-;; Buscando el ocaso. (( :sunrise_over_mountains: )) - Participación, #WritingJoy.

¡Buenas!

Me presento. Yo soy Anne, y no, aunque parezca una nueva usuaria, este no es mi primer blog.

Probablemente me conozcas bajo el pseudónimo de "Mei", pero ese nombre cargaba con mucho peso. ¡Por lo que cambié de cuenta! Sigo siendo yo, solo que tengo un nombre diferente y he empezado desde cero.

Dolió haber perdido mi nivel 16, pero este cambio fue por mi propio bien.

Dejo de extenderme, y les presento mi participación en el concurso... ¡Joyful moments!

En esta ocasión, me tocó alegrar a Flowey la flor, un personaje bastante complejo a mi parecer; por eso, intenté plasmar esa complejidad en el escrito que leerás a continuación. Dicho eso, ¡Nos vemos al terminar!

Palabras;; 1333.

Caracteres;; 7984.

Párrafos;; 51.

Oraciones;; 120.

Tiempo;; Muchos días xd.

El tiempo ya no pasaba para alguien como él. Quizá, durante los primeros años las cosas eran distintas. Sí, así era. Un descubrimiento nuevo a cada paso, errores de los que aprender y realidades distintas que conocer. Esos primeros años son toda una aventura, una etapa de crecimiento e inocencia. Lastimosamente, el corazón del pequeño nunca pudo crecer completamente. Una tragedia habría arrebatado la felicidad en él; y no solo eso, si no, cualquier rastro de sentimientos.

De todas formas, en su nuevo cuerpo, él intentó.

Experimentó repetidas veces. Un claro ejemplo de ensayo y error. Probó nuevas experiencias, en lo que parecía una desenfrenada búsqueda de una nueva identidad. Él estaba pérdido, desolado, intentando poder sentir la misma alegría que solía sentir.

Buscaba llenar aquel asfixiante vacío, que irónicamente lograba llenar con aquellas horribles emociones y una terrible obsesión, que podrían incluso llegar a acabar totalmente con su cordura.

Al menos... Aquella búsqueda lo mantuvo de cierta forma entretenido. Tenía un propósito que cumplir; encontrarse a sí mismo en su nuevo cuerpo, y ser feliz.

Y lo intentó. Continuó por años esa búsqueda que parecía no tener final.

Despues de tantas decepciones, todo eso parecía un sueño lejano. Parecía el anhelo de un niño pequeño, que desea con todo su pequeño corazón el poder volar, aunque sabe perfectamente que es imposible.

Y como pétalos cayendo de una flor marchita, perdió totalmente la esperanza. Con ello, la abrumadora sensación de perdición aumentó.

Y así, la monotonía enjauló al tiempo, provocando que a los ojos de aquel ser cada día fuera igual al anterior.

Pero, la realidad era distinta. Sí, sería una falacia decir que la rutina no estaba apoderada de aquel reino, pero pese a eso el optimismo seguía presente en los corazones de sus habitantes. En cada uno de aquellos esperanzados seres. Salvo él.

Siempre era la excepción a la regla, ¿porqué? Era una pregunta que siempre se planteaba, cada día, entre el rocío fresco de la mañana que le recordaba que su única compañía eran esas frías gotas.

Un alma atrapada en una flor, ¿Le esperaría algún destino más que la condena eterna?

Parecía que no, y él ya lo había aceptado.

. . .

Transcurren los días, todos iguales para él.

Ya había pasado un tiempo desde que aquel humano había liberado a los monstruos, con nada más que su cálida sonrisa y fuerte determinación..

Una determinación que incluso llegó a traspasar la dura coraza que cubría su blando corazón.

Sonrió levemente al recordar eso. Era un buen chico, sin duda, y haber sobrevivido a aquella travesía era todo un mérito. Posiblemente estaría en la superficie, disfrutando de los pies de Toriel, saliendo por ahí con sus nuevos amigos, bromeando con los esqueletos, o quizá entrenando con la chica pez. Todo eso, mientras él seguía ahí.

De pronto, unos suaves pasos se escucharon. Pudo divisar una sombra mediana acercarse.. ¿Quien era?

No tardó en darse cuenta. El pequeño humano, quien por alguna extraña razón había conseguido bajar al subsuelo. Llevaba en sus manos un objeto singular, una maceta de arcilla. Alguien había escrito las siguientes palabras sobre el objeto, con una torpe caligrafía. "Flowey".

¿Qué pretendía? Se giró con brusquedad, quedando cara a cara con el humano. Bueno, cara a piernas, nótese la diferencia de altura. El niño había crecido desde la última vez, ya no era tan pequeño. Debería estar midiendo 1,60, lo cual ya era algo.

El niño se puso en cunclillas, mirándolo con cierto ápice de curiosidad. Jugaba con sus dedos, chocándolos contra la maceta una y otra vez. Flowey lo miraba extrañado. ¿Había recorrido todo el subsuelo, solo para ir a verle?

- ¡H-hey! ¿Qué demonios haces? ¡S-suéltame, maldita sea! Chillaba, mientras el chico tomaba una pequeña pala que llevaba en el bolsillo, y cavaba en la tierra hasta dar con las raíces de la flor. Depositó la tierra extraída en la maceta, para luego, con cuidado tomar la flor entre sus manos. Le dedicó una amplia sonrisa.

- ¡Hmph! - Fue lo único que emitió desde sus labios, mientras cubría las raíces de Flowey que ya estaban dentro de la maceta. Diablos, estaba atrapado.

No tardaron en comenzar a caminar, más bien, el humano caminaba mientras sostenía la maceta. Con cierto desdén, él había aceptado su nueva condición, aunque no le agradaba totalmente la idea de depender de aquel niño.. Patético. Sí, eso era, un niño patético.

Un niño patético que al parecer quería ayudarlo. ¿O dejarlo en ridículo? No sabía, pero parecía resignado, por su desilusionada expresión.

Parecía llevar mucho tiempo caminando. El niño acariciaba sus pétalos con cuidado, lo que le daba una leve sensación de tranquilidad. Y sentía que el tiempo estaba pasando, por primera vez en tanto tiempo.

Miraba a sus alrededores, mientras seguía su recorrido. El inframundo se veía diferente. Todas las casas estaban igual, solo que muchos se llevaron sus pertenencias al salir. Los poblados y campos no habían cambiado, pero se percibían solitarios debido a la falta de gente. Antes creía que unos pocos monstruos se habían quedado, pero al parecer todos se marcharon.

El silencioso viaje pudo verse interrumpido por la suave voz del humano. Espera, ¿Estaba hablando? Flowey se sorprendió, y le escuchó atentamente.

- Tardamos en venir a buscarte. Lo siento, pero estábamos muy ocupados intentando sacar a Onion-san. Es bastante pesada, y no cabía en los túneles. Tuvieron que ampliarlos, lo cual tomó mucho tiempo. - La voz del chico era bastante pacífica y tranquila, como la de un ángel. Hablaba con cierta elocuencia para su edad, lo cual impresionaba a Flowey. La flor simplemente asintió, para luego tomar la palabra.

- Supongo que.. ¿está bien? - Diría, manteniendo la sorpresa en su tono de voz. Así, el silencio se apoderaría del viaje una vez más, y lo único que se escuchaba en el vacío del inframundo, eran los pasos del humano.

Finalmente, tras un largo recorrido, llegaron a la barrera. Flowey estaba muy ansioso. No recordaba muy bien cómo era el mundo humano, o siquiera como se sentían los rayos del sol, pero moría por sentirlo una vez más.

- ¿Preparado? - La flor asintió instantáneamente ante la pregunta del chico. Estaba más que listo; era un momento que había esperado por siglos.

Y antes de que pudiera darse cuent, el humano se aferró a su maceta, mientras dejaba atrás la boca de lobo, y con ello, daba lugar a la intensa luz del sol.

El choque de los rayos contra sus frágiles pétalos le llenó de vida. Estalló en llanto; un sincero llanto, que manifestaba una infinita alegría que nublaba todo su sentir. Tanto tiempo había aguardado por este momento. Había estado... Tanto tiempo sumido en la agobiante oscuridad de las cavernas, acompañado únicamente por su desesperación, ansiedad, y manojo de terribles pensamientos que le llevaban lentamente a la locura.

Pero ahora, con la luz del gran astro llenándole de vitalidad, no podía hacer nada más que sonreír y agradecerle al humano repetidas veces.

Llegó a sentirse verdaderamente importante para alguien.. ¡El niño se había tomado la molestia de ir a buscarle, y mostrarle esta maravilla!

Sus estupefactos ojos volarían en todas direcciones. El cielo, era hermoso, ¡No lo recordaba así! El color carmesí del atardecer le conmovía profundamente. No podía creerlo.. Se sentía tan pequeño al ver todo lo que existía en la superficie, y como todo fluía en armonía.

Veía como las ramas de los árboles a lo lejos se agitaban; parecía que le estaban saludando.

Escuchaba el murmullo de un riachuelo cercano, que parecía darle la bienvenida junto al bello cantar de los pájaros, el cual se asemejaba a una gran orquesta.

Volteó hacia el humano, sin palabras. Este, abrazó la maceta con fuerza, para luego abrir la boca.

- Te llevaré a casa, con mamá.

Y así, la silueta del niño se desvanecía mientras dejaba atrás el imponente monte, que se erguía ante el poblado junto al bosque que yacían a sus pies. Un monte ya vacío, un monte en el que nunca nadie volvería a sufrir en su interior.

Despedida.

Bien, eso ha sido todo por hoy.

Espero les haya gustado, y si es así, no teman en expresarlo.

Bueno, de verdad espero ganar algo en este concurso. Y si no es así, no importa, me alegro de haber participado.

Cabe aclarar que las imágenes usadas como decoración no son de mi propiedad, créditos a sus respectivos autores.

Una vez todo eso dicho, Anne se despide.

¡Nos vemos, hasta la próxima!

#WritingJoy