupo se preparó para el impacto mientras el avión tocaba la pista helada, deslizándose suavemente hasta detenerse. Afuera, el viento helado del norte de Canadá les daba la bienvenida.
Frank Castle estaba cerca, y los Defenders estaban listos para encontrarlo.
El aire gélido del norte de Canadá les dio la bienvenida al aterrizar. Un paisaje desolado, cubierto por una manta blanca de nieve y árboles desnudos, les rodeaba. Con el avión estacionado y su equipaje asegurado, los Defenders se dirigieron al pequeño pueblo cercano para descansar y reponer fuerzas antes de continuar su búsqueda de Frank Castle.
La cafetería, un lugar cálido y rústico, les ofreció un refugio perfecto. Con sus paredes de madera, una chimenea humeante y el bullicio bajo de la conversación de los pocos clientes locales, parecía el tipo de lugar donde alguien podría esconderse sin atraer atención. El aroma del café recién hecho y de los pasteles horneados inundaba el aire, y después del frío del exterior, la calidez del lugar era un alivio inmediato.
Jessica, Luke, Matt y Danny se sentaron alrededor de una mesa, ordenando rápidamente algo de comer y bebidas calientes.
—¿Cómo está el clima en Nueva York? —preguntó Luke Cage mientras se servía una taza de café humeante.
—Probablemente igual que siempre, un caos constante —respondió Jessica con su típica actitud. Pero luego se centró en lo que realmente importaba—. Aquí, todo parece tranquilo. Demasiado tranquilo.
Matt, que había estado callado mientras tomaba su café, giró hacia ella.
—Eso es lo que me preocupa. Un lugar tan aislado, un tipo como Frank… Algo no cuadra. —Matt hizo una pausa, repasando la información que ya tenían. Sabían que Castle no dejaría su vida en Nueva York sin una razón importante. Algo o alguien lo había empujado hasta aquí. Algo serio.
Danny miró alrededor de la cafetería, fijándose en los detalles mientras masticaba un poco de pan.
—Parece un buen lugar para desaparecer, pero también es el tipo de lugar donde puedes ser olvidado rápidamente. No es precisamente el tipo de sitio donde un tipo como Frank Castle se sentiría cómodo... a menos que esté huyendo de algo muy grande.
Jessica observó la pantalla de un televisor pequeño en la esquina de la cafetería. Las noticias del país canadiense llenaban la pantalla, hablando de un aumento de los ataques de sincorazón y otros eventos extraños alrededor de las fronteras de Canadá. En un segmento, mencionaron un extraño avistamiento en las cercanías de un pueblo remoto, coincidiendo con lo que ya sabían. Sin embargo, algo en las noticias llamó la atención de Jessica.
—Miren esto —dijo ella, señalando la pantalla—. Este pueblo está a unos 30 kilómetros de aquí. Exactamente donde creemos que Frank Castle está oculto.
Todos se acercaron un poco más a la pantalla para observar. En la noticia, el periodista mencionaba que la policía local había recibido informes de avistamientos extraños, y que algo "raro" estaba ocurriendo en el área, pero las autoridades no especificaron más. Jessica suspiró aliviada.
—Esto es bueno. Si está tan cerca, podremos llegar rápidamente y seguir nuestro rastro. No necesitaremos más distracciones.
Danny asintió mientras miraba el mapa en su teléfono móvil.
—Perfecto. Entonces, ¿qué tal si comemos algo rápido y nos vamos? No quiero perder tiempo aquí.
Después de una comida tranquila, Luke se levantó para ir al baño. El sonido del ruido de la cafetería y las conversaciones en segundo plano lo acompañaron mientras cruzaba el umbral del baño. Sin embargo, algo en el aire lo hizo detenerse. Había dos hombres en la esquina del local, hablando en voz baja, pero lo suficiente para que Luke pudiera escucharlos sin dificultad. Como siempre, su capacidad para escuchar a distancias considerables era casi sobrenatural.
—¿Has escuchado lo que está pasando con Frank Castle? —preguntó uno de los hombres. El otro, un hombre de voz grave y autoritaria, se inclinó hacia él y contestó en un tono conspiratorio.
—Sí, claro. Se está convirtiendo en un problema mucho más grande de lo que pensábamos. La situación en Venezuela no puede ser ignorada. Si seguimos dejando que Castle haga lo que hace, será demasiado tarde. Ya está fuera de control.
—¿Sabemos dónde está exactamente? —preguntó el otro hombre.
—Cerca de Canadá, parece. Los informes lo sitúan en el norte. Pero no tenemos confirmación precisa de su paradero. Si no lo encontramos pronto, se nos complicará mucho detenerlo.
Luke frunció el ceño, reconociendo de inmediato que estos hombres no eran cualquiera. La mención de Venezuela y la manera en que hablaban de Frank Castle no era nada normal. Esos no eran simples civiles. Eran funcionarios de algún tipo de autoridad, quizás del gobierno. Sin perder tiempo, Luke se deslizó hacia la puerta del baño, asegurándose de no hacer ruido al volver a la mesa.
Cuando llegó, miró a sus compañeros con seriedad, sabiendo que tenía algo importante que compartir.
—Chicos, tenemos un problema. Estaba en el baño y escuché a dos hombres hablar de Frank Castle. Mencionaron Venezuela y que lo están buscando, pero no solo por sus acciones aquí en el norte. Lo que me preocupa es que parecen ser parte de un grupo más grande, probablemente algo relacionado con el gobierno.
Matt, Jessica y Danny se miraron entre sí, sabiendo que esto podía complicar las cosas aún más. Matt fue el primero en hablar.
—Venezuela… eso no es algo que Castle haya mencionado antes. Si están rastreándolo por ahí, esto va mucho más allá de lo que pensábamos.
—¿Y qué hacemos ahora? —preguntó Jessica, sin perder la calma.
Luke se ajustó su chaqueta, mirando al grupo.
—Lo único que podemos hacer es ir al pueblo. Si lo están buscando, es mejor llegar antes que ellos.
Danny asintió mientras se levantaba, decidido.
—Entonces no perdamos más tiempo. Vamos a conseguir un coche y llegar allí. Necesitamos respuestas antes de que sea demasiado tarde.
Los cuatro se dirigieron rápidamente al alquiler de coches en el pueblo, sin dejar de intercambiar miradas serias. Sabían que se estaban adentrando en algo mucho más peligroso de lo que inicialmente pensaron. Frank Castle no solo estaba huyendo. Había algo mucho más grande en juego, y los Defenders tenían que llegar hasta él antes de que fuera demasiado tarde.
Al poco rato, se subieron a un coche alquilado, arrancando el motor con determinación. No podían permitirse perder tiempo. La oscuridad ya estaba cayendo sobre el horizonte, y el frío del norte solo hacía más intensa la sensación de peligro inminente.
El pueblo estaba a solo unos kilómetros, pero sabían que cuanto más se acercaran, más cerca estarían de descubrir la verdad detrás de la desaparición de Frank Castle.
Y esa verdad, pensaban, podría ser más aterradora de lo que imaginaron.
El motor del auto rugía mientras los Defenders atravesaban el camino cubierto de nieve a toda velocidad. La tensión dentro del vehículo era palpable. Sabían que estaban cerca de encontrar a Frank Castle, pero también comprendían que su desaparición estaba envuelta en algo mucho más grande de lo que habían imaginado.
Mientras avanzaban, la escena cambiaba. Frank Castle, dentro de su pequeño hogar en el pueblo, se encontraba sentado en su desvencijado sofá, con una mirada perdida. Las llamas de la chimenea crepitaban suavemente, proyectando sombras en las paredes de madera. Miraba fijamente una foto desgastada de su esposa e hijos, los fantasmas de su pasado nunca lo abandonaban.
Había matado a cientos de hombres, justificándose siempre en la idea de que eliminaba lo peor del mundo. Pero… ¿había servido de algo? ¿Realmente estaba haciendo justicia o simplemente alimentando su propia necesidad de venganza? Por primera vez en años, Frank Castle se cuestionaba si había tomado el camino correcto.
Mientras tanto, en el auto…
—¿Y si Castle no quiere ser encontrado? —preguntó Jessica, cruzando los brazos mientras miraba la nieve acumulada en los costados del camino.
—No tenemos opción —respondió Matt, con su voz tranquila pero firme—. Algo lo hizo huir de Nueva York, algo lo llevó hasta aquí, y ese algo no puede ser bueno.
Danny, que conducía con la mirada fija en el horizonte, suspiró.
—No me sorprendería que Castle esté huyendo de algo más que su pasado. Algo lo obligó a venir hasta este punto del mundo. Tenemos que descubrir qué es.
Luke Cage miró a Matt con seriedad.
—Lo que más me preocupa es que el gobierno lo esté buscando activamente. Si están aquí, es porque Frank está en el centro de algo grande.
Finalmente, después de casi media hora, llegaron al pueblo. Era un lugar pequeño, con apenas unas docenas de casas y un par de negocios en la calle principal. A pesar del frío, algunos habitantes estaban fuera, y lo primero que notaron los Defenders fue que los aldeanos los observaban con una mezcla de desconfianza y curiosidad.
Jessica se inclinó un poco hacia Matt.
—No les caemos bien —susurró.
—No es eso —respondió Matt, con su aguda percepción sensorial—. Nos están estudiando. Quieren saber por qué estamos aquí.
Sin embargo, entre todas las miradas frías y reservadas, una anciana de cabello blanco y un abrigo grueso les sonrió. Ella parecía conocerlos, o al menos entender por qué estaban ahí.
—¿Están buscando a Frank? —preguntó con voz amable.
Matt se giró hacia ella y asintió.
—Sí. ¿Lo conoce?
La anciana sonrió.
—Aquí nadie se llama Frank Castle, pero todos sabemos quién es. Vengan, los llevaré con él.
En el camino…
Mientras caminaban por el pueblo, la anciana comenzó a contarles sobre la historia del lugar.
—Este pueblo fue fundado por antiguos cazadores y leñadores. Pero no fue hasta hace unas décadas que realmente comenzó a crecer. La gente aquí se protege entre sí. Y cuando Frank llegó… no fue la excepción.
—¿Cómo lo conoció? —preguntó Luke.
La mujer sonrió con nostalgia.
—Él salvó a mi nieta de un hombre que intentó secuestrarla. Nadie más tuvo el valor de enfrentar a ese monstruo, pero Frank sí. Desde entonces, el pueblo lo dejó en paz. Sabemos que es un hombre roto, pero no un hombre malo.
Danny asintió con comprensión.
—Eso suena a Castle.
Finalmente, llegaron a una casa apartada, rodeada de árboles y con una pequeña cerca de madera. Era la casa de Frank Castle.
Matt se adelantó y tocó la puerta. Se escucharon pasos pesados y, después de un momento, la puerta se abrió lentamente.
Frank Castle se quedó en shock al verlos.
—…¿Qué demonios están haciendo aquí?
Dentro de la casa…
Los cuatro entraron y se acomodaron en la sala. Castle no los invitó a sentarse, pero tampoco los echó.
Matt fue el primero en hablar.
—Frank… tenemos que hablar.
Castle suspiró, pasándose una mano por el rostro.
—Déjenme adivinar… están aquí porque el gobierno me está buscando, ¿no?
—También porque desapareciste de la nada —respondió Luke—. Y no es normal que el Punisher simplemente desaparezca.
Castle apretó la mandíbula y miró la chimenea.
—No quería que me siguieran. Lo que pasó en Venezuela… lo que me obligaron a hacer… no es algo de lo que esté orgulloso.
Jessica frunció el ceño.
—¿Obligaron? ¿Quién te obligó?
Hubo un momento de silencio antes de que Castle soltara la verdad.
—Mephisto.
El aire en la habitación se volvió tenso.
—No puede ser… —murmuró Danny.
Matt ajustó sus gafas oscuras.
—Empieza desde el principio.
Frank suspiró, sabiendo que no tenía sentido ocultarlo más.
—Mephisto me hizo una oferta. Me prometió que si cumplía con una misión para él, me devolvería a mi familia. Solo tenía que hacer una cosa: derrocar el régimen de Maduro en Venezuela.
Los Defenders se quedaron en silencio. La revelación era demasiado grande para procesarla de inmediato.
—¿Y lo hiciste? —preguntó Luke en voz baja.
Castle asintió con pesar.
—Lo intenté. Encabecé un golpe contra el régimen. Pero Mephisto… nunca tuvo la intención de cumplir su trato. Solo quería sembrar más caos, más sangre, más violencia.
Danny apretó los puños.
—Y cuando terminaste, te dejó sin nada.
Castle asintió.
—Sí. Y por eso estoy aquí. Huyendo de las consecuencias.
Justo en ese momento…
Un fuerte estruendo sacudió la casa. Los agentes del gobierno habían llegado.
—¡Frank Castle, sal con las manos en alto!
Castle se puso de pie de inmediato, con los ojos encendidos de furia.
—No… No puedo dejar que me atrapen.
—Frank, espera… —Matt intentó calmarlo, pero Castle ya estaba moviéndose.
Mientras los Defenders se preparaban para enfrentar a los agentes, Castle corrió por la parte trasera de la casa, tratando de escapar.
Sin embargo, al salir al bosque, se detuvo.
La nieve crujía bajo sus botas. Sabía que no tenía sentido seguir corriendo.
Tal vez… era hora de entregarse.
Castle miró el cielo nocturno, cubierto de estrellas. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que su guerra finalmente había terminado.
Se arrodilló en la nieve, levantó las manos y esperó a que los agentes lo rodearan.
Los Defenders lucharon dentro de la casa con todas sus fuerzas. Pero cuando lograron salir, Frank Castle ya había tomado su decisión.
Los agentes lo subieron a un vehículo blindado y, sin decir una palabra, se lo llevaron.
Los Defenders se quedaron viendo cómo desaparecía en la distancia.
Jessica suspiró.
—Bueno… no era el final que esperaba.
Matt apretó los dientes.
—Pero era el único final que tenía sentido.
Danny miró a Luke y luego a Matt.
—¿Ahora qué?
Luke exhaló lentamente.
—Ahora… volvemos a casa.
Y así, la historia de Frank Castle en Canadá llegó a su fin.
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