Había algo que ver
y muchos ojos que veían
pero, esos no eran todos los ojos del mundo
sino los ojos de la mayoría.
Los otros pocos, los que quedaban
ellos también veían
pero, sus ojos volteaban a otras esquinas
ahi, donde ver generaba picazón
náuseas
dolores
y quemaduras de todos los grados
por razones conocidas.
Estos exiguos ojos de hombre
ardían como lámparas
y la llama de sus corazones,
ardían a las multitudes
que, reaccionarias,
no los podían contener bajo sus brazos de papel acartonado.
Sino que, consumidos de uno en uno,
desgarraban un grito de resistencia al cambio

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Woooo que buenoooooo