Un secreto es cuando una persona recibe información sobre algo, ya sea desde documentos clasificados, eventos trágicos,incidentes ocurridos hace años o a veces acontecimientos de nuestras vidas. Hoy veremos cómo Gus un gran amigo de Peter descubrirá la verdad detrás de todo esto
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Casa de Gus. Noche
La noche había caído en las Islas Hirvientes. Todo parecía en calma en Huesoburgo. En una modesta pero acogedora casa, Gus dormía profundamente en su habitación. El resplandor tenue de la luna atravesaba las cortinas, bañando la estancia con una luz suave y plateada. En medio del silencio, su cuerpo dio un leve sobresalto. Su ceño se frunció. Estaba soñando.
Y no era un sueño cualquiera.
Gus se encontró de pie en un lugar que le resultaba extrañamente familiar y ajeno al mismo tiempo: un bosque antiguo, cubierto de niebla, con árboles cuyas ramas parecían susurrar en un lenguaje olvidado. Todo estaba bañado en una luz dorada suave, como si el tiempo no fluyera con normalidad allí.
—¿Dónde estoy...? —murmuró.
A su alrededor, el paisaje era hermoso, pero inquietante. No había sonidos de animales, ni brisa. Solo el eco de recuerdos.
De repente, algo captó su atención. Un pequeño claro en el bosque se abría ante él. Allí, una mujer de cabello suelto y rostro sereno se encontraba sentada bajo un árbol, meciendo suavemente a un bebé en sus brazos. Gus dio un paso al frente, sorprendido. Reconoció al bebé por los mechones rubios: era Hunter. Pero más joven de lo que jamás lo había visto… un recién nacido.
—¿Qué es esto…? —dijo en voz baja.
La mujer levantó la vista. Era Evelyn Clawthorne. La reconocía por los antiguos retratos. Sentada a su lado, una figura imponente emergió de entre la niebla: un hombre de barba blanca, armadura dorada y una presencia mística. Era Odín. Gus observó con atención cómo este colocaba una mano en el hombro de Evelyn.
—Este niño tendrá un destino marcado por sombras… pero también por esperanza —dijo Odín con voz grave pero cálida—. Cuídalo, Evelyn. Sus lazos con el titán lo protegerán, si elige su camino con el corazón.
En ese momento, un destello de luz cegó a Gus.
Despertó sobresaltado.
Su pecho subía y bajaba con rapidez mientras trataba de calmarse. Miró a su alrededor. Estaba en su habitación. El amanecer comenzaba a asomar tímidamente por la ventana. Se llevó las manos al rostro.
—¿Qué… fue eso? —susurró.
No era la primera vez que tenía sueños extraños, pero este no se sentía como un simple producto de su imaginación. Había detalles tan vívidos, tan claros… como si hubiese estado realmente allí. Y lo que más le desconcertaba era ver a Hunter como un bebé. ¿Por qué lo había soñado? ¿Por qué ahora?
Horas más tarde, en Hexside, las clases habían comenzado. La escuela lucía más vibrante y libre que nunca tras las reformas post-belianas. En el aula de ilusiones, el profesor Barcus explicaba una nueva técnica de proyección avanzada, pero Peter, Luz y Amity no estaban del todo atentos. Sus miradas se desviaban constantemente hacia Gus, quien, sentado en su pupitre, tenía ojeras notables, la mirada perdida y los hombros ligeramente encorvados.
—¿Han notado a Gus? —murmuró Luz en voz baja, girándose hacia Peter.
—Sí. Se ve agotado —respondió Peter, cruzando los brazos—. Y eso que él siempre es el primero en levantar la mano.
—A lo mejor tuvo una pesadilla —dijo Amity, observándolo con preocupación—. Pero se ve más... afectado.
Peter frunció el ceño. Algo en su instinto arácnido le decía que no era solo un mal sueño.
—¿Creen que tenga que ver con lo de Hunter? —preguntó Luz con cautela—. Ellos son muy cercanos últimamente…
—Podría ser —dijo Amity, pensativa—. Aunque Gus nunca fue de guardarse cosas. Siempre nos lo contaba todo.
—Hasta ahora —agregó Peter, mirando nuevamente al joven ilusionista.
Mientras tanto, al frente de la clase, Gus se obligaba a mantener la compostura. Estaba creando una ilusión de una criatura mítica, pero su concentración se tambaleaba. Su magia era precisa, como siempre, pero su mente estaba en otra parte.
"¿Por qué soñé eso…?", pensaba. "¿Por qué ahora? ¿Qué conexión tengo con ese bosque?"
Cuando la clase finalizó, el profesor elogió el trabajo de todos, especialmente el de Gus, aunque notó su falta de energía.
—Buen trabajo, Augustus, aunque pareces un poco… distante hoy —comentó Barcus con amabilidad.
—No dormí bien… solo eso, profesor —respondió Gus con una sonrisa forzada.
Mientras todos salían del aula, Luz, Peter y Amity intercambiaron miradas de preocupación. Gus había terminado su actividad, como siempre, pero había algo que lo atormentaba. Una sombra en su expresión, una duda que no compartía.
Cuando llegó al pasillo, Gus se apoyó contra una de las paredes. Cerró los ojos un instante, volviendo a ver el rostro de Evelyn… y la voz de Odín.
—¿Qué significa todo esto…? —murmuró para sí mismo—. ¿Por qué veo el pasado de Hunter?
La incógnita pesaba como una piedra sobre su pecho.
Y en algún rincón de su mente… sabía que tendría que tomar una decisión pronto.
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El día transcurría con normalidad en Hexside. Desde la reforma escolar, las clases eran más libres, interactivas y abiertas a la creatividad. Los pasillos estaban llenos de risas, magia y energía juvenil. Sin embargo, para algunos estudiantes, el ambiente no se sentía tan ligero como antes.
Gus caminaba por el pasillo con paso firme pero distraído, sujetando un libro de hechizos de nivel avanzado que ni siquiera estaba leyendo. Intentaba mantenerse ocupado, ocultar la inquietud que lo carcomía desde la noche anterior. El sueño —o visión— seguía atormentándolo. Las imágenes del bosque, Evelyn y Odín no desaparecían de su mente.
En la clase de historia mágica, mientras la profesora Hierbamiel hablaba sobre la reconstrucción del sistema educativo tras la caída de Belos, Gus se encontraba físicamente presente, pero mentalmente en otro plano.
—Gus —susurró Willow, sentada a su lado—. ¿Estás bien?
—Sí, sí… solo tengo sueño —respondió con una media sonrisa.
Willow frunció el ceño. Gus solía bromear en clase, levantar la mano, hacer comentarios curiosos... pero ese día apenas hablaba. Y no era la única que lo notaba.
Peter, sentado algunas filas más atrás junto a Luz y Amity, lo observaba con atención. Su sentido arácnido no se había activado, pero su instinto como amigo sí. Había algo que simplemente no encajaba.
—Gus no está bien —susurró Peter.
—Lo sé —dijo Luz en voz baja—. Tiene la mirada perdida todo el tiempo. Algo le pasa.
—Podríamos hablar con él después de clases —propuso Amity—. No como una confrontación, sino como... apoyo.
Peter asintió. Para él, Gus era más que un amigo. Desde que llegó a las Islas Hirvientes, Gus fue uno de los primeros en hacerlo sentir bienvenido, en tratarlo como un igual. Ahora, él quería devolverle el favor.
Al terminar el día escolar, Gus salió rápidamente del aula, intentando evitar una conversación que intuía que vendría. Sin embargo, sus amigos ya lo esperaban en la entrada principal.
—¡Gus! —llamó Luz, corriendo hacia él.
—Oh, hey chicos —saludó con una sonrisa forzada.
Peter lo miró con una mezcla de suavidad y firmeza.
—¿Podemos hablar un momento?
—¿Sobre qué? —preguntó Gus, aunque sabía exactamente qué.
—Sabes de qué —dijo Amity cruzándose de brazos—. No eres el mismo desde ayer. Se nota.
Gus se encogió de hombros, sin saber bien cómo responder. Aparentemente tranquilo, solo dijo:
—No es nada importante. En serio, chicos. Solo he dormido mal. No es la gran cosa.
—Gus… —insistió Peter, dando un paso al frente.
—Estoy bien, Peter. En serio —interrumpió Gus con una sonrisa aún más forzada—. Solo necesito descansar.
Peter lo miró con preocupación. Conocía ese tono de voz. Era el mismo que él había usado muchas veces cuando no quería que sus seres queridos se preocuparan por él. Gus no estaba bien, y claramente no quería hablar de ello... al menos no todavía.
—Está bien —respondió Peter con suavidad—. Pero si necesitas hablar, sabes que estamos aquí.
Gus asintió con un gesto agradecido y, sin agregar nada más, se marchó por el sendero que lo llevaría a casa.
Luz suspiró con frustración.
—Esto no me gusta nada. Está ocultando algo.
—Y no es común en él —agregó Willow—. Gus siempre ha sido abierto con nosotros.
—¿Creen que deberíamos seguirlo? —preguntó Amity.
—No... —respondió Peter—. Si lo forzamos, se cerrará aún más. Pero necesitamos entender por qué actúa así. Tal vez alguien más sepa.
En ese momento, un estudiante de cabello oscuro y expresión amigable se acercó al grupo. Matt Tholomule, antiguo rival y actual amigo de Gus, había escuchado parte de la conversación.
—¿Están hablando de Gus?
—Sí —respondió Willow—. Está muy extraño últimamente.
Matt bajó la voz y miró a su alrededor antes de hablar.
—No es la primera vez que le pasa algo así.
Todos lo miraron con atención.
—¿A qué te refieres? —preguntó Peter.
—Hace unos años, antes de que Gus entrara a Hexside, se perdió en una parte del bosque… Un sitio que muchos aquí llaman el Bosque del Pasado. Nunca nos contó mucho, pero cuando volvió… era diferente. Callado, pensativo, más reservado. Con el tiempo volvió a ser el de antes, pero...
—¿Crees que eso tenga algo que ver con lo que le pasa ahora? —preguntó Luz, sorprendida.
—No lo sé —respondió Matt—. Pero esa zona del bosque… no es un lugar común. Hay magia antigua allí. Gus a veces hablaba como si hubiese visto cosas… recuerdos que no le pertenecían.
Amity entrecerró los ojos.
—¿Recuerdos del pasado?
—Tal vez —dijo Matt encogiéndose de hombros—. Solo sé que cuando lo encontraron, estaba llorando y decía que había visto algo que no debía ver.
Peter sintió un escalofrío. Todo encajaba con lo que habían notado: las ojeras, la mirada perdida, la evasión.
—¿Dónde está exactamente ese bosque? —preguntó.
—Al sur de Huesoburgo —respondió Matt—. Más allá de los árboles en espiral. No está marcado en los mapas, pero algunos lo conocen. Hay un pequeño arco de piedra que marca la entrada. Siempre está cubierto de niebla.
—¿Crees que Gus fue otra vez ahí? —preguntó Luz.
—No lo sé —dijo Matt—. Pero si está recordando lo que vio esa vez, eso explicaría su estado.
Todos guardaron silencio por un momento. El misterio era más profundo de lo que pensaban. Y ahora sabían que tenía raíces en el pasado… un pasado que Gus no había compartido por miedo o por dolor.
Peter apretó los puños suavemente.
—Entonces... tenemos que ayudarlo. No podemos dejarlo solo con esto.
—Pero no podemos forzarlo —repitió Amity—. Necesitamos esperar el momento justo.
Luz miró hacia el cielo, donde el sol comenzaba a ocultarse lentamente.
—¿Y si ese momento llega antes de lo que pensamos?
Los amigos intercambiaron miradas.
Sabían que la próxima vez que vieran a Gus, las cosas no serían como antes.
Algo antiguo estaba despertando en él.
Y el bosque del pasado lo llamaba de nuevo.
El Bosque del Pasado los recibió con un murmullo suave, casi como un susurro ancestral que se filtraba entre los árboles altos y retorcidos. Una niebla densa cubría el suelo como una alfombra viva, moviéndose alrededor de sus pies con lentitud. Cada paso que daban era silencioso, como si el bosque absorbiera el sonido.
Peter, Luz, Amity, Willow, Hunter y Gus avanzaban juntos, observando cada rincón con cautela y asombro. La atmósfera era pesada, no por amenaza, sino por historia. El lugar parecía cargado de memoria, como si estuvieran caminando dentro de un pensamiento.
—Este lugar... da escalofríos —murmuró Willow, cruzándose de brazos.
—Y sin embargo... me siento extrañamente en paz —añadió Amity, mirando los árboles—. Como si este bosque supiera quiénes somos.
Peter observó el entorno con sus sentidos aumentados. Nada agresivo, pero su instinto arácnido sentía algo... antiguo.
—No es solo un bosque —dijo—. Este lugar respira.
Luz se giró hacia Gus.
—¿Te sientes bien?
Gus asintió, aunque con el ceño fruncido.
—Sí. Pero algo... se acerca.
En ese momento, la niebla delante de ellos se abrió como si respondiera al llamado de Gus. Y de entre los árboles, emergió una figura colosal.
Un lobo. No uno común, sino uno majestuoso, cubierto de pelaje plateado, ojos brillantes como estrellas y un aura de sabiduría que erizaba la piel. Era Fenrir, el lobo eterno de los recuerdos.
Todos retrocedieron instintivamente, menos Gus, que se quedó inmóvil. El lobo lo observó detenidamente y, con una voz profunda que retumbó entre las ramas, habló:
—Bienvenido, Gus Porter. He esperado tu llegada.
—¿Tú… me llamaste? —preguntó Gus con asombro.
—No exactamente. El recuerdo lo hizo —dijo Fenrir—. Este bosque está construido con memorias antiguas. Los árboles, las piedras, el aire… todo guarda secretos. Y tú, joven ilusionista, tienes la llave para verlos.
Los demás se acercaron lentamente. Peter y Luz intercambiaron miradas, alertas pero intrigados.
—¿Quién eres exactamente? —preguntó Luz.
—Soy Fenrir, guardián del pasado y protector de las verdades olvidadas. Este bosque fue creado por el titán mismo como un refugio de lo que no debía perderse.
Un suave resplandor surgió de la niebla, y frente a ellos apareció una imagen suspendida como una ilusión perfecta: Evelyn Clawthorne, sentada en una cabaña rústica, sostenía a un bebé Hunter con una sonrisa cálida. A su lado, Caleb lo observaba con ternura, mientras una figura alta y sabia—Odín—apoyaba su mano sobre el hombro de Caleb, hablándoles con voz grave pero bondadosa.
—Esto... —susurró Hunter—. Esto fue real...
—Así es —dijo Fenrir—. Tu familia estaba destinada a proteger algo más grande que ellos. Odín vio en ustedes la esperanza de un nuevo comienzo, y por eso te protegieron, Hunter.
El joven tragó saliva. La imagen se desvaneció lentamente.
—¿Por qué Belos nunca me dijo nada? —preguntó en voz baja, más a sí mismo que a los demás.
Fenrir inclinó su gran cabeza hacia él.
—¿Crees que alguien que se alimenta del odio compartiría el amor de una familia?
Hunter guardó silencio. Gus lo miró con dolor. Sabía lo que venía.
—Hunter... hay algo más —dijo Fenrir—. Gus sabía este recuerdo antes que tú. Lo vio en su mente y lo guardó.
Hunter lo miró sorprendido. Gus dio un paso adelante, nervioso.
—Lo vi en sueños... en visiones. No sabía qué era. No sabía si contártelo o no, y tuve miedo de romper algo que valoro mucho: nuestra amistad. Lo siento. De verdad.
Silencio.
Los demás observaron tensos. Hunter mantuvo la mirada fija en Gus, como si evaluara cada palabra.
Finalmente, sonrió levemente y se acercó.
—Te perdono. Pero prométeme algo —le puso una mano en el hombro—. La próxima vez que algo así te pase... cuéntamelo, ¿vale?
Gus asintió, con lágrimas en los ojos. Se abrazaron. Los demás soltaron un suspiro de alivio. Peter incluso sonrió de lado.
Fenrir dio un paso adelante.
—Todos ustedes tienen secretos que los conectan al pasado, a su esencia. Es hora de que lo vean.
La niebla se movió con rapidez y rodeó a Willow. Ella se quedó inmóvil, y en la bruma surgió una imagen: Amity, más joven, sentada sola en su habitación. Lloraba en silencio. En sus manos tenía una vieja fotografía de ella y Willow de pequeñas.
—Willow... —susurró Amity.
—Siempre te eché de menos —decía la Amity del recuerdo—. Mamá me hizo pensar que tenía que ser fuerte... pero no sabía que fuerte significaba alejarme de ti.
Willow tenía los ojos empañados. Amity la tomó de la mano con firmeza.
Luego la niebla se dirigió a Amity. Apareció otro recuerdo: ella confesando a sus hermanos que quería ser distinta, que no deseaba seguir los pasos fríos de su madre, que creía en la bondad y en las personas que la rodeaban.
—Estoy orgullosa de ti —dijo Luz, abrazándola.
La niebla se desplazó a Luz. En su recuerdo, una pequeña Luz saltaba emocionada por el libro de Azura mientras su padre la observaba con ternura.
—Eres especial, Luz —decía su padre—. Nunca dejes de soñar.
Luz rompió en lágrimas suaves. Se llevó una mano al pecho. Peter le tocó el hombro con cuidado.
Finalmente, la niebla alcanzó a Peter.
El bosque cambió por un segundo. La imagen no era del pasado de las Islas Hirvientes, sino de la Tierra. Un joven Spider-Man peleaba torpemente contra un enemigo: el Hombre Molécula. Tras el breve combate, el villano no atacó... solo habló.
—Tú... eres más importante de lo que crees, Peter Parker.
—¿Por qué dices eso?
—Porque eres un ser ancla. —El Hombre Molécula tomó la mano de Peter y colocó en ella un símbolo brillante: un ancla que desapareció en un destello—. Lo entenderás cuando el tiempo sea correcto.
La imagen se desvaneció. Peter miró su mano derecha. Y allí, como una marca que nunca se fue... el símbolo del ancla resplandecía con suavidad.
—Esto es imposible... —murmuró.
Fenrir bajó la cabeza.
—Nada es imposible cuando los recuerdos encuentran su camino.
El grupo guardó silencio. Habían visto cosas que jamás imaginaron. Pero ahora estaban más conectados que nunca. La niebla comenzó a retirarse.
—Gracias por mostrarnos esto —dijo Luz con sinceridad.
—No me lo agradezcan a mí —dijo Fenrir—. Agradézcanle al bosque... y a los recuerdos que aún les quedan por descubrir.
Gus dio un paso adelante.
—¿Volveremos a verte?
—Siempre que el pasado los necesite... aquí estaré.
La niebla cubrió lentamente a Fenrir, y luego desapareció.
El grupo comenzó su regreso por el sendero. El bosque, aunque seguía silencioso, ya no parecía tenebroso... sino acogedor. Un lugar sagrado.
Y aunque todos caminaban hacia Huesoburgo, sabían que el verdadero viaje apenas estaba comenzando.
El sol ya comenzaba a bajar en el horizonte cuando los seis regresaron a Huesoburgo. El aire era más fresco, como si el bosque les hubiera dejado un pequeño recuerdo en la piel. Cada uno caminaba en silencio, digiriendo lo vivido. Fenrir, los recuerdos, el símbolo del ancla… todo parecía más grande de lo que podían comprender en ese momento.
Gus fue el primero en separarse del grupo. Prometió hablar con su padre y contarle la verdad. Los demás le desearon suerte, con una sonrisa tranquila. Él asintió con gratitud y caminó hacia su hogar.
La casa Porter estaba iluminada, y su padre lo esperaba en la puerta, visiblemente preocupado.
—¡Gus! —exclamó—. ¿Dónde estabas? Vi tu nota pero me dejaste inquieto.
Gus bajó la mirada, sintiéndose algo avergonzado.
—Fui al bosque del pasado… —dijo con sinceridad—. Tenía visiones, recuerdos que no entendía. Quería saber qué significaban.
Su padre frunció el ceño, pero luego suspiró y lo abrazó.
—Deberías haberme dicho. Pero entiendo por qué no lo hiciste.
Gus lo miró, sorprendido.
—¿En serio?
—Sí —respondió el Sr. Porter—. Cuando era joven, también me guardé muchas cosas por miedo a preocupar a los demás. A veces creemos que cargar con todo nos hace más fuertes… pero eso no es fortaleza, es soledad.
Gus asintió, con una lágrima que no supo de dónde vino.
—Gracias, papá. Prometo que ya no me lo guardaré más.
—Eso quiero oír —dijo su padre con una sonrisa, palmeándole el hombro—. Estoy orgulloso de ti, hijo.
Mientras tanto, en la Casa Búho, la tarde comenzaba a volverse noche. Las luces cálidas iluminaban los rincones, y un suave murmullo de tetera se mezclaba con la charla tranquila en la sala.
Peter y Luz se encontraban sentados cerca de la chimenea. Frente a ellos, Eda, Raine y King los observaban con curiosidad.
—¿Así que... un lobo gigante que habla les mostró recuerdos del pasado? —preguntó Eda arqueando una ceja.
—Sí —respondió Luz—. No era solo un lobo. Fenrir es como el guardián del pasado… nos mostró cosas que ni sabíamos que estaban en nosotros.
Raine asintió, cruzando los brazos.
—Ese bosque siempre fue extraño, pero no pensé que ocultara tanto.
Peter miraba fijamente su mano derecha, donde el símbolo del ancla, aunque invisible, aún lo hacía sentir algo distinto. No sabía si era psicológico... o algo más profundo.
—También hubo algo más —murmuró Peter—. En uno de mis recuerdos… vi a una persona llamada el Hombre Molécula. Me dijo que yo era un ser ancla.
Eda y Raine intercambiaron miradas.
—¿Y sabes qué significa eso? —preguntó King, inclinando la cabeza.
Peter negó con la cabeza.
—No lo recuerdo del todo. Ese recuerdo no es claro. Pero lo más extraño es que… al volver al presente, el símbolo que me dejó en la mano... reapareció.
—¿Crees que tenga que ver con… el multiverso? —preguntó Luz, con una mezcla de miedo y curiosidad.
Peter se quedó callado unos segundos. Luego levantó la vista.
—No lo sé. Pero tengo la sensación de que esto apenas empieza. Ese símbolo... esa advertencia... Y si el multiverso está conectado con nosotros, entonces puede que yo sea una especie de punto fijo entre realidades.
King se cruzó de patas, pensativo.
—Eso suena muy serio.
—Lo es —murmuró Peter—. Quizás la gran guerra multiversal que muchos temen… tenga algo que ver conmigo. No quiero ser dramático, pero… si soy un ser ancla, tal vez soy el único que puede detener lo que se avecina. O el primero que caerá.
Silencio.
Eda se levantó y puso una mano en su hombro.
—Sea lo que sea, no vas a enfrentarlo solo, telarañitas.
Peter sonrió levemente. Luz también lo miró con seguridad.
—Te respaldamos. Siempre.
Peter asintió, con el peso del mundo posado sobre su espalda… pero también con la fuerza de sus amigos en su corazón.
La noche los envolvía suavemente, y aunque todo parecía haber terminado, una nueva historia comenzaba a escribir su prólogo.
Afuera, la brisa nocturna traía consigo un murmullo lejano, casi imperceptible, como si el bosque aún susurrara secretos. Y en algún rincón del mundo, un nuevo eco resonaba… el eco de una guerra que aún no ha comenzado.
![El secreto de gus-[BI]Un secreto es cuando una persona recibe información sobre algo, ya sea desde documentos clasificados, e](https://image.staticox.com/?url=http%3A%2F%2Fpm1.aminoapps.vertvonline.info%2F9361%2Fb23f1ba8023a410cff1d33eed29f2cb081f99ba8r1-350-350v2_hq.jpg)
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