Extracto de "Había una vez una peruana"

"Rabona no es un nombre que me guste.

Nos han bautizado así los jefes, los militares y hasta disque los intelectuales, que no vivieron como nosotras esas malditas batallas de la guerra con Chile."Rabonas, rabonas, vayan y adelántense", nos decían los sargentos. Pero bien que comían de nuestras marmitas. Se calentaban con nuestras sopas y hasta nos pedían un poco más cuando no los miraba el capitán.

Nosotras somos las esposas de los soldados; andamos con ellos, los acompañamos, y no tenemos miedo de que nos maten. Somos peruanas y caminamos con la tropa esquivando balas de cañón, soportando el calor de esos desiertos sureños en el día y hasta los malos bichos que no dejan dormir durante la noche. Y nosotras conseguimos el agua: de las florecitas por la mañana o de los puquiales escondidos; como podemos mojamos los labios de los soldados. Y los curamos, y los cuidamos, y hasta una vez he visto a una que le ha sacado una bala a su marido para salvarlo.

Nosotras somos señoras, no somos rabos.

Dicen que como rabo de soldado andamos, en su detrás, en su detrás nomás... ¡No es verdad! Muchas veces nos han enviado como avanzadilla para ir acampando mientras atrás la soldadesca se bate contra los chilenos cuerpo a cuerpo. ¡Y cuantas veces hemos tenido también que cargar el arma y disparar! Ah, caray, sí que saben contar la historia como les da la gana, faltando a la verdad, que por la Virgen del Perpetuo Socorro, yo he andado con mi mula por todos esos Andes y dos fusiles en cada hombro, y encima mi guagua en su quipe a mi espalda.

¡¿No seré yo una heroína, acaso?!, ¡¿donde, pues, está la estatua que me representa?! Ahí sí que se olvidan de nosotras las mujeres."

(Escrito originalmente por Rocía Santisteban y el dibujo original del libro está hecho por María Fernanda Laso)

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