Distante Soledad (A Mettaton And Muffet Story)

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- :sparkling_heart: - Hellooooooo. Welcome to this blog - :v: -

Se que uno esperaría este blog mucho antes pero boihs, son muchas palabras. Creo que alguna persona se acabará esto en una hora (y no bromeo) pero a mi me costo como... ¿5 días? No entraré tanto en detalle porque mi inspiración me abandono a medio relato, pero que sepan que el relato me encanto de una forma que nadie entiende.

De hecho voy a probar una cosa nuevo, que sería situar a la historia de forma cronológica en mi AU, o algunos datos especiales. Oh y... este es el link para el concurso y la captura son los personajes que me tocaron. Bye, nos vemos abajo uwu)/

Nombre: Distante Soledad

Palabras: 4017

Personajes: Mettaton y Muffet

Evento anterior más importante: La Creación del Robot (vista en un relato ya)

Evento posterior más importante: Nacimiento de un alma humana.

Linea Temporal: Número 3 (luego del RESET en esta linea de tiempo, se repite en las posteriores)

Advertencia

Esta es una historia con temática relacionada a un Ship Fandom. Pese a que no es mi culpa que me tocase en un concurso, quiero decir que me la pase en grande. Comentarios con respeto y con intenciones de ayudar son bienvenidos, pero aquellos comentarios que expresen odio serán eliminados o ignorados .3.)/

También van a ver muchas imágenes en el relato. Estás no tienen ninguna finalidad salvo hacer que los lectores no lean tanto. Espero les guste el escrito.

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La boca del robot era como un reloj según muchos de los conocidos que le rodeaban. Era una de las personalidades más activas del subsuelo, y una de las más galantes por igual, con una sonrisa que igualaba muchas veces la sonrisa de este. Extrañamente resultaba ser alguien molesto, compulsivo, deseo de temas de conversación por decir y expresar aunque nadie lo juzgaba pues una estrella podía dejar de brillar para siempre mas el momento de este, del robot, aun no llegaba. Necesitaba ser brillando, una necesidad que casi escalaba a la extrañes presente del monstruo grande.

Si alguien le hubiese dicho a Mettaton ese día, en su espaciosa oficina, que iba a tener que cerrarse en algún momento la boca este se hubiese reído, intentando en vano frenar la risa que escapaba de sus labios pintados de negro posicionando su mano derecha delante de la boca, sin un resultado positivo. Seguramente todo hubiese acabado con unos grandes papeles en la cara del emisor que dio la noticia o predicción mientras el robot volvía con sus guiones para shows o talentos de cocina. Pero aquella tarde Mettaton se encontró en una delicada situación de la cual, ni boca, ni influencia, y poco menos su gran cara metálica le iba a salvar.

Se quejo un poco cuando recupero la conciencia, sintiendo como algo sujetaba con fuerza todas sus extremidades a tal extremo que una gran dificultad para moverse tenía. Algo escapaba de su frente metálica, un charco de algo rosado que comenzaba a hacer un sonido largo y que se perdía por la profundidad de la misteriosa zona oscura. Intento moverse de vuelta, pero de vuelta, no tuvo éxito en tal hazaña y mucho menos trato de moverse una vez sintió alguien cerca suyo. Mas que amenazado se debía sentir indignado. ¿Acaso esa era forma de tratar a la estrella nueva del subsuelo? Bufo con una notable rabieta de niño pequeño, mirando hacia la zona donde dos ojos le observan. Lejos, cada vez menos lejos... cada vez más ojos y de colores oscuros se acercaban a su cuerpo encarcelado, aunque el robot mostró una sonrisa. Seguro estaba queriendo saber quien era, exigirle su liberación.

Aunque soltó un alarido de sorpresa, fue mayor por el ser de seis brazos delgados que le recibió, y no tanto por ser una mujer quien comenzaba a hacerse visible. ¿Como era consciente de eso? Mettaton, aunque hacía poco estaba trabajando en los camerinos, había tenido la posibilidad de explorar los cuerpos femeninos con detalle y sin dejarse alguno, no tanto por los desnudos. Era fácil reconocer el busto de la arácnida, uno sencillo. Sus piernas, caderas, todo era demasiado similar para que el robot pudiese confundirse... el calor corporal de ambos cuerpos era diferente, y el robot supo al instante quien estaba ahí. Ya más cerca de su atrapado cuerpo de metal, se encontraba una mujer de simple vestido rojo oscuro que poseía unas mallas negras. Su piel era morada, sus cabellos oscuros, negros como el carbón y sus ojos no poseía pupilas.

Los recuerdos del robot no fluían con una normalidad factible. Este comenzaba a soñar despierto en sus días anteriores y los rumores relacionados a las desapariciones por las abandonadas zonas del CORE, un suministro de energía que usaba la activa térmica de Hotland con el fin de generar energía a todas las casas que los monstruos. Incluso alguien que no se callaba nunca como Mettaton sentía un interés mayor por la herramienta y por las personas que se encargaban de su funcionamiento o revisión para las mejoras. Era preocupante que esas desapariciones apareciesen por esa zona, y ahora el robot recordaba que su infinita e insaciable curiosidad fue la que movió sus piernas por esas zonas oscuras... claramente no fue el movimiento más acertado acercarse a la zona de los reportes relacionados a estos sitios pero, de vuelta, nadie seguramente quería echárselo en cara.

—Vaya vaya... entiendo ahora porque te consideran tan atractivo al tener de cerca, y de hecho ahora considero de mejor forma que esos apodos que te han dado son, sin duda, muy elegantes y fascinantes.—la monstruo al frente suya se acerco lentamente, observando su rostro. El confuso robot no dijo nada, poco le interesaba la mirada sobre él aunque se quejo un poco cuando frunció la ceja derecha.—Oh, intenta no hacerte eso. Negarse a no probarte fue una complicada situación, así que simplemente me permití el lujo de saber si era verdad que las estrellas saben deliciosas.—dos de sus seis brazos comenzaron a acariciar los negros cabello de Mettaton.

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—Querida, sin duda has hecho una mala decisión haciendo eso e incluso te daré un consejo. A una estrella nadie la puede probar.

—Increíble, eres mucho más gracioso que en la televisión y mira que algunas veces llegas a sorprender.—ella comenzó a explorar el rostro del robot. Cada parte mecánica, cada metal, sus manos no deseaban dejarse ninguna zona sin explorar.—Y creo que soy la primera mujer que se acerca tanto a la deslumbrante estrella del subsuelo, la nueva esperanza... ni pareces una estrella ni alguien donde deba depositar mis esperanzas.—el robot gruño por debajo, haciendo que la mirada atrevida de la araña se centrase en él. Ahora acariciaba sus cabellos, e incluso enredo uno de estos con su dedo indice derecho.—¿Es orgánico?—su tono era suave, lento y algo bajo. Casi pareciese que deseaba que nadie escuchase esa pregunta.

—¿Orgánico?—dudo Mettaton, no sabiendo a que se refería.

—Digo, tu cuerpo no es una concentración de magia que toma forma en un ser como nosotros, sino que tú eres un robot y hasta donde se el pelo no le crece a los robots.—su lento movimiento con su dedo indice en los cabellos negros del robot eran suaves, armónicos. Mettaton hubiese dormido si no estuviese fascinado por la curiosidad de la chica y por su poderío.—Quiero pensar que no es una acumulación de pelo usando pegamento para que se quede en tu cabeza... oh capaz sí, quien sabe. La pinta que tienes no la tendré yo ajujujuju.—ella rio, rompiendo los pensamientos del robot con brusquedad. La situación se volvía inestable, saliéndose de control pero Mettaton aun mantenía la calma.

La clave de una buena actuación siempre consistía en mostrarle al contrario sus emociones por las expresiones que mostraba, no tanto por el tono que usaba. La estrella del subsuelo conocía eso, le gustaba de hecho, actuar delante de un público para recibir aquellos maravillosos aplausos, hacer reverencias elegantes para luego que le silbasen como el faro de luz que nunca dejaría de brillar. No aprendió a ser tan bueno en poco tiempo, y de hecho recuerda un frío ascendiente, como algo que le daba temor. Un miedo se intensificaba al recordar como movía y observaba sus manos, como fueron sus primeros torpes pasos y su... fascinación por el progreso.

El robot caía pero se alzaba, mejorado en muchos aspectos que le constaban tanto lograr. Incluso algunos le trataban de alguien sin prestigio ni honor por recibir estas habilidades sin ellos saber que el robot las había perfeccionado pese a ya tenerlas en su disco duro, en su almacén de datos. La estrella del subsuelo tendía a frustrarse de sobremanera cuando las personas le consideraban una patética representación de lo que debía ser y ahora la tipa al frente suya le criticaba por su pinta. ¿Acaso hizo algo él para merece tal cruel destino? De hecho poco se le ocurría para decir al robot pues la chica tenía un encanto magistral... supo ver que, si jugaba en ese mismo terreno, no acabaría por ganar.

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—Siendo honestos prefiero que me toques tú, con tus finas y delicadas manos mi rostro antes de que cualquiera otra chica lo hiciese.—elogió el aspecto de ella con sutileza, pero fue suficiente para hacer que la otra entidad en la oscura habitación se girase para verlo.

Mettaton rio en su interior. ¿Tan fácil había sido tener la atención de ella? Entendía que muchas veces las palabras de otros monstruos llegasen a afectar, y no ayudaba en nada parecerse a una araña que se dedicaba al secuestro de personas. Tampoco entendía porque alguien pensaría que una persona con esos gustos sería considerada una aliada. De hecho los monstruos no pueden comerse a otros monstruos pues solo son polvo, y el polvo poco gusto tiene e incluso alguien pensaría que comer canela resultaba mucho más gratificante pese a su fuerte sabor.

Ella se acerco, con un calmado paso y haciendo todo lo posible para que los sonidos de sus zapatos se escuchasen por la habitación. Igual que él, deseaba atención para sus siguientes palabras y la estaba recibiendo en forma de una cara dubitativa de Mettaton. Como no actuando, pero todo sabe que un buen actor nunca deja que nadie sepa que lo hace. Por eso él se consideraba el mejor en eso y disfrutaba ponerse en la piel de un personaje que nadie entendería, porque nadie le entiende tanto como él mismo.

Ella se posiciono cercana al rostro del robot. Tenía dos de sus seis brazos detrás de su espalda, los otros se encontraban cruzados o analizando de vuelta el rostro del robot usando su tacto. Como era de esperarse, este no reacciono de manera agresiva porque realmente no cambiaría nada.

—Bueno, ito que eres más agradable que cuando están rodando escenas de tu programa. Ahí pareces más... inalcanzable.—ella apretó sus manos en el cabello del robot con suavidad, poco a poco elevando el tacto de sus finos dedos en la cabeza de Mettaton. La miraba atónito, impaciente.—Y ahora que te veo mejor eres mucho más guapo que de costumbre. Seguro lo estarías más con tu cosmética y tus arreglos en el pelo.

—Con o sin mis arreglos viene de fábrica mi belleza, querida.—expreso el robot, con refinados aires, de esos que parecen dichos por el mismo rey del subsuelo. Muffet rió, una risa sincera y que demostraba su entusiasmo por la conversación.

—Y veo que detrás de todo ese cuerpo hay alguien que sabe como tratarme bien.—ella se paseo alrededor del contrario y cuerpo sujetado. Mettaton no pudo girarse, no podía seguir aquellos huecos sonidos de la habitación.—Estas enredado en un capullo. Había pensado usarte como una especie de aperitivo o para usos financieros. Algo me dice que me puedes servir de esa forma.—finalizo su corto paseo al frente del robot, ocultando la sonrisa en su rostro detrás de sus dedos. Mettaton le devolvió esa atención hacia su persona con una sonrisa presumida, agradecido por los aires de la joven tan poderosos.—¿No te sientes cómodo sujetado dentro de ese capullo, querida estrella? La hice especialmente para ti...—parecía dolida, afligida pero el robot no dudo ni un segundo en ser conciso y directo. Tan frío como su piel de metal.

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—Prefiero estar junto al fuego, sentado en mi sillón y resolver cinco sudoku's a la vez antes que pasar más tiempo reflexionando mi vida con una bella compañía como lo eres tú.—él sonrió. La contraria camino un poco, pero volvió al instante donde estaba.—¿No me dejarás ir?

—No creo. Verás... cuando alguien viene no suele irse nunca, se quedan aquí suplicando por unos minutos más de paz junto a mi. Al final acabarás por cogerme cariño, yo se que así será. La rapidez de eso depende exclusivamente de ti.—ella había levantado su cuerpo hacia los labios del robot, e incluso alguien pensaría que se iban a besar. El robot respiro en paz. Ella se retiro.—¿Alguna vez has pensado en las personas que no usan trajes de gala y deben vivir en lugares apartados? Ciertamente no es el caso en ti y yo muchas veces me pregunte como sería esa vida. Llena de joyas, de elegantes vestidos morados con plumas en mi cabeza. Tacones, pulseras, colgantes y por no decir los relojes. Solo los llevaría para presumir, no creas que los usaría para... saber la hora.—ella rió al ver la cara de confusión del contrario.—¿Sucede algo? ¿Acaso pensabas que una araña no hablaría tanto como tú?

—Nunca pensé que una araña con un gusto tan exquisito por el glamour fuese la causante de la desaparición de muchas personas.

Por un segundo el silencio reino en la oscura habitación. La cara de atónita de la contraria revelaba que aquellas palabras no eran sinceras o reflexivas, sino directas y confusas hasta el punto de morderse su labio inferior con una fuerza impresionante. Incluso llego a sobresaltarse por eso, debido a su acción tan repentina de fuerza que alarmo a Mettaton, quien alzaba su ceja confuso. ¿Aun seguían jugando? Claramente era agradable encontrar a alguien del mismo calibre e instinto competitivo que él, pero esta situación era muy diferente.

Las desapariciones son preocupantes en un lugar donde es imposible no darse cuenta que algunos desaparecen sin dejar rastro, y Mettaton sabía de eso. Por eso fue ahí, por su dichosa curiosidad de saber quien fue el causante de estas cosas como una excusa para sacarlo en su programa simple pero efectivo, uno que hacía que los monstruos no se centrasen tanto en la desolación del lugar donde residían. Como se decía siempre, hasta el punto de recalcarse varias veces, una estrella como Mettaton nunca dejaría de brillar por la eternidad.

—¿De que hablas?—ahora ella fue corta, directa y causando dudas en el contrario.

—Hace unas semanas...— comenzó a relatar Mettaton. La araña busco, al punto de sentarse en una cercana piedra. Se notaba interesada y, por ende, concentrada en las futuras palabras de la esperanza del subsuelo.—... algunos trabajadores encontraron planos de unas abandonadas instalaciones de las cuales no existen tantos registros, pero si los necesarios para indicar que la utilidad del lugar aun es factible y necesaria, por lo que varias mandaron a comprobar el lugar... por cierto, debo asegurar que las condiciones son pésimas. Polvo por ahí, algo en mi frente.—la contrario no rió, solo sonrió dulcemente. El robot suspiro, prosiguió.—Son tres personas que han desaparecido y mi curiosidad me venció, por lo que vine aquí para...

—¿Acabar como almuerzo para una araña?—el robot la miro, pero luego roto sus pupilas para no darle el gusto de verla.

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—No se que es peor, el hecho de pasar gran parte de mi eternidad atrapado junto a ti, sabiendo que no puedes alimentarte de mi, o nunca saber que paso con Tobias.

—¿Tobias?—se mostró interesada. Estiro su cabeza levemente, su espalda igual.—¿Quien es Tobias?

—Es un monstruo que vive en la capital. Se trata de un libro viejo andante, cascarrabias, algo critico con la forma de vestir ajena a un traje elegante, motivo por el cual siempre debo ir con uno de estos a verle para que no me pegue con su bastón.—aunque complicado era para un coyote mayor hacerle daño a otro ser, Mettaton encontraba esa actuación complicada de poner para sentirse intimidado.—Trabaja como director en el banco de la capital, encargado de istrar diferentes cuentas a todos los monstruos que habitan ahí. De hecho fue la persona encargada de dar el dinero suficiente para la investigación de donde ahora hablamos, para sacar beneficio al tener acciones en este lugar pues parte de la energía iría destinada a él... como dije, un libro viejo andante que, pese a sus dolores de espalda tan notorios, sabe que como ganar dinero.

Ella agacho la cabeza, fingiendo una especie de remordimiento macabro antes de echarse las manos a su cabeza. Mettaton la observa porque eso era lo único que podía hacer, observar con detenimiento aquella enigmática figura de esbelto cuerpo. Sus pensamientos eran como las olas del mar sacudidas por los grandes remos, eran potentes esos fugaces recuerdos e igual de impresionantes. Al final perdió la pista de la contraria mujer, quien volvió a pasearse por la zona que rodeaba al capullo sedoso de Mettaton hecho por ella. La araña le observaba. Sus cinco ojos le observan con detenimiento, mostrando esa curiosidad misma reflejada en el robot, no obstante aquel atrapado se encontraba calmado, paciente, un poco asustado pero nadie le juzgaría si le viesen.

—¿Es el coyote de piel negra en su hocico, blanco cerca de sus ojos y un brillante naranja?

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Una descripción exacta de aquel que busco, salvo por el detalle de su lentitud al andar pensaba en su mente el robot mientras era acariciado por la contraria con una coquetería que antes no recordaba ver. Ese hombre acabará siendo mi ruina, la mía y claro, la de mi rostro que tanto costo de hacer afirmo el prisionero de la araña en su mente, no permitiendo que su boca lanzase esos pensamientos como si estuviese escupiendo su conocimiento sobre todo lo que pasaba por aquel alejado lugar que era su mente.

Sintió el abrazo de una liberación forzosa y rápida, este ni dudo en abrazarse contra el suelo antes de levantarse de vuelta. Visto de cerca Mettaton era tan grande como un armario, quizás si alguien se acercaba más de cerca, vería que esa comparativa era errónea porque sus tacones morados era aquello que le daba esa altura tan imponente. Su mirada se centro en su frente y su mano derecha se acerco hacia esta, moviendo sus desechos cabellos negros. Cuando finalizo comprobó el rastro de una pequeña herida provocada por la que ahora se encontraba al frente suya. La mirada sin descaro, la analizaba ahora que la tenía delante suya y a mejor vista, sin que esta se moviese. Comenzó a limpiarse un pequeño rastro de polvo en su hombro derecho.

—Querida, agradezco en gran detalle que me liberases de la misma prisión en la que metiste pero, por muy dura que sea mi despedida, creo que debería partir con aquellos que secuestraste.—hablo el robot, empleando un tono elegante, fino pero que demanda autoridad y respeto. Muffet no se movió, pareció aun más confusa.—¿Acaso comer insectos te hace más guapa pero menos capaz de entender las oraciones que te digo?

—Yo no secuestre a nadie...—ella giro la cabeza confundida por la afirmación de Mettaton, quien quedo reacio a escucharla debido a su cabeza alejada levemente.—No es culpa mía que la gente venga a visitarme ajujujuju.—soltó su carcajada típica. Mettaton rió, aunque fue por los extraños nervios que comenzó a tener cuando la escuchó reírse. Freno en seco, jugando con un pequeño collar que rodeaba su cuello.—Ese tal Tobias me debería dejar en paz. Ellos entraron en mi territorio y sin embargo, pese a que les intenté explicar que este era mi hogar... bueno, se dice que las cabras son testarudas pero nunca vi a un coyote así.

—Ya era tenaz incluso cuando era joven, así que no me sorprende para nada que me dijeses eso como aquello que más resalto.

—No sabía que lo conocías desde tanto tiempo.

—¿Porque hiciste caso nulo a lo que le dijo?—ignoro la respuesta de su acompañante. Intento rehusar el o físico pero desistió, le encantaba sentir el calor de un cuerpo por su fría piel, aunque fuese de alguien que no conociese mucho.

—Porque este es mi hogar. Uno no puede simplemente venir y decirte que te echarán de casa por ordenes de un rey que hace bien sentándose en su casa. A ti por lo menos te veo en algún lado, incluso pese a que ya me seas una molestia... te veo. A ese rey yo no le debo nada, yo me gano la vida haciendo... repostería.

—¿Y porque Tobias no deja de visitarte?—cuestiono el robot, confuso aunque con notoriedad. Estaba descubriendo una faceta diferente de su socio, una a la que aquella araña demostró desprecio por como bufo.

—Quien sabe. Suele venir casi todos los días. Al principio le dejaba entrar porque era agradable hablar con alguien que no te juzgaba mucho por como luces, por tu personalidad... por tu aspecto físico.—Mettaton entendía eso, pero se lo guardo muy en el fondo.—Al final me termine por cansarme y ya si venía no le veía. Pensaba que se hartaría de mi, pero al parecer si es muy tenaz... me deja regalos.

—Entonces... las otras dos personas que han desaparecido estos días...

—Son dos de sus empleados, sí... vienen constantemente o se turnan para visitarme, para que no me harte de ninguno de ellos dos aunque ni los soporto. Uno tiene una boca demasiado presumida, incluso para mi gusto y el otro guarda tanto silencio que parece que este hablando con una especie de maniquí.—otro lejano recuerdo que se perdía en la mente de Mettaton. No le dio tantas vueltas.—Como puedes ver secuestro no hubo ninguno... pero si personas demasiado insistentes.

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Los pensamientos de Mettaton giraban en torno a las cosas dichas por aquella mujer al frente, incluso apoyo su mano completa en el mentón como si estuviese pensando, encajando las pistas. Tenía el cerebro más grande del subsuelo, y la memoria perfecta para nunca olvidar nada. Su procesador era rápido, tan rápido quizás como una persona corriendo, y pudo encajar todas las pruebas con facilidad. ¿Era posible que Tobias no estuviese concentrado por la presencia femenina, por la araña? ¿Un amor entre ambas especies, de edades tan diferentes? Habían indicios de este tipo de relaciones pero uno pensaría que la belleza no radica tanto en el exterior, sino en el interior. Mettaton así lo pensaba, por lo menos.

—Cariño, aunque la idea me duela decirla, creo que deberías cambiar de hogar.—aclaro Mettaton, paseando por la zona con notoriedad. Demando a la araña atención con la fuerza que golpeaba el suelo.—Este sitio va a ser de ellos, quieras o no, en especial teniendo en cuenta que ya hay una orden que indica que la propiedad esta pasa a ser del banco.—se giro. En su rostro había algo comprensivo, y su sonrisa había decaído. Incluso pataleo el suelo al mismo tiempo que la contraria.—Querida...

—Muffet.

—¿Disculpa?—pregunto el robot, confuso.

—Mi nombre... me llamo Muffet. Muffet la araña, algo que hasta ahora nadie sabía porque todo el mundo escapaba de mi o solo venía para no escucharme.—ella se acerco al robot, que aun seguía perdido entre los movimientos contrarios.—De acuerdo, este sitio estaba bastante sucio para mi gusto así que deberé irme...

—Los monstruos se caracterizan por ser sedentarios. Tarde o temprano, pese a que siempre nos movamos, encontraremos ese lugar que nos hace sentir bien.—el robot observo la salida, cruzo los brazos y miro a la araña.—¿Deseas que te espere, cariño?

—No... puedes irte solo. Ya se donde ir, ya se que debo hacer.

El robot entendió, entendió como nadie eso. Sentirse solo, frío, distante era algo que nadie deseaba nunca pero él lo experimento en todo su auge. Lo experimento en sus primeros minutos eternos de vida, esos fríos eternos segundos en los que nada sentía. Era un frío tan grande que sentía poco calor, de hecho ni lo sentía, y una soledad gran soledad le inundaba, tan grande, demasiado presente y digna de temer. El robot sabía la mezcla de emociones que aquella presentada, Muffet, comenzaba a sentir pero sabía una verdad que nadie cambiaría, nadie lo haría. Al final todo se acabaría por solucionar.

Y con esos pensamientos partió camino hacia la salida, una salida iluminada por el blanco de afuera, con la esperanza de retirarse para siempre de un lugar que ahora le traía un amargo recuerdo. Después de todo ya no quería saber nada de esto, pues todas las inversiones iban a pasar a Tobias, quien le dijo de comprar este lugar. Ahora sabía que ya nunca podría mirar bien a la araña que vivió aquí, sabiendo la estupidez que hizo. ¿Acaso el guardaba un aprecio por ese juego de palabras? ¿En verdad solo aprecio el exterior, más no el interior? Mettaton no se molesto en responder esas preguntas, pues tampoco sabría como hacerlo. Así que partió, y se alejo, escuchando el suspiro apagado de Muffet.

“La chica es sabe como brillar, y eso que la estrella del subsuelo es aquella que lo dice.”

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1. Muchos monstruos tienen un resentimiento por Asgore, en especial por dar parte de sus impuestos al rey. Yes, es una situación vivida en España así que me gusto la idea de incluir eso en el relato

2. Tobias Micar es un personaje propio de mis historias, y es vital en la vida de Mettaton ya que se encargo de invertir en sus programas debido a la excéntrica personalidad del robot fantasma. No son amigos, y el porque Mettaton va a poder este coyote es debido a que se encarga de istrar muchas cuentas bancarias en New Home.

3. Mettaton es un adicto a las películas, y de hecho, uno de sus pasatiempos es este. Debido a esto tiene un gusto exquisito por la interpretación de personajes.

4.

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