
CAPITULO 3: Dos caminos, Un destino
La luz del alba se filtró por los vitrales del palacio, tiñendo las paredes con un rojo cálido y silencioso. En el centro de la gran sala, José Enrique yacía en el suelo, rodeado del eco de una noche que cambiaría su vida para siempre. Sus párpados temblaron antes de abrirse de golpe. El corazón l...
