:crown: Corona de lágrimas :crown:

Capítulo V: Despedida inminente

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Horrorizada al acabar de escuchar aquel rumor sobre el zoológico de Diamante rosa y la perdida total de Dokune, salí corriendo lo más que pude del templo para salvarlo.

Cuando llegué a las colinas, claramente se podían ver una cierta cantidad de naves flotando, aterrizando y despegando por encima de la aldea. Supe que aquel rumor era cierto.

Faltaba poco para llegar a la aldea, y entonces me topé con un escuadrón de Cuarzos con el puesto de guardia al decirme que la zona estaba restringida.

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Les hice creer que había entendido su advertencia y me retiraba, cuando lo que realmente hice fue rodearlas y encontrar un lugar donde pudiese entrar sin que nadie me encontrará. Al conseguir adentrarme a la aldea ví todo un pelotón de gemas.

No sabía que hacer al ver demasiadas gemas al tratar de capturar a todos los aldeanos. Carnelians, amatistas, Topazes como capturadoras, dos Ágatas azules como comandantes y nefritas como pilotos.

Al ser demasiadas gemas, Diamante rosa debe querer demasiado a los humanos para un fin. El cual es demasiado desconocido.

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Egoístamente, me concentre sólo en Dokune, en vez de los demás aldeanos. Sin embargo tuve dos grandes obstáculos al pasar por la aldea que mostraba solo escombros, los Cuarzos quisieron detenerme y los aldeanos que me atacaban, ya que ellos se defendían de todo ser que fuese diferente a ellos.

Por suerte pasé a los cuarzos, lo que me costó trabajo fueron los aldeanos que me arrojaban piedras y palos. Ya estando casi al centro de la aldea, pude encontrarlo siendo perseguido con otros humanos por soldados Topaz, solo pude salvarlo a él.

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Cuando nos escondimos en una choza que apenas y podía mantenerse de pie, pude verlo, su cara de horror y miedo.

Tarde unos minutos en tranquilizarlo pero finalmente pude hacer que volviera en sí. Corrimos hacía el bosque en el que siempre nos veíamos de contrabando, ya faltaba poco para estar a salvó, cerca de pasar al otro lado, enfrenté del río donde nos vimos por primera vez...

Pero, todo se derrumbó en un instante...

Una lanza nos atravesó a los dos

Creí que todo ya había pasado pero no, antes de llegar al río mientras seguíamos corriendo, yo me adelante un poco pero aún sostenía su mano y cuando voltee para verlo sonreír, note que un aldeano nos siguió creyendo que yo lo había capturado. Para cuando me dí cuenta, ya teníamos la lanza atravesada y mirándonos fijamente.

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Me quedé aturdida del momento, mientras veía que Dokune expulsaba un líquido color carmesí desde la herida y saliendo de su boca, viendo cómo aquel brillo de sus ojos se empezaba a transformar en un profundo agujero sin vida.

Pronuncie su nombre y estaba por tocar su rostro, pero en el momento mi forma física se encerró en mi gema haciendo que cayera en el río y camuflada por las piedras del agua.

Cuando pude volver a mí forma física salí del río de un impacto, sin olvidar lo que había pasado. Mire por todos lados y solo podía observar que ya era de noche, pues cuando sucedió la tragedia estaba atardeciendo, por lo que pasó unas horas desde que volví.

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Mire al suelo y ví cuatro huellas de pies descalzos, uno de Dokune y el otro posiblemente del que nos atacó.

También pude observar que había más huellas, pero estos tenían forma de zapatos, por lo que entendí es que llegaron hasta aquí los soldados de Diamante rosa y se llevaron a los dos.

Todavía no me había rendido, por lo que decidí buscarlo teniendo la esperanza de encontrarle.

Corría y corría, buscaba y buscaba, sin haber podido encontrarlo y llegar nuevamente al río. Caí arrodillada enfrenté y mirando al río, no por cansancio, sí no por que estaba aceptando que lo había perdido.

Y cuando lo acepte, exploté en llanto ocultando mi rostro con mis manos, siendo la luna mi única compañía y testigo. Esa fue la primera vez que pude saber lo que era el dolor y sufrimiento...

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Aún seguian siendo 762 años para el final del reinado de Diamante rosa...

Siguiente capítulo

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~Aceptación de una negación~

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Capítulo l: ¿El inicio o el fin de un corazón?

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Capítulo ll: La gloria de los corazones blancos

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Capítulo lll: El templo de la diosa lunar

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Capítulo IV: Rumores que duelen