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Navidad en Ryozanpaku - Fanfic

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SubaruPark February 07
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Bienvenidos mi nombre es subaru y espero que disfrutes de este pequeño Fanfic

obra:Kenichi: El Discípulo Más Fuerte de la Historia

Esa noche de diciembre, mi amigo y yo nos dirigíamos al dojo Ryozanpaku. Me sorprendió ver la entrada al lugar brillando con luces de colores. La entrada lucía diferente en esa noche de diciembre.

Las áreas de entrenamiento, normalmente calientes y animadas, estaban cubiertas por una fina capa de nieve. Las irritantes y pequeñas luces navideñas que sin duda fueron idea de Miu colgaban de los aleros.

El viento frío mecía suavemente los árboles del patio, sus largas y retorcidas sombras puntiagudas se proyectaban contra los muros antiguos del recinto. Aun así, no era la decoración lo que hacía esta noche especial, sino la tensa incomodidad que flotaba en el aire entre dos figuras que se encontraban en el patio principal.

El ermitaño, en otras palabras, Natsu Tanimoto, permanecía de pie, sus músculos apretados relajados por el estilo de pelea dibujando una postura de Puño Sonriente, como si previera un peligro inminente. Kenichi Shirahama lo estaba observando, la relación entre la determinación y algo más… ¿acaso era comprensión en sus ojos acuosos?

—¡No necesito lástima tuya, Shirahama! —gruñó Hermit. Muy a pesar de él mismo, la nieve se derretía en su cabello rubio desde el primer segundo del o, creando una imagen poética con su miserable y temprano terror—. Si me has convocado aquí para que intentes convencerme otra vez para que me vaya de YOMI…

—No es lástima —intervino Kenichi, sagaz. A pesar de la tensión que impregnaba el aire, mantuvo un tono relajado: sus clases con el Maestro Akisame no habían sido en vano. A veces, la mejor defensa era parecer completamente vulnerable—. Es Navidad, Natsu. Y nadie debería estar solo para estas fechas.

Las palabras parecieron tocar algo profundo dentro de Hermit. La máscara de frialdad del hombre vaciló un instante y se le reveló al joven un destello de un hombre que había perdido demasiado, demasiado temprano. Los nudillos de los dedos se tensaron ligeramente, un gesto que Kenichi notó; Maestro Ma lo había enseñado a leer el lenguaje corporal de sus oponentes.

—¿Solo? Tengo un camino —dijo secamente—. Mi arte marcial es suficiente para mí.

Solo necesitaba levantar el tono, pero no había malicia en su voz. El vapor de su aliento se elevaba junto con la nieve, creando una imagen fantasmal a la luz de las guirnaldas navideñas.

Miu salió al porche con una bandeja de tazas humeantes de chocolate caliente. La visión de ella, normalmente una advertencia para que cualquier inconsciente visitante del Ryozanpaku se mantuviera alejado, parecía sorprendentemente apropiada en ese momento. Su larga melena rubia era brillante bajo las luces tradicionales, y su habitual gracia mientras se movía parecía aún más inusual en esta noche especial

—Como dice siempre el Maestro Ma, el verdadero arte marcial no es únicamente el mero hecho de intercambiar técnicas o de entablar combate —itió Kenichi, accediendo a una taza que le ofrecía Miu, y sintiendo el calor reconfortante en sus manos—. Es crecer, es comprender, es conectar con el otro. Cada golpe que nos intercambiamos nos enseña algo nuevo sobre nosotros mismos.

—Qué filosofía más cómoda.

se burló Hermit, aunque sus ojos continuaban fijos en la taza que Miu le ofrecía. La dulce fragancia del chocolate caliente luchaba contra su decisión de no ceder. Tras un instante de indecisión, la tomó, dejando que sus dedos rozaran brevemente la porcelana.

—Sabes —continuó Kenichi observando cómo se alzaba hacia el cielo nocturno el vapor de su taza—,

cuando llegué aquí para entrenar, pensaba que el arte marcial era solamente volverse más fuerte, derrotar mis miedos y aprender a defenderme. Todo eso, ya sabes. Pero cada maestro, sin embargo, me enseña que es mucho más que eso. El Maestro Akisame nos habla, por ejemplo, de la filosofía de cada movimiento. La Maestra Shigure nos muestra que las armas son una extensión de nuestro espíritu. Y el Maestro Sakaki... bueno, entre tantas cosas también nos enseña que aunque la dureza no deja de ser la dureza, el corazón existe. Incluso nuestras peleas, Natsu... me enseñaron más de lo que cualquier entrenamiento.

A Hermit no se le escapó que Kenichi utilizara su nombre verdadero. Sus hombros se encogieron durante un instante y al poco tiempo se relajaron casi de un modo imperceptible.

—¿Qué pretendes, Shirahama? ¿Que nos sentemos a compartir unas historias navideñas y nos hagamos amigos? ¿Que ignoren todos los hechos acontecidos entre el YOMI y el Ryozanpaku?

—Pretendo mostrarte que hay otro camino —replicó Kenichi con simplicidad mientras daba un pequeño sorbo a su chocolate—. Otro camino que no tiene que ver con la soledad. Donde la fuerza no tiene que estar vinculada con el odio o con el aislamiento.

Al mismo tiempo, las risas y las charlas amistosas brotaron desde el interior del dojo. Era el momento en que los maestros del Ryozanpaku celebraban a su manera: Apachai probablemente intentando explicar qué es Papá Noel mientras su voz sonaba con la inocencia de un niño; Sakaki discutiendo del mejor chuhai navideño mientras su voz se hacía cada vez más vehemente, el Maestro Ma intentando mantener el orden mientras hojeaba alguna de sus revistas «especiales».

—Tu mundo es muy diferente del mío —murmuró Hermit, pero había algo en su voz que emanaba añoranza y sus ojos perdieron una parte de su atención en los destellos de luz que adornaban el dojo, quizás recordando otras navidades, otros tiempos.

—No tiene por qué serlo —dijo Miu de forma apagada para que su voz no fuese sepultada por el sonido del viento invernal—. El Ryozanpaku está siempre abierto a aquellos que deseen encontrar el auténtico camino del arte marcial. Incluso el abuelo dice que las puertas de un dojo jamás deberían estar cerradas a un corazón sincero.

—¿Y qué hay de YOMI? ¿De mi compromiso con el Puño de la Sombra? —preguntó Hermit, si bien su defensiva se había relajado casi imperceptiblemente. El chocolate en su taza se había reducido considerablemente aunque él parecía no haberse dado cuenta de que había estado bebiendo.

—La Navidad es un tiempo para empezar de nuevo —contestó Kenichi mientras observaba cómo un gigantesco copo de nieve iba cayendo sobre su taza.

Incluso los maestros dicen que antiguos rivales se convirtieron en sus mejores aliados. El Maestro Sakaki narra historias sorprendentes sobre enemigos convertidos en compañeros de entrenamiento. El arte marcial une tanto como divide, depende de cómo quieras usarlo.

Un silencio contemplativo descendió sobre el patio. La nieve comenzó a caer nuevamente, suave y silenciosa como si la misma naturaleza estuviera conteniendo el aliento ante tal momento. Las luces de Navidad vibraban creando hipnóticas formas sobre la nieve acumulada.

—Mi hermana... —comenzó Hermit, su voz apenas un murmullo que se perdía en el viento nocturno.

ella amaba la Navidad. Solía decir que era un momento mágico en el cual todo podía cambiar. Decoraba toda la casa, por muy pequeña que fuera nuestra celebración.

Kenichi y Miu se miraron; sabían que estaban asistiendo a algo raro: Hermit bajando sus defensas, aunque sólo por un rato. La vulnerabilidad de su voz era tan sutil como los copos de nieve que seguían cayendo a su alrededor.

—Honra su memoria siendo la persona que ella quisiera que fueras —sugirió Kenichi con amabilidad, acercándose un poco, aunque manteniendo la distancia que siempre le había caracterizado—. No tienes por qué decidir ahora nada. Tan solo... quédate. Pasa esta noche con nosotros. Permítenos enseñarte que el camino del artista marcial puede ser otro.

Desde el interior se podía escuchar la voz de Apachai profiriendo un «¡APA!» particularmente entusiasta, que fue seguido por un sonoro ruido de algo rompiéndose y las protestas del Maestro Ma. El ambiente familiar estaba sumado a la risa atronadora de Sakaki, así como de lo que sonaba a una reprimenda paciente del maestro Akisame. El ambiente familiar provocó que una pequeña sonrisa apareciera en la cara de Hermit, tan fugaz que podía haberse imaginado.

—Una sola noche —concedió al final, con una voz que recuperaba de alguna forma su dureza habitual, aunque con un matiz distinto—. Tan solo para ver qué tiene de excepcional este lugar tuyo. Y no pienses que esta situación cambia algo entre nosotros, Shirahama.

Mientras entraban en el dojo, donde el caos navideño del Ryozanpaku estaba ya en marcha, Kenichi no pudo evitar sonreír. No era una victoria completa ni tampoco una conversión milagrosa, pero era todo un comienzo, y a veces, sobre todo en noches como esta, el comienzo ya era suficiente.

La nieve continuaba cayendo poco a poco sobre el Ryozanpaku, cubriendo las huellas de antiguos combates y rivalidades, mientras dentro el calor de la comprensión empezaba a derretir los hielos de viejos rencores, donde los sonidos de la celebración se entremezclaban con los del silencio de la noche invernal. Todo ello era parte de la sinfonía que tan solo el Ryozanpaku podía producir. Después de todo, como decía la hermana de Hermit, la Navidad era el tiempo de los milagros, el tiempo de los que, simplemente, cambiaban las cosas.

Navidad en Ryozanpaku - Fanfic-[BC]Bienvenidos mi nombre es subaru y espero que disfrutes de este pequeño Fanfic

[BC]obra:Ke
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Uuuuuuuf hace siglos que no veía nada de Kenichi, gran anime

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