Epifanía limerente | :pencil2: Viñeta #WeCanShipAnything

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TW: This is a Vent Fic!

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Bajo la cristalinidad de sus ojos, espejos efímeros y herrantes, perdidos en unas aguas las cuales presagian infortunios y augurios, dos miradas iluminadas por el bermejo de sus ojos se hallaban enlazadas por un destino acerbo. Palpitante melodía la de sus latidos a mediamañana, los mismos arpegios que arremeten ahora mismo su alma y la encaminan suavemente a un navío sin bandera ni vigía, sopesando y navegando mareas nefelibatas y solemnes que despiden costas y atraen dos almas a la intempèrie.

Dos almas navegando bajo el manto de la intempèrie, lábiles ante la acuciante pasión de lo desconocido.

Durmientes ante la rareza de lo efímero y latentes ante el porvenir del destino.

Dos almas en augurio y en la pesadez de la vida, el camino de la belleza y lo inefable, perspicaces y pícara ante el destino.

Él arremata la fina tela que cubre sus espejos, vítreos e impotentes ante un poder maldito e ineluctable.

Los finos hilos que de amor matan y por matar, el odio crece. Impotente al dolor, las ramas de su desidia ramifican en su cuerpo y estrechan el corazón de un marinero perdido.

Florecen las manos, bajo su velo y manto, envuelven sus dedos y bajan por las espinas de su ruego.

Incapaz e insoluble, indefenso y carente de resiliencia. El costado quedó inundado por la mala dicha y la falsa fe. Perenne sus hojas y caduca sus esperanzas, debajo de la laguna fría, escarcha de la noche y garosa megalomanía. El cuerpo arrullado en la sombra, pendiente de un hilo sempiterno y fibroso, acunado por la angúnia de los mares.

Los hilos, las ramas, las raíces que poseen el ser de su inconsciente. Afincan su tráquea y bajan por los pulmones, donde se halla la tierra que de frutos subsiste el subsuelo. Florecen entre la magreza impoluta, entre cantos y aullidos el alma respira fastigosamente.

Osada la osadía, osadía osada que despoja a su lucero de su reflejo y mancha su silueta de malestar. Se fractura y fragmentan, las heridas fermentan en lamentos y los gritos ahogados perpetúan sus abismos. Cóncavo y rectilíneo, la exanime masa se desliza y sumerge en aguas turbias mientras su mente cae en la locura. Acechando entre las sombras, un susurro fino y melodioso, dulce cual venganza, enmela sus ojos y perece.

Ahora de su cuerpo pendiente queda un susurro vacío y de sus cuencas no caen lágrimas de dolor, si no de impotencia.

"Caída lágrima, no dejes que tu curso ocurra en vano, limpia las heridas putrefactas y riega los escombros del odio." El cuerpo, la malformidad, yacente cuál hoja de otoño, susurra entre llantos y desvaríos. Su mirada cae en el lago que sus lágrimas han abarcado y su cuello amenaza con apretarse. Las frágiles manos cubren su cuerpo y, ausentes, alzan la tela que cubre sus hombros. "Llena mis pulmones, desde la tráquea hasta los pulmones, calla mis lamentos y susurros, esclarece mis temores". La sombra asiente, arrelando sus extremidades, delicadamente, acunando cada hueso y filamento. "Lentamente, cubre mi cuerpo con espinas", las mismas que rozan en su garganta y resquebrajan sus dedos. "Deja que el odio brice mi miserable ser y dota mi vida de un sentido". Las hojas responden al tacto y se estremecen al o con el subsuelo, cunean el calcio entre entre su espíritu y su ser. "Oh, amor imposible y desechable, consigue lo imposible y cubre el cielo de gris".

Que las sombras se tiñan de rojo y azul, junto al brillo estelar de los diamantes y rubíes, el polvo será lo único en quedar.

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