Animal I Have Become 043

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Animal I Have Become - Three Days Grace

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|!¤*~*¤!|INTRODUCCIÓN|!¤*~*¤!|

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La oscuridad puede tomar muchas formas: un susurro en la mente, un peso en el pecho o una furia incontrolable que devora todo a su paso. A veces, escapar parece imposible, como si el destino estuviera escrito en cicatrices y errores del pasado.

Pero, ¿qué sucede cuando la línea entre el bien y el mal se vuelve borrosa? Cuando las propias manos, que alguna vez buscaron crear, solo saben destruir. El reflejo en el espejo muestra a alguien irreconocible, una sombra de lo que alguna vez fue.

Esta es la historia de una lucha interna, de un alma atrapada en un ciclo sin fin. Un grito silencioso por redención, atrapado entre el dolor, la culpa y la búsqueda de una paz que parece inalcanzable.

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|!¤*'~``~'*¤!| FICHA |!¤*'~``~'*¤!|

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《Título》

Nada se rompe como un corazón.

《Autor》

—(••÷ 𝔸𝕜𝖆𝕿𝖘𝖚𝖐𝖎𝖔𝖋𝖇𝖑𝖔𝖔𝖉 ÷••)—

《tipo》

Song-fic

《Estado》

Completo

《Partes》

One-Shot

《Palabras》

1629

《Personaje》

Kazutora Hanemiya

《Canción》

Animal I Have Become - Three Days Grace

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La sangre en sus nudillos aún estaba tibia.

Kazutora respiraba entrecortado, los puños apretados y la adrenalina aún corriendo por su cuerpo. Todo a su alrededor estaba distorsionado por la rabia y el ruido ensordecedor en su cabeza.

"So what if you can see the darkest side of me?"

La voz de su conciencia se había apagado hacía tiempo. O tal vez nunca había estado ahí.

Se miró las manos cubiertas de cicatrices, de heridas viejas y nuevas. La sangre, la suya y la de otros, se mezclaba en su piel como un tatuaje indeleble. No recordaba cuántas veces había golpeado, cuántas veces había destruido algo con sus propias manos. Solo sabía que dolía. Siempre dolía.

"No one will ever change this animal I have become."

Desde que era niño, el mundo le había parecido un lugar cruel. La gente se alejaba de él, lo señalaban con miedo o con desprecio. Su propia familia lo había abandonado mucho antes de que él tuviera la edad suficiente para entender por qué. Había aprendido que la violencia era su única forma de sobrevivir.

Pero eso no era cierto, ¿verdad?

Hubo un tiempo en que todo era diferente. En que sonreía de verdad. En que su mejor amigo caminaba a su lado y él no se sentía un monstruo.

Pero lo arruinó.

"Help me believe it’s not the real me."

Kazutora se tambaleó, sintiendo el peso de su propio cuerpo como si estuviera encadenado. Sus pies lo llevaron hasta una tienda de motos. La misma donde todo se quebró. Donde su alma se manchó para siempre.

El reflejo en el vidrio le devolvió una imagen distorsionada: un chico de ojos vacíos, cabello desordenado y una sombra oscura en su expresión.

¿Ese era él?

No.

No podía ser él.

"Somebody help me tame this animal."

Golpeó el vidrio con fuerza, una y otra vez, hasta que la superficie se cuarteó y se astilló en mil fragmentos. Su reflejo se rompió junto con él.

El dolor en su puño no era suficiente. Nunca lo era.

Kazutora se dejó caer de rodillas, la respiración entrecortada, el pecho ardiendo con algo que no podía describir.

Odiaba esto. Odiaba la forma en que su propia mente lo consumía. La forma en que la culpa lo devoraba y la rabia lo controlaba. Odiaba ser ese "animal" en el que se había convertido.

Pero, al mismo tiempo…

Era lo único que sabía ser.

Kazutora no podía recordar la última vez que se sintió realmente humano. Había momentos, en su vida de antes, cuando las risas eran sinceras, cuando los amigos no eran una carga, cuando sus sueños aún no se habían convertido en pesadillas. Pero eso había quedado atrás, destruido bajo el peso de sus propias decisiones.

"I have become the thing I’ve hated."

Las palabras resonaron en su cabeza como una maldición. Las veía reflejadas en cada cicatriz, en cada error que había cometido. A veces, sentía que nunca había sido otra cosa que un reflejo distorsionado de lo que quería ser. ¿Y si todo lo que hacía era solo un intento desesperado de redimirse, pero nunca llegaba a salvarse?

Estaba solo, rodeado de la oscuridad que él mismo había creado. Su mente no podía descansar. Cada paso que daba lo acercaba más a la locura, más lejos de todo lo que había amado, más cerca de convertirse en ese monstruo que sentía acechando en su interior.

"What have I become?"

Se preguntaba una y otra vez. ¿Cómo había llegado hasta aquí? ¿Cómo había permitido que su ira lo definiera, que la culpa lo condenara?

En sus recuerdos más oscuros, veía las caras de los amigos que había perdido. De Baji, de Mikey, de todos los que alguna vez fueron su familia. Y el rostro de Takemichi se le aparecía en cada rincón, como una sombra persistente. Todos ellos le mostraron algo que nunca pudo tener: un camino hacia la redención. Pero él había dejado que todo se desmoronara. Había dejado que la furia y el dolor lo consumieran.

"I can’t stop this animal."

Kazutora apretó los dientes. Había algo dentro de él que no podía controlar, algo que lo hacía perderse, que lo llevaba al borde de la desesperación. Había momentos en que pensaba que podía parar, que podía tomar el control de sí mismo, pero en cuanto pensaba que todo estaba bien, algo dentro de él lo empujaba a volver a caer.

Se levantó del suelo, tambaleándose. Sus rodillas le dolían, pero no le importaba. El dolor físico no era nada comparado con el vacío que sentía en su pecho.

Salió corriendo, sin rumbo, sin propósito. Las luces de la ciudad se desdibujaban a medida que avanzaba, como si el mundo estuviera borroso, como si fuera incapaz de ver con claridad. En su mente, todo se desordenaba. Imágenes de su infancia, de la relación rota con su madre, de los momentos que habían sido buenos y que él mismo había destruido.

"Somebody help me tame this animal."

Era un grito ahogado, un pedido que nadie podía escuchar. Kazutora estaba solo, como siempre lo había estado. Nadie podía entender lo que sentía, nadie podía ver la tormenta interna que lo arrasaba.

A veces, en sus momentos más oscuros, deseaba que alguien lo detuviera. Que alguien lo tomara de los hombros y le dijera que todo estaría bien, que aún había tiempo para cambiar. Pero la realidad era diferente. Había cruzado una línea, y esa línea lo había marcado de por vida.

El animal que había en él no podía ser domesticado. No podía ser detenido.

Y eso lo aterraba.

"I have become the animal I have feared."

Era esa la verdad que lo aterraba, esa era la esencia de su ser. Lo había temido tanto en el pasado, lo había rechazado con cada fibra de su ser, pero ahora no podía escapar de ello. Era el monstruo, el animal. El reflejo de todo lo que había odiado, pero también lo que había llegado a ser.

Y ahora, estaba solo en su dolor.

Su mente no encontraba paz.

Kazutora cayó de rodillas una vez más, su respiración era un entrecortado vaivén, sus ojos brillaban con la intensidad de una tormenta imparable. La ciudad a su alrededor era una metáfora de lo que sentía: un lugar lleno de ruido, luces brillantes que no podían disipar la oscuridad que lo rodeaba. Se aferró al concreto, como si eso pudiera anclarlo a algo, algo que no fuera el monstruo que se arrastraba dentro de él.

"So what if you can see the darkest side of me?"

¿Qué quedaba de él? La culpa lo había consumido hasta el último vestigio de su humanidad. ¿Era esta la vida que quería? Un ciclo interminable de ira y arrepentimiento, de violencia sin razón. Se miró las manos una vez más, las mismas manos que habían destruido tanto, las que habían marcado su camino. Pero, ¿y el resto de su vida? ¿El Kazutora que había sido antes? ¿Había alguna vez un momento en que no fuera este "animal"?

"I have become the thing I’ve hated."

Kazutora se levantó lentamente, un peso aplastante en su pecho. Su rostro se reflejaba en la superficie de un charco, una imagen que parecía extraña y distante, como si fuera un espectro. No había forma de regresar. No podía regresar al chico que alguna vez fue. Las piezas estaban rotas, y las cicatrices le recordaban constantemente que ya no había forma de deshacer lo hecho.

"What have I become?"

La respuesta estaba clara. Se había convertido en algo más oscuro, algo más profundo. En un ser que no sabía si estaba buscando redención o simplemente la paz que nunca encontraría. La tormenta interna era todo lo que quedaba de él. La rabia era la única constante, el único amigo fiel que lo acompañaba en cada paso.

De pronto, en medio de la oscuridad, recordó los rostros de los que aún quedaban a su lado, los que no lo habían abandonado. Mikey, Baji... Takemichi. Todos ellos habían visto algo en él, algo que él mismo no entendía, pero que ahora se le escapaba de las manos. A pesar de todo, a pesar de sus errores, había algo que podía salvarlo. No del todo, pero algo. No quería seguir perdiéndose en la furia que lo dominaba, pero… ¿cómo podía detenerlo?

"I can’t stop this animal."

No podía. Era un ciclo del que no sabía cómo escapar. Había destruido tanto que no podía ver una forma de reconstruir. Todo lo que le quedaba era el dolor, las cicatrices, las memorias. Y la necesidad de algo más. Algo que lo redimiera, aunque ya no lo creyera posible.

"Somebody help me tame this animal."

La súplica era interna, un susurro ahogado en lo más profundo de su alma. Se detuvo un momento, mirando el horizonte, como si esperara que algo o alguien pudiera salvarlo. Pero no llegó nada. Nada más que la oscuridad que siempre había estado allí, esperando.

La vida de Kazutora se había convertido en una huida constante. De su pasado, de su culpa, de lo que había hecho. Pero lo que realmente temía era no encontrar nunca la paz. No encontrar nunca el camino de regreso a quien alguna vez fue.

"I have become the animal I have feared."

Y esa era la verdad: Kazutora había dejado de ser humano hace mucho tiempo. El "animal" que temía, el que odiaba, ya estaba dentro de él. Pero eso no significaba que no hubiera espacio para algo más. Tal vez ya era tarde para él. Tal vez la salvación era solo un sueño distante.

Pero aún quedaba una pregunta sin respuesta, y esa pregunta se le quedaría marcada en el alma por siempre: ¿podría algún día dejar de ser lo que había llegado a ser?

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> ᒮ× DESPEDIDA ×ᒳ <

A veces, las respuestas no llegan fácilmente, y el pasado deja marcas que nunca desaparecen. Pero incluso en la oscuridad, siempre queda la posibilidad de un nuevo camino.

Cada historia es un reflejo de las batallas internas que enfrentamos. Algunos encuentran redención, otros siguen buscando, y algunos simplemente aprenden a vivir con sus cicatrices.

Al final, lo importante no es solo el destino, sino el viaje que nos lleva hasta allí. Porque, en la lucha contra uno mismo, incluso la más pequeña esperanza puede hacer la diferencia.

Nos vemos en el próximo blog, Carpe Diem, Quam Minimum Credula Postero

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-Hasta que llegue la eternidad nos encontrarás persiguiendo el sol.

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