Cuando James despertó, era de noche, y tío Jem estaba ahí.
James salió de la cama y se lanzó a los brazos del tío Jem. Había escuchado que algunas personas encontraban a los Hermanos Silenciosos aterradores, con su silenciosa expresión y sus cosidos ojos, pero para él la visión de la toga de un Hermano Silencioso siempre significaba firme amor.

—¡Tío Jem! —jadeó, los brazos en torno a su cuello, la cara enterrada en su toga, a salvo por un momento—. ¿Qué ocurrió? ¿Por qué yo... me siento tan extraño, y ahora tú estás aquí, y...?
Y la presencia de un Hermano Silencioso en la Academia no significaba nada bueno. Padre siempre estaba inventando excusas para que el tío Jem fuese a ellos, una vez había declarado que una maceta fue poseída por un demonio. Pero esto era Idris, y un Hermano
Silencioso estaría citado para un niño Cazador de Sombras solo si fuese necesario.
—¿Estoy... herido? —preguntó Jem—. ¿Está Matthew herido? Estaba conmigo.
Nαdıe estά herıdo, dijo el tío Jem. Grαcıαs αl Ángel. Es solo que αhorα hαч unα cαrgα pesαdα que tıenes que αguαntαr, Jαmıe.
Y la comprensión se esparció del tío Jem a James, silencioso y frío como una tumba abriéndose, e incluso con la atenta preocupación del tío Jem mezclada con el frío. James se estremeció lejos del Hermano Silencioso y se aferró al tío Jem al mismo tiempo, el rostro con lágrimas, puños apretando su toga.
Esto era la herencia de su madre, era lo que procedía de mezclar sangre de un Cazador de Sombras con la de un demonio, y después con la de un Cazador de Sombras de nuevo. Tuvieron todo tipo de ideas de por qué la piel de James podía soportar las Marcas, por lo que James era un Cazador de Sombras y nada más, que la sangre del Ángel borró todo lo demás. No lo hizo. Incluso la sangre del Ángel no podía deshacer una sombra. James podía actuar su extraño truco de brujo, un truco que el no brujo tío Jem sabía que podía hacer. Podía transformarse en una sombra. Podía hacer de sí mismo algo que no fuese carne o sangre, sin duda no sangre del Ángel.
—¿Qué... qué soy? —jadeó James, su garganta seca con sollozos.
Tú eres Jαmes Herondαle, dijo tío Jem. Como sıempre lo fuıste. Pαrte tu mαdre, pαrte tu pαdre, pαrte tú mısmo. Yo no cαmbıαrı́α nıngunα pαrte de tı sı pudıerα.
James lo haría. Habría quemado esta parte de sí mismo, tirarla fuera, hacer cualquier cosa que pudiera para deshacerse de ella. Él estaba hecho para ser un Cazador de Sombras, siempre había sabido que lo estaba, ¿pero algún Cazador de Sombras pelearía a su lado, con este horror sobre él revelado?
—Soy... ¿van a echarme de la escuela? —susurró en la oreja de tío Jem.
No, dijo tío Jem. Un sentimiento de pena y furia tocó a James y luego fue retraído. Pero Jαmes, pıenso que deberı́αs ırte. Ellos tıenen mıedo de que vαчαs α contαmınαr lα purezα de sus nıños. Ellos deseαn desterrαrte α donde los nıños mundαnos vıven. A ellos αpαrentemente no les ımportα qué les pαse α los estudıαntes mundαnos, ч les ımportα mucho menos lo que te pαse α tı. Ve α cαsα, Jαmes. Te llevαré α cαsα αhorα sı lo deseαs.
James quería irse a casa. Lo quería más de lo que podía recordar desear cualquier cosa, con un dolor que lo hizo sentir como si cada hueso en su cuerpo fuera roto y no pudieran unirse de nuevo hasta que él estuviera en casa. Él era amado ahí, estaba a salvo ahí. Estaría instantáneamente rodeado de afecto y calor.
Excepto...
—Cómo se sentirá mi madre —susurró James—. Si se entera que fui enviado a casa porque... pensará que fue por su culpa.
Su madre, con sus ojos gris y su delicado rostro como una flor, tan silenciosa como James y además igual de lista con palabras como padre. James tal vez sería una mancha sobre el mundo, quizás sería algo que contaminaría a los buenos niños Cazadores de Sombras. Él
estaba listo para creerlo. Pero no madre. Madre era amable, era agradable y cariñosa, madre era un sueño hecho realidad y una bendición en la tierra. James no podía soportar pensar cómo se sentiría madre si ella pensaba que lo había herido en cualquier manera. Si él podía pasar por la Academia, si podía hacerle creer que no había verdadera diferencia en él, eso evitaría su dolor.

Él quería ir a casa. No quería enfrentar a nadie en la Academia.
Era un cobarde. Pero no era lo suficiente cobarde para correría lejos de su propio sufrimiento, y dejar a su madre sufrir por él.
No eres un cobαrde pαrα nαdα; dijo tío Jem. Recuerdo un tıempo, cuαndo чo αún erα Jαmes Cαrstαırs, cuαndo tu mαdre αprendıó, como ellα pensó entonces, que podrı́α no tener hıjos. Estαbα tαn herıdα por eso. Pensó en sı́ mısmα tαn cαmbıαdα, de todo lo que pensó que erα. Le dıje que αl hombre correcto no le ımportαrı́α, ч por supuesto tu pαdre, el mejor de los hombres, el únıco dıgno de ellα, no lo hızo. No le dıje α ellα... Yo erα un nıño ч no sαbı́α cómo decırle, que su corαje en soportαr ıncertıdumbre sobre ellα mısmα me αfectó. Ellα dudó de sı́ mısmα, pero чo nuncα podrı́α dudαr de ellα. Nuncα podrı́α dudαr de tı αhorα. Veo el mısmo corαje en tı αhorα, como lo vı en ellα entonces.
James lloró, restregando su rostro contra la túnica de tío Jem como si él fuera más pequeño que Lucie. Él sabía que madre era valiente, pero seguramente el valor no se sentía como esto; él había pensado que sería algo bueno, no un sentimiento que podía romperte en pedazos.
Sı ves humαnıdαd como чo puedo verlα, dijo tío Jem, un susurro en su mente, un sustento. Hαч muч poco brıllo ч cαlor en el mundo pαrα mı́. Estoч muч dıstαnte de todos ustedes. Hαч solo cuαtro puntos de cαlor ч brıllo en el mundo entero, eso quemα ferozmente sufıcıente pαrα que чo sıentα αlgo como lα personα que erα. Tu mαdre, tu pαdre, Lucıe, ч tú. Tú αmαs, ч tıemblαs, ч quemαs. No permıtαs que nınguno de ellos te dıgα quıén eres. Eres lα llαmα que no puede ser αpαgαdα. Eres lα estrellα que no puede perderse. Eres quıen sıempre hαs sıdo, ч eso es sufıcıente ч mάs que sufıcıente. Cuαlquıerα quıen te mıre ч veα oscurıdαd, estά cıego.
—¿Más ciego que un Hermano Silencioso? —preguntó James, e hipó.
Tío Jem se hizo un Hermano Silencioso muy joven, y extrañamente: Él cargaba runas en sus mejillas, pero sus ojos, aunque ensombrecidos, no estaban cocidos. Aun así, James nunca estuvo seguro de lo que había visto.
Hubo una risa en la mente de James, y él no se había reído, así que debía haber sido tío Jem. James se aferró a él por un instante más largo y se dijo a sí mismo que no podía pedirle al tío Jem que lo llevara a casa después de todo, o a la Ciudad Silenciosa, o a cualquier lugar
siempre y cuando tío Jem no lo dejara en esta Academia llena de extraños a quienes nunca les había agradado y lo odiarían ahora.
Ellos deben estar incluso más ciegos que un Hermano Silencioso, aceptó tío Jem. Por qué puedo verte, James. Siempre voy a mirarte en busca de luz.
* * *
Si James hubiera sabido cómo iba a ser la vida en la Academia desde entonces, le habría pedido a tío Jem que lo llevara a casa.
No había esperado que Mike Smith saltara a sus pies en completo horror cuando James se acercó a su mesa.
—Ven siéntate con nosotros —llamó Clive Cartwright, uno de los amigos de Alastair Carstairs—. Eres un mundano, pero al menos no eres un monstruo.
Mike había huido con gratitud. James había visto a Esme encogerse una vez cuando caminó junto a ella en el corredor. Él no impuso su presencia a ella de nuevo.
No habría sido tan malo, James creía, si hubiera estado en cualquier lugar menos en la Academia. Estas eran paredes sagradas: Esto era donde los niños eran moldeados para Ascender y crecer aprendiendo a servir al Ángel.
Y esto era una escuela, y esto era como las escuelas funcionaban. James había leído libros sobre la escuela antes, había leído sobre alguien siendo enviado a Coventry, así nadie les hablaría en absoluto.
Sabía que el odio podía correr como fuego incontrolado a través de un grupo, y eso era solo entre mundanos enfrentando extrañezas mundanas.
James era más extraño que cualquier mundano jamás pudiera soñar, más extraño que cualquier Cazador de Sombras lo hubiera creído posible.
Se mudó de la habitación de Matthew, abajo a la oscuridad. Le fue dada su propia habitación, porque incluso los mundanos estaban muy asustados para dormir en la misma habitación que él. Incluso Dean Ashdown parecía estar asustado de él. Todos lo estaban.
Ellos actuaban como si quisieran cruzar a otro lado cuando lo veían, pero sabían que él era peor que un vampiro y no haría ningún bien. Temblaban cuando sus ojos caían sobre ellos, como si sus ojos de demonio amarillos pudieran quemar un perfecto hoyo a través de sus almas.
Ojos de demonio. James lo escuchó susurrado una y otra vez.
Nunca había pensado que tendría mucho tiempo para ser llamado Cara de cabra. Nunca le habló a nadie, se sentó en la parte de atrás de la clase, comió tan rápido como pudo, y luego corrió lejos así la gente no tendría que mirarlo mientras comían. Se deslizó alrededor de la Academia como una odiada y repugnante sombra.
Tío Jem se había convertido en un Hermano Silencioso porque habría muerto de otra manera. Tío Jame tenía un lugar en el mundo, tenía amigos y un hogar, y su horror era que no podía estar en el lugar al que pertenecía. A veces después de sus visitas, James encontraba a su madre de pie ante la ventana, mirando afuera hacia la calle en la que tío Jem desde hace mucho tiempo había desaparecido, y encontraba a su padre en la sala de música viendo fijamente al violín que nadie más que tío Jem tenía permitido tocar.
Esa era la tragedia de la vida de tío Jem; era la tragedia de las vidas de sus padres. Pero, ¿cómo sería si no había ningún lugar en el mundo al que pertenecieras? ¿Si no pudieras tener a nadie que te ame? ¿Qué si no podías ser un Cazador de Sombras o un brujo o cualquier otra cosa?
Quizá entonces eras peor que una tragedia. Tal vez no eras nada en absoluto.
James no estaba durmiendo muy bien. Seguía escurriéndose en el sueño y luego despertándose alarmado, preocupado de que estuviera escurriéndose en ese otro mundo, un mundo de sombras, donde él no era nada más que una sombra malvada entre sombras. No sabía cómo lo había hecho antes. Estaba aterrorizado de que fuera a suceder otra vez.
Tal vez todos los demás estaban deseando que pasara, sin embargo. Quizás todos ellos estaban rezando que se convirtiera en una sombra, y simplemente se deslizara lejos.
* * *
James despertó una mañana y no podía soportar la oscuridad y la sensación de piedra sobre su cabeza, presionando hacia abajo todo a su alrededor, por más tiempo. Subió las escaleras y salió a los terrenos. Estaba esperando que aún fuera de noche, pero el cielo estaba claro por la mañana, las estrellas se volvieron invisibles contra el casi blanco del cielo. El único color que podía encontrarse en el cielo era el gris oscuro de las nubes, curvándose como fantasmas alrededor de la debilitada luna. Estaba lloviendo un poco, fríos pinchazos contra la piel de James. Se sentó sobre el escalón de piedra de la puerta trasera de la Academia, alzó una palma al cielo, y observó la lluvia plateada estrellándose en el hueco de su mano.
Deseó que la lluvia lo lavara, antes de tener que enfrentar otra mañana.
Estaba viendo su mano mientras deseaba eso, y lo vio pasar entonces. Sintió el cambio trepando sobre él y vio su mano volverse amenazantemente transparente. Vio las gotas de lluvia pasar por la sombra de su palma como si no estuviera ahí.
Se preguntó qué pensaría Grace, si pudiera verlo ahora. Entonces escuchó el crujido de pies corriendo, martilleando contra la tierra, y el entrenamiento de su padre hizo que la cabeza de James tirara hacia arriba para ver si alguien estaba siendo perseguido, si alguien estaba en peligro.
James vio a Matthew Fairchild corriendo como si estuviera siendo perseguido.
Sorprendentemente, él estaba usando equipo con el que, tanto como James sabía, había sido amenazado. Aún más sorprendente, él estaba participando en humillante ejercicio físico. Estaba corriendo más rápido de lo que James había visto a alguien correr en entrenamiento.
Tal vez más rápido de lo que nunca James había visto a alguien correr, y estaba corriendo con todas sus fuerzas, su rostro tenso, bajo la lluvia. James lo observó correr, frunciendo el ceño, hasta que Matthew alzó la vista al cielo, se detuvo, y luego comenzó a caminar arduamente hacia la Academia. James pensó que él sería descubierto por un momento, pensó en levantarse de un salto y correr alrededor hacia otro lado del edificio, pero Matthew no se dirigió a la puerta.
En su lugar Matthew fue y se quedó de pie contra la pared de piedra de la Academia, extraño y solemne en su equipo negro, cabello rubio salvaje con el viento y húmedo con la lluvia. Él apuntó su rostro al cielo, y lució tan infeliz como James se sentía.
No tenía sentido. Matthew tenía todo, siempre había tenido todo, mientras que James ahora tenía menos que nada. Eso puso a James furioso.
—¿Qué te pasa? —preguntó James.
Todo el cuerpo de Matthew se sacudió de golpe. Se giró para enfrentar a James, y mirarlo.
—¿Qué?
—Podrías haber notado que mi vida en este momento es mucho menos que ideal —dijo entre dientes—. Así que deja de hacer un espectáculo trágico sobre ti mismo por nada, y...
Matthew y no estaba apoyado contra la pared, y James no estaba sentado en el escalón. Los dos estaban parados. Y esto no era una práctica en el campo de entrenamiento. James pensó que realmente iban a pelear, creyó que de verdad se podrían lastimar.
—Oh, lo siento mucho, James Herondale —se burló Matthew—. Olvidé que simplemente nadie podía hablar o respirar en este lugar sin provocar tu juicio crítico. Debo estar haciendo un espectáculo por nada, si tú lo dices. Por el Ángel, cambiaría de lugar contigo en un segundo.
—¿Cambiarías de lugar conmigo? —gritó James—. Eso es basura, una porquería, nunca lo harías. ¿Por qué harías eso? ¿Por qué incluso lo dices?
—Quizás sea el hecho que tienes todo lo que quiero —gruñó Matthew—. Y parece que tú ni siquiera lo quieres.
—¿Qué? —preguntó James sin comprender. Él vivía en tierras opuestas, en donde el cielo era la tierra y todos los días comenzaban con Y. Era la única explicación—. ¿Qué? ¿Qué tengo que quizás quieras?
—Ellos te enviarán a casa cuando quieras —dijo Matthew—. Están tratando de alejarte. Y no importa lo que haga, ellos no me van a echar. No al hijo del cónsul.
James parpadeó. La lluvia se deslizó por sus mejillas y bajó hacia el cuello de su camisa, pero apenas lo sintió.
—Quieres... ¿que te echen?
—Quiero ir a casa, ¿está bien? —espetó Matthew—. ¡Quiero estar con mi padre!
—¿Qué? —dijo James sin comprender, una vez más.
Matthew podría insultar a los Nefilims, pero no importa lo que diga siempre parecía estar teniendo un maravilloso momento. James había creído que estaba disfrutando la Academia, como James nunca podría. James nunca pensó que podría estar siendo infeliz. Nunca había considerado a tío Henry.

El rostro de Matthew se retorció como si fuera a llorar. Lo miró con determinación a la distancia, y cuando habló su voz fue dura.
—Piensas que Christopher es malo, pero mi padre es mucho peor —dijo Matthew—. Cien veces peor que Christopher. Mil. Ha practicado ser terrible por mucho más tiempo que Christopher. Él es tan despistado, y no puede... no puede caminar. Podría estar trabajando en
un nuevo artefacto, o escribiéndole una carta a su amigo brujo en América sobre un nuevo artefacto, o trabajando en algún artefacto que literalmente explotó, y no se daría cuenta si su cabello está ardiendo, No exagero, no estoy bromeando, he tenido que apagar las llamas en la cabeza de mi padre. Mi madre siempre está ocupada, y Charles Buford siempre está corriendo detrás de ella y actuando superior. Soy el único que cuida de mi padre. El único que lo escucha. No quería irme a la escuela y dejarlo, he estado haciendo todo lo posible para que me echen y volver.
Yo no cuido de mi padre. Mi padre cuida de mí, quería decir James, pero tenía miedo de ser cruel diciendo eso, cuando Matthew nunca había tenido esa seguridad incondicional.
A James se le ocurrió que un día podría existir una ocasión en el que su padre no pareciera un sabelotodo, capaz de resolver cualquier cosa y hacer lo que sea. El pensamiento lo hizo sentir incómodo.
—¿Has estado tratando que te expulsen? —preguntó James. Habló despacio. Se sentía lento.
Matthew hizo un gesto de impaciencia, como si cortara zanahorias invisibles con un cuchillo invisible.
—Eso es lo que he estado tratando de decirte, sí. Pero no lo harán. He estado haciendo lo mejor para dar la impresión de ser el peor Cazador de Sombras en el mundo, y sin embargo no lo hacen. ¿Qué pasa con la decano, me pregunto? ¿Ella quiere sangre?
—La mejor impresión de ser el peor Cazador de Sombra —repitió James—. ¿Así que no crees en todo eso de la violencia y de ser repulsivo, la verdad, la belleza y Oscar Wilde?
—No, lo hago —dijo apresuradamente Matthew—. Realmente me gusta Oscar Wilde. Y la belleza y la verdad. Creo que no tiene sentido que porque nacemos como somos, no podemos ser pintores o poetas o crear cualquier cosa, cuando todo lo que hacemos es matar. Mi padre y Christopher son genios, ¿lo sabes? Genios reales. Como Leonardo da Vinci. Él fue un mundano que...
—Sé quién es Leonardo da Vinci.
Matthew lo miró y sonrió, fue una sonrisa gradual y esclarecedora como el amanecer, y James tuvo el profundo sentimiento que podría no ser inmune después de todo.
—Por supuesto que sí, James —dijo Matthew—. Olvidé con quién estaba hablando por un momento. De todos modos, Christopher y mi padre son verdaderamente brillantes. Sus inventos han cambiado la manera en la que los Cazadores de Sombras dirigen el mundo, la
manera como luchan contra los demonios. Y todos los Cazadores de Sombras en todas partes los miran como inferiores. Nunca van a ver que lo que hacen es valioso. Y alguien que quiera escribir obras de teatro, para elaborar un hermoso arte, lo tirarían a la calle como
basura.
—¿Tú quieres... eso? —preguntó James vacilante.
—No —dijo Matthew—. No puedo dibujar por caramelos, en realidad. Desde luego, no puedo escribir obras. Cuanto menos hable sobre mi poesía mejor. Aprecio el arte, sin embargo. Soy un excelente espectador. Puedo ser un observador por Inglaterra.
—Podrías, umm, ser un actor —sugirió James—. Cuando hablas, todo el mundo te escucha. Especialmente cuando cuentas historias.
Matthew miró, probablemente, hacia el escenario o algo así.
—Es una buena idea —dijo Matthew—. Pero creo que preferiría que no me echen de casa y poder ver ocasionalmente a mi padre. Además, creo que la violencia es terrible y sin sentido, pero soy realmente bueno en eso. De hecho, lo disfruto. No es que voy a dejar a nuestros
maestros. Me gustaría ser bueno en algo que le agregue belleza al mundo en lugar de pintarla con sangre, de verdad, pero ahí lo tienes.
Se encogió de hombros.
James no creía que fueran a luchar después de todo, así que se sentó en el escalón. Sintió que quería sentarse.
—Creo que los Cazadores de Sombras pueden agregarle belleza al mundo —dijo—. Quiero decir, por un lado salvamos vidas. Sé que lo dije antes, pero es muy importante. Las personas que salvamos, cualquiera de ellos, podría ser el próximo Leonardo da Vinci, u Oscar Wilde, o simplemente alguien que es muy amable, que propaga la belleza de esa manera. O quizás solamente sea alguien que otra persona ame, como tú amas a tu padre. A lo mejor tienes razón en que los Cazadores de Sombras somos más limitados, que no tenemos todas las gamas de posibilidades que los mundanos tienen, pero nosotros hacemos que los mundanos puedan vivir. Eso es para lo que nacimos. Es un privilegio. No voy a huir de la Academia. No voy a huir de nada. Puedo soportar las Marcas, y eso me convierte en Cazador de Sombras, y eso es lo que voy a hacer sin importar si los Nefilims quieren o no.
—Puedes ser un Cazador de Sombras sin ir a la Academia —dijo Matthew—. Puedes entrenar en un Instituto, como lo hizo el tío Will. Eso es lo que quería, así podía quedarme con mi padre.
—Puedo. Pero... —James vaciló—... no quiero ser enviado a casa. Mi madre tendría que saber por qué.
Matthew se quedó en silencio por un rato. No había nada más que el sonido de la lluvia.
—Me agrada la tía Tessa —dijo—. Nunca fui a Londres porque me preocupaba dejar a mi padre. Siempre desee que ella pudiera venir a Idris más seguido.
James había recibido varios golpes esta mañana que en realidad no fueron tan malos, pero esta revelación fue inoportuna e inevitable. Por supuesto que madre y padre rara vez iban a Idris. Desde luego, James y Lucie se habían criado en Londres, un poco apartados de sus familiares. Porque había algunas personas en Idris, que eran Cazadores de Sombras arrogantes, los cuales creían que madre no era digna de caminar entre ellos, y padre nunca dejaría que la insultaran.
Ahora sería peor, las personas murmuraban que le había pasado la desgracia a sus hijos. Las personas decían cosas horribles sobre Lucie, James sabía sobre los dibujos, riéndose de su pequeña hermana. A Lucie nunca se le permitiría venir a la Academia.
Matthew se aclaró la garganta.
—Supongo que puedo entender todo eso. Tal vez deje de ser tan celoso de que a ti te puedan echar de la escuela. Quizás pueda entender que tus objetivos sean nobles. Sin embargo, todavía no entiendo por qué haces tan evidente que detestas verme. Lo sé, lo sé, sé que eres distante y que deseas estar solo con la literatura todo el tiempo, pero eres particularmente repulsivo conmigo. Es muy tormentoso. La mayoría de la gente me quiere. Te lo dije. Ni siquiera me tengo que esforzar.
—Sí, eres un muy buen Cazador de Sombras y todo el mundo te quiere, Matthew —dijo James—. Gracias por la aclaración.
—Tú no me quieres —exclamó Matthew—. ¡Me esfuerzo contigo! Y todavía no me quieres.
—La cosa es —dijo James—, me suelen gustar las personas modestas, humildes, ya sabes.
Matthew hizo una pausa, apreciando a James por un momento, luego se echó a reír.
James se sorprendió por lo gratificante que era. Le hacía sentir como si pudiera dejar salir la humillante verdad.
Cerró los ojos y dijo:
—Yo estaba celoso de ti.
Cuando abrió los ojos, Matthew lo miraba cauteloso, como si esperara un truco.
—¿De qué?
—Bueno, a ti no se te considera una abominación sobre esta tierra.
—Sí, pero, sin ánimo de ofender, James, nadie más es como tú — remarcó Matthew—. Tú eres nuestro único atractivo en la escuela, como la escultura de un pollo guerrero. Si tuviéramos uno de esos. Te disgustaría que nadie sepa que eres una abominación, de todos modos. Bueno, supongo que simplemente estás tratando de herir mis sentimientos. Digno de ti. Estoy disgustado.
—No soy distante —dijo James—. No sé de dónde sacaste esa idea.
—Del distanciamiento, supongo —especuló Matthew.
—Soy estudioso —dijo James—. Leí libros todo el tiempo y no sé cómo hablar con las personas. Si fuera una chica viviendo en los viejos tiempos, las personas me llamarían intelectual. Me gustaría poder hablar con las personas como tú lo haces. Desearía poder sonreírle a las personas y que me quieran. Me gustaría poder contar una historia y que todo el mundo me escuche, y tener personas que me sigan a donde sea que vaya. Bueno, no, yo no, pero estoy un poco aterrado por las personas, pero me gustaría poder hacer todo lo que haces, justo lo mismo. Quería ser amigo de Thomas y Christopher, porque me agradaron y pensé que tal vez eran similares a mí, y que yo les caía bien. ¿Estabas celoso que a mí me pueden expulsar de la escuela? Yo estaba celoso de ti primero. Estaba celoso de todo sobre ti, y todavía lo estoy.
—Espera —dijo Matthew—. Espera, espera, espera. ¿No me quieres porque soy demasiado encantador?
Echó la cabeza hacia atrás y rió. Siguió riendo. Se rió tanto que tuvo que sentarse al lado de James en el escalón, y luego se echó a reír un poco más.
—Para, Matthew —gruñó James—. Deja de reír. Estoy compartiendo mis sentimientos más íntimos contigo. Esto es muy doloroso.
—He estado de mal humor todo este tiempo —dijo Matthew—. ¿Tú ahora crees que soy encantador? No tienes ni idea.
James lo golpeó en el brazo. No pudo evitar sonreír. Vio a Matthew lucir muy satisfecho consigo mismo.
* * *
Algún tiempo después, Matthew condujo a James en el desayuna hacia su mesa, en la cual James se dio cuenta que sólo estaban Christopher y Thomas, y era una mesa bastante selecta después de todo.
Christopher y Thomas, en otra mañana llena de sorpresas para James, parecían contentos de verlos.
—Oh, ¿has decidido no detestar más a Matthew? —preguntó Christopher—. Estoy muy contento. Estabas lastimando mis sentimientos. Aunque se supone que no debemos hablar de eso contigo.
—Miró de una manera soñadora la canasta de pan, como si fuera una maravillosa pintura—. Me olvidé de eso.
Thomas puso la cabeza encima de la mesa.
—¿Por qué eres de esa manera?
Matthew se acercó y le dio unas palmaditas en la espalda a Thomas, luego salvó a Christopher de que prendiera fuego a sus mangas con la llama de la vela. James agarró la vela y sonrió.
—Si en algún momento ves a Christopher cerca de una llama, apártalo de ella, o aparta a la llama de él —dijo Matthew—. Enfréntame en una buena lucha. Debo estar atento eternamente.
—Eso debe ser difícil, cuando estás rodeado por, ummm, tu adorado público —dijo James.
—Bueno —dijo Matthew, y se detuvo—, es posible —dijo y se detuvo otra vez—, puede que yo haya sido... ¿un poco creído? Mira, si ustedes no quieren ser mis amigos, todos los demás quieren, ustedes pueden estar cometiendo un grave error. Puede que yo lo haya estado
haciendo. Posiblemente.
—¿Eso es todo? —preguntó Thomas—. Gracias al Ángel. ¡Sabes que las multitudes me ponen nervioso! Sabes que nunca se me ocurriría qué decirles. No soy ingenioso como tú o no soy frío y distante como James o viviendo en la nube como Christopher. Vine a la Academia para alejarme de ser el supervisor de mis hermanas, pero mis hermanas me ponen mucho menos nervioso que arietes volando por el aire y fiestas todo el tiempo. ¡Por favor podemos tener un poco de paz y quietud de vez en cuando!
James miró a Thomas.
—¿Todo el mundo piensa que soy distante?
—No, la mayoría de las personas creen que eres una abominación sobre la tierra —dijo Matthew alegremente—. ¿Recuerdas?
Thomas parecía estar a punto de poner su cabeza sobre la mesa, pero se alegró cuando vio que James no se había ofendido.
—¿Por qué será? —preguntó Christopher educadamente.
James lo miró fijamente.
—¿Porque puedo cambiar de carne y sangre a una espantosa sombra?
—Oh —dijo Christopher. Sus soñadores ojos lavanda se enfocaron por un momento—. Eso es muy interesante —le dijo a James, su voz clara—. Deberías dejarnos a tío Henry y a mí llevar a cabo muchos experimentos contigo. Podríamos hacer un experimento ahora mismo.
—No, no podríamos —dijo Matthew—. Sin experimentos en la hora del desayuno. Agrégalo a la lista, Christopher.
Christopher suspiró.
Y así como así, como si siempre hubiera sido así de fácil, James tenía amigos. Le gustaban Thomas y Christopher tanto como él había sabido siempre que lo haría.
Aunque de todos sus nuevos amigos, le gustaba más Matthew. Matthew siempre quería hablar acerca de los libros que James había leído, o contar a James una historia tan buena como un libro. Él hacía esfuerzos obvios para encontrar a James cuando James no estaba allí, y esfuerzos obvios para proteger a James cuando él estaba allí. James no tenía muchas cosas sobre las cuales escribir cartas a casa: y terminó escribiendo cartas que estaban llenas de Matthew.
James sabía que Matthew probablemente solo sintiera lastima por él. Matthew siempre estaba velando por Christopher y Thomas, con el mismo minucioso cuidado con que había velado por su padre. Matthew era amable.
Eso estaba muy bien. James habría querido absolutamente compartir habitación con Matthew, ahora eso estaba fuera de discusión.
—¿Por qué la gente te llama Ojos de Demonio, James? —preguntó Christopher un día cuando estaban sentados alrededor de una mesa, estudiando el recuento de Ragnor Fell de los primeros Acuerdos.
—Porque tengo ojos dorados como iluminados por fuegos infernales de eldritch —dijo James. Había oído a una chica susurrando eso y pensó que sonaba bastante poético.
—Ah —dijo Christopher—. ¿Te pareces en lo absoluto al lado de tu abuelo por eso? El demoniaco, me refiero.
—¡No puedes simplemente preguntar si la gente se parece a su abuelo demonio! —gimió Thomas—. ¡Luego preguntaras al profesor Fell si se parece a su padre demonio! Por favor, por favor no le preguntes al profesor Fell si luce como su padre demonio. Él tiene una lengua
cortante. También, quizás te corte con un cuchillo.
—¿Fell? —inquirió Christopher.
—Nuestro profesor —dijo Matthew—. Nuestro profesor verde.
Christopher pareció genuinamente asombrado.
—¿Tenemos un profesor que es verde?
—James luce como su padre —dijo Matthew inesperadamente, luego entrecerró sus risueños ojos oscuros en dirección a James a manera de contemplación—. O lo hará, cuando crezca su cara y deje de ser ángulos apuntando a distintas direcciones.

James lentamente alzó su libro abierto para esconder su cara, pero estaba secretamente complacido.
La amistad de Matthew hizo a otros amigos, reptar hacia delante, también. Esme arrinconó a James y le dijo cuán apenada estaba que Mike estuviera siendo un idiota. También le dijo que esperaba que James no tomara esta expresión de preocupación amistosa de una manera romántica.
—De hecho, tengo bastante cariño por Matthew Fairchild —agregó Esme—, por favor intercede por mí allí.
La vida era mucho, mucho mejor ahora que tenía amigos, pero eso no significaba que todo era perfecto, o incluso arreglado. La gente estaba todavía temerosa de él, todavía siseaban “Ojos de Demonio” y murmuraban acerca de sombras impuras.
—Pulvis et umbra sumus —dijo James una vez, en voz alta en clase, después de oír demasiados susurros—. Mi padre dice eso algunas veces. No somos más que polvo y sombras. Quizás solo estoy... obteniendo una ventaja sobre ustedes.
Varias personas en el salón de clases estaban mirándolo alarmados.
—¿Qué dijo? —susurró Mike Smith, claramente agitado.
—No es lenguaje demoniaco, bufón —espetó Matthew—. Es latín.
Pese a todo lo que Matthew podía hacer, los susurros crecieron y crecieron. James se mantuvo esperando un desastre. Y entonces los demonios fueron liberados en el bosque.
* * *
—Seré compañero de Christopher —dijo Thomas en su siguiente ejercicio de entrenamiento, sonando resignado.
—Excelente, yo seré compañero de James —dijo Matthew—. Él me recuerda la nobleza en la manera de vida de los Cazadores de Sombras. Él me mantiene correcto. Si soy apartado de él, me volveré distraído por la verdad y la belleza. Sé que lo haré.
Sus profesores parecían extremadamente complacidos de que Matthew estaba en efecto, participando en las materias de entrenamiento ahora, aparte de las materias solo para los élites, en las cuales Thomas reportó que Matthew todavía estaba determinado a estar sin esperanza.
James no sabía por qué los profesores estaban tan preocupados. Era obvio que tan pronto como alguien estuviera realmente en peligro, Matthew saltaría en su defensa.
James estaba feliz de estar tan seguro de eso, mientras caminaban a través del bosque. Era un día ventoso, y parecía como si cada árbol estuviera encorvándose para aullar en su oído, y él sabía que cajas Pyxis habían sido colocadas a lo largo del bosque por estudiantes más viejos... cajas Pyxis con los más pequeños y más inofensivos de los demonios dentro, pero igual cajas Pyxis reales con demonios reales dentro, con quienes ellos estaban destinados a pelear. Las cajas Pyxis eran un poco obsoletas en estos días, pero todavía eran usadas para transportar demonios de manera segura. Si los demonios pudieran ser dichos como seguros alguna vez.
La tía de James, Ella, quien él nunca había visto, había sido asesinada por un demonio de una caja Pyxis cuando ella era más joven de lo que James era ahora.
Todos los arboles parecían estar susurrando acerca de demonios.
Pero Matthew estaba a su lado, y ambos estaban armados. Él podía confiar en sí mismo para matar un pequeño y casi indefenso demonio, y si él podía confiar en sí mismo, podía confiar más en Matthew.
Ellos esperaron, y caminaron, luego esperaron. Hubo un crujido entre los arboles: Resulto ser una combinación de viento y un simple conejo.
—Quizás los años superiores olvidaron disponer nuestro bufé de demonios —sugirió Matthew—. Es un hermoso día de primavera. En tiempos como estos, los pensamientos de uno están llenos con amor y flores, no demonios. Quién soy yo para juzgar...
Matthew se calló abruptamente. Agarró el brazo de James, dedos apretados, y James miró fijamente abajo hacia lo que Matthew había descubierto en el brezo.
Era Clive Cartwright, el amigo de Alistair. Estaba muerto. Sus ojos estaban abiertos, mirando hacia la nada, y en una mano estaba agarrando una caja Pyxis vacía.
James agarró el brazo de Matthew y lo giró en un círculo, mirando alrededor, esperando. Podía ver lo que había sucedido: Vamos a darle a Ojos de Demonio un susto, un demonio no lastimará a uno de su clase, vamos a ahuyentarlo de una vez por todas con un demonio más grande de lo que él estaba esperando.
No podía decir qué clase de demonio era, pero la pregunta fue respondida cuando el demonio salió hacia ellos a través del bosque silvestre.
Era un demonio Vetis, su forma casi humana pero no totalmente, arrastrando su gris y escamoso cuerpo por las hojas caídas. James vio las cabezas como de anguila en sus brazos levantándose, como las cabezas punteras de perros cazando. James se deslizó de piel a sombra sin pensarlo, como sumergiéndose en el agua para rescatar a alguien, tan fácil como eso.

Corrió sin ser visto hacia el demonio Vetis y, levantando su espada, atravesó una cabeza buscadora de su brazo. Giró para encarar la cara en el otro brazo. Iba a llamar a Matthew pero cuando miró atrás, vio a Matthew claramente, a pesar del brillante sombrío del mundo. Matthew ya tenía su arco fuera, tensado y levantado. Él pudo ver los ojos entrecerrados de Matthew, la determinada concentración que siempre estaba detrás de la risa, y permanecía cuando su risa era removida.
Matthew disparó al demonio Vetis en la cara de dientes afilados y ojos rojos que estaba encima de su cuello, justo mientras James cortaba la otra cabeza del brazo restante. El demonio se tambaleó, luego cayó de lado, retorciéndose.
Y James corrió a través de los árboles, a través del viento y los susurros, con miedo a nada, con Matthew corriendo detrás de él.
Encontró a Alistair y su amigo restante, escondiéndose detrás de un árbol. Se acercó sigilosamente a ellos, una sombra entre sombras remolinantes de árboles agitados por el viento, y mantuvo su espada hacia la garganta de Alistair.
Mientras James estuviera tocando la espada, nadie podría verla. Pero Alistair sintió el filo de la hoja y jadeó.
—¡No pretendíamos que nada de esto pasara! —gritó el amigo de Alistair, mirando alrededor incontroladamente. Alistair fue lo suficientemente sabio para quedarse callado—. Fue idea de Clive... él dijo que finalmente conseguiríamos que te fueras... él solo pretendía asustarte.
—¿Quién está asustado? —susurró James, y el susurro vino de ninguna parte. Oyó a los chicos mayores jadear de miedo—. Yo no soy el que está asustado. Si vienen tras de mí otra vez, no seré quien sufra. ¡Corran!
El par que una vez había sido un trío tropezó alejándose. James presionó una mano alrededor de la empuñadura de su espada, contra la corteza del árbol, y se obligó a sí mismo de vuelta al mundo de solidez y luz solar. Encontró a Matthew mirándolo fijamente. Matthew había sabido, todo el tiempo, exactamente dónde estaba él.
—Jamie —dijo Matthew, sonando inquieto pero impresionado—, eso fue aterrador.
—Es James, por última vez —dijo James.
—No, te llamaré Jamie por un tiempo, porque acabas de exhibir poder arcano y llamándote Jamie me hace sentir mejor.
James rió, tembloroso, y eso hizo sonreír a Matthew. No se les ocurrió luego sino hasta después que un estudiante estaba muerto, y los Cazadores de Sombras temían y desconfiaban de lo demoníaco... que alguien sería culpado. James no descubrió sino hasta el día siguiente que sus padres habían sido informados de todo lo que había acontecido, y de que él, James Herondale, estaba ahora oficialmente expulsado.
* * *
Ellos lo mantuvieron en la enfermería hasta que su padre vino. No dijeron que esto fue porque la enfermería tenía barras en su puerta. Esme vino y le dio a James un abrazo, y prometió buscarlo cuando ella Ascendiera.
Ragnor Fell entró, su paso pesado, y por un momento James pensó que le pediría su tarea. En su lugar, Ragnor se paró cerca de su cama y sacudió su cabeza cornuda de lado a lado.
—Esperé a que me pidieras ayuda —le dijo Ragnor—. Pensé que quizás podías hacer de brujo.
—Nunca quise ser nada sino un Cazador de Sombras —dijo James sin poder contenerse.
Ragnor dijo, sonando disgustado como siempre:
—Ustedes, Cazadores de Sombras, nunca lo hacen.
Christopher y Thomas le visitaron. Christopher trajo una cesta de frutas, bajo la equivocada impresión de que James estaba en la enfermería porque estaba indispuesto. Thomas se disculpó por Christopher varias veces.
Sin embargo, James no vio a Matthew sino hasta que su padre llegó. Padre no vino en una misión para encantar a la decano. Su cara era adusta mientras escoltaba a James por las brillantes paredes grises de la Academia, bajo los flameantes colores de la vidriera policromada del ángel, por última vez. Él bajo ofendido por las escaleras y a través de salas como desafiando a alguien para que insultara a James. James sabía que nadie lo haría alguna vez, no en frente de padre.
Ellos susurrarían a sus espaldas, susurrarían en el oído de James, durante toda su vida.
—Debiste habernos dicho, Jamie —dijo padre—, pero Jem nos explicó por qué no lo hiciste.
—¿Cómo está madre? —susurró James.
—Lloró cuando Jem le dijo, y dijo que eras su niño adorable —dijo padre—. Creo que quizás esté planeando estrangularte y luego hornearte un pastel más tarde.
—Me gusta el pastel —dijo James al fin.
Todo ese sufrimiento, toda su nobleza tratando de no herir sus sentimientos, ¿y para qué?, pensó James, mientras salía por la puerta de la Academia. La había salvado solo de un mes o dos de dolor.
Esperaba que eso no significara que él era un fracaso: Esperaba que tío Jem todavía pensara que valía la pena.
Vio a Matthew de pie en el patio, sus manos en sus bolsillos, y animado. Matthew había venido a decir adiós, después de todo. Sí sintió que valió la pena haberse quedado, después de todo, para haber hecho un amigo como éste.
—¿Estás expulsado? —preguntó Matthew, lo cual James pensó que era ligeramente obtuso.
—¿Sí? —dijo él, señalando a su padre y su baúl.
—Pensé que lo estabas —dijo Matthew, asintiendo vigorosamente así su muy peinado cabello fue cayendo en cada dirección—. Así que tuve que actuar. Pero quería estar absolutamente seguro. Verás, James, la cosa es...
—¿No es ese Alistair Carstairs? —preguntó padre, espabilándose.
Alistair no enfrentó los ojos de James mientras se escabullía hacia él. Definitivamente no respondió a la sonrisa radiante de padre. Él parecía muy interesado en las baldosas del patio.
—Solo quería decir... lo siento por todo —murmuró él—. Buena suerte.
—Oh —dijo James—. Gracias.
—Sin resentimientos, viejo amigo —dijo Matthew—. Como una pequeña broma alegre, puse todas tus pertenencias en el ala sur. ¡No sé por qué hice eso! Buen ánimo infantil, supongo.
—¿Hiciste qué? —Alistair le dio a Matthew una mirada agobiada, y se marchó con velocidad.
Matthew se volteó hacia el padre de James y tomó dramáticamente su mano.
—¡Oh, Sr. Herondale! —dijo él—. ¡Por favor lléveme con usted!
—Es Matthew, ¿no es así? —preguntó padre. Él trató de soltar su mano. Matthew se aferraba a ella con extrema determinación.
James sonrió. Pudo haberle contado a padre acerca de la determinación de Matthew.
—Verá —procedió Matthew—. También estoy expulsado de la Academia de Cazadores de Sombras.
—¿Fuiste expulsado? —preguntó James—. ¿Cuándo? ¿Por qué?
—En más o menos cuatro minutos —dijo Matthew—, porque rompí mi palabra solemne y exploté el ala sur de la Academia.
James y su padre miraron el ala sur. De pie, viéndose como si fuera a permanecer por otro siglo.
—Tenía la esperanza de no tener que llegar a esto, pero así ha sido. Le di a Christopher ciertos materiales que sabía que él podía convertir en explosivos. Los medí con mucho cuidado, me aseguré de que eran de acción lenta, e hice a Thomas jurar que se llevaría a Christopher lejos. He dejado una nota explicando que era mi culpa, pero no deseo explicarle esto a madre. ¡Por favor, llévame contigo al Instituto de Londres, para que pueda ser enseñado cómo ser Cazador de Sombras con James!
—Charlotte me cortará la cabeza —dijo padre.
Sonaba tentado, sin embargo. Matthew estaba centelleando malvadamente hacia él, y padre disfrutaba la maldad. Además de lo cual, no era más inmune a La Sonrisa que cualquier otro.
—Padre, por favor —dijo James con una voz tranquila.
—¡Sr. Herondale, por favor! —dijo Matthew—. No podemos estar separados. —James se preparó para la explicación acerca de la verdad y la belleza, pero en su lugar, Matthew dijo, con simplicidad demoledora—: Vamos a ser parabatai.
James lo miró.
Padre dijo:
—Ah, ya veo.
Matthew asintió alentadoramente, y sonrió alentadoramente.
—Entonces nadie debe interponerse entre ustedes —dijo padre.
—Nadie. — Matthew negó con la cabeza mientras decía "nadie", luego asintió de nuevo. Pareció seráfico—. Exactamente.
—Muy bien —dijo padre—. Todo el mundo entre en el coche.
—Padre, no robaste el coche del tío Gabriel de nuevo —dijo James.
—Este es tu tiempo de angustia. Él querría que lo tuviera, y me lo habría dado, si se lo hubiera pedido, que como sucede no hice —dijo padre.
Ayudó a Matthew a subir, luego arrastró el baúl de Matthew a su lugar y lo ató firmemente. Él le dio una mirada perpleja mientras lo hacía. James imaginó que el baúl de Matthew era significativamente más pesado que el de James.
Luego ayudó a James a subir junto a Matthew, y luego se balanceó para sentarse al otro lado de James. Cogió las riendas y estaban fuera.
—Cuando el ala sur se derrumbe, podría haber escombros —comentó padre—. Cualquiera de nosotros podría estar herido. —Sonaba muy animado sobre esto—. Mejor nos detenemos de camino a casa y vemos a los Hermanos Silenciosos.
—Eso parece excesi... —comenzó Matthew, pero James le dio un codazo. Matthew aprendería cómo padre era acerca de los Hermanos Silenciosos pronto.
De todos modos, James no pensaba que Matthew tenía derecho a caracterizar el comportamiento de otra persona como excesivo, ahora que había volado la Academia.
—Estaba pensando que podríamos dividir nuestro tiempo de entrenamiento entre el Instituto de Londres y mi casa —continuó Matthew—. La casa del cónsul. Donde la gente no puede insultarte, y pueden acostumbrarse a verte.
Matthew realmente hablaba en serio acerca de ser entrenado juntos, pensó James. Había planeado todo. Y si James estaba en Idris más a menudo, tal vez podría ver a Grace más a menudo, también.
—Me gustaría eso —dijo James—. Sé que te gustaría ver más a tu padre.
Matthew sonrió. Detrás de ellos, la Academia explotó. El carro se sacudió ligeramente con la fuerza del impacto.
—Nosotros no... tenemos que ser parabatai —dijo Matthew, su voz tranquila bajo el sonido de la explosión—. Lo dije para que tu padre me llevara con ustedes, y así poder ejecutar mi nuevo plan, pero nosotros no... tenemos que. Quiero decir, a menos que tú... tal vez quieras serlo.
James había pensado que quería un amigo como él, un parabatai que fuera tímido y tranquilo y entraría en los sentimientos de James sobre el terror a las fiestas. En cambio aquí estaba Matthew, quien era la vida y el alma de todas las fiestas, quien tomaba apresuradas terribles decisiones, quien era inesperada y terriblemente amable. Quien había tratado de ser su amigo y seguía intentando, a pesar de que James no sabía lo que intentar ser un amigo significaba. Quien podría ver a James, incluso cuando era una sombra.
—Sí —dijo James simplemente.
—¿Qué? —dijo Matthew, que siempre sabía qué decir.
—Me gustaría eso —dijo James. Él curvó sus manos, una alrededor de la manga de la chaqueta de su padre, y una alrededor de la Matthew. Se aferró a ellos, todo el camino a casa.
Academia de Cazadores de Sombras, 2008
—Así que James encontró un parabatai y todo salió muy bien —dijo Simon—. Eso es genial.
James era el hijo de Tessa Gray, Simon se había dado cuenta, un largo camino en la historia. Era extraño pensar que parecía traer a ese niño perdido muy cerca, él y su amigo. A Simon le gustaba el sonido de James. Le había gustado Tessa, también.
Y a pesar de que estaba empezando a tener la sensación, incluso sin sus recuerdos, de que no siempre le había gustado Jace Herondale, le gustaba ahora.
Catarina rodó los ojos tan duro que Simon pensó que los oía rodar, como diminutas bolas de boliche exasperadas.
—No, Simon. La Academia sacó a James Herondale por ser diferente, y toda lo que la gente que lo amaba pudo hacer fue seguirlo. Las personas que los sacaron tuvieron que reconstruir parte de su preciada Academia, eso sí.
—Uh —dijo Simon—. Lo siento, es el mensaje que estoy destinado a estar aprendiendo “¿sal, sal tan rápido como puedas?”.
—Tal vez —dijo Catarina—. Tal vez el mensaje es que confíes en tus amigos. Quizás el mensaje no es que la gente en el pasado lo hizo mal, pero ahora todos debemos tratar de hacerlo mejor. Tal vez el mensaje es que tienes que lograr estas cosas por ti mismo. ¿Crees que todas las lecciones tienen conclusiones fáciles? No seas un niño, Vampiro Diurno. Ya no eres más inmortal. No tienes mucho tiempo que perder.
Simon tomó eso como el despido que era, recogiendo sus libros.
—Gracias por la historia, Sra. Loss.
Corrió escaleras abajo y fuera de la Academia, pero estaba demasiado tarde, como había sabido que iba a estar. Estaba apenas afuera de la puerta cuando vio a los escorias, sucios y cansados, tomados del brazo, dando bandazos desde los campos de entrenamiento. Marisol estaba delante, con su brazo enlazado al de George. Parecía como si alguien hubiera tratado de arrancar todo su cabello.
—¿Dónde estabas, Lewis? —gritó—. ¡Nos hubiera venido bien tus vítores ya que ganamos!
Algo más por detrás de ellos estaban los élites. Jon se veía muy infeliz, lo que llenó a Simon de un profundo sentido de paz.
Confía en tus amigos, Catarina había dicho.
Simon podía hablar con mundanos en clase, pero importaba más que George y Marisol y Sunil hablaban también. Simon no quería cambiar las cosas por ser el especial, el mundano excepcional, el antiguo Vampiro Diurno y antiguo héroe. Todos ellos habían elegido venir a tratar de ser héroes. Sus compañeros escorias podrían ganar sin él.
Había un motivo más que Catarina podría haber tenido que no había anunciado, pensó Simon.
Ella había oído esta historia de su amigo muerto Ragnor Fell.
Catarina había escuchado historias de su amigo, de la forma en que James Herondale había escuchado historias de su padre. Ser capaz de contar las historias de nuevo, tener a alguien para escuchar y aprender, significaba que su amigo no estaba perdido.
Tal vez podría escribirle a Clary, pensó Simon, así como a Isabelle.
Tal vez podría confiar en que ella lo amara a pesar de cuántas veces le había fallado. Tal vez él estaba listo para escuchar historias sobre sí mismo y sobre ella. No quería perder a su amiga.
Simon estaba escribiéndole su carta a Clary cuando George entró, secando su cabello. Había tomado su vida en sus manos y se había arriesgado a ducharse en el baño de las escorias.
—Ey —dijo Simon.
—Ey, ¿dónde estabas mientras el juego estaba pasando? —preguntó George—. Pensé que nunca ibas a volver y tendría que ser amigo de Jon Cartwright. Entonces pensé acerca de ser amigo de Jon, estaba abrumado por la desesperación, y decidí buscar una de las ranas que sé que viven aquí, darle pequeños lentes de rana y llamarlo Simon 2.0.
Simon se encogió de hombros, sin saber lo mucho que se suponía debía decir.
—Catarina me mantuvo después de la clase.
—Cuidado, o alguien podría empezar rumores sobre ustedes dos — dijo George—. No es que yo juzgaría. Ella es obviamente... cerúleamente encantadora.
—Ella me contó una larga historia de Cazadores de Sombras siendo idiotas y sobre parabatai. ¿Qué piensas acerca de todo la cosa parabatai, de todos modos? El misterio parabatai es como una pulsera de la amistad que nunca se puede retirar.
—Creo que suena bien —dijo George—. Me gustaría eso, el tener a alguien quien siempre cuide mi espalda. Alguien con quien podría contar en los momentos en que este mundo aterrador se vuelve aún más aterrador.
—Haces que suene como si hay alguien a quien se lo pedirías.
—Te lo pediría a ti, sí —dijo George, con una pequeña sonrisa incómoda—. Pero sé que tú no me lo pedirías a mí. Yo sé a quién le pedirías. Y eso está bien. Todavía tengo a la rana Simon —añadió pensativamente—. Aunque no estoy seguro de que tenga exactamente material de Cazador de Sombras.
Simon se rió de la broma, como George lo había querido, suavizando el momento incómodo.
—¿Cómo estuvieron las duchas?
—Tengo una palabra para ti, si —dijo George—. Una triste, triste palabra. Arenoso. Tuve que ducharme, sin embargo. Yo estaba asqueroso. Nuestra victoria fue increíble, pero duramente ganada. ¿Por qué los Cazadores de Sombras son tan flexibles, Simon? ¿Por qué?
George siguió quejándose de los entusiastas intentos si no calificados de Jon Cartwright en el béisbol, pero Simon no estaba escuchando.
Yo sé a quién le pedirías.
Un destello de memoria llegó a Simon, como a veces lo hacía, cortando como un cuchillo. Te amo, le había dicho a Clary. Lo había dicho creyendo que iba a morir. Había querido que aquéllas fueran sus últimas palabras antes de morir, las palabras más verdaderas que podía hablar. Había estado pensando todo este tiempo acerca de sus dos vidas posibles, pero no tenía dos vidas posibles. Tuvo una vida real, con recuerdos reales y una verdadera mejor amiga. Tenía su infancia como lo había sido en realidad, de la mano con Clary mientras cruzaban la calle, y el último año como lo había sido en realidad, con Jace salvando su vida y con él salvando la de Isabelle y con Clary allí, Clary, siempre Clary.
La otra vida, la tan llamada vida normal sin su mejor amiga, era una falsificación. Era como un gigante tapiz tejido retratando su vida, escenas que se muestran en los hilos que estaban en todos los colores del arcoíris, excepto que tenía un color, uno de los colores más brillantes, arrancado.
A Simon le gustaba George, le gustaban todos sus amigos en la Academia, pero no era James Herondale. Ya había tenido amigos antes de venir aquí.
Amigos por los que vivir y morir, para enredar cada recuerdo. Los otros Cazadores de Sombras, especialmente Clary, eran una parte de él. Ella era el color que había sido arrancado, el hilo brillante tejido a través de sus primeros recuerdos hasta los últimos. Algo faltaba en el patrón de la vida de Simon sin Clary, y nunca sería correcto otra vez, a menos que ella fue restaurada.

Mi mejor amiga, pensó Simon. Otra cosa por la que vale la pena vivir en este mundo, por la que vale la pena ser un Cazador de Sombras. Tal vez ella no querría ser su parabatai. Dios sabía que Simon no se lo había ganado. Pero si lo conseguía a través de esta escuela, si
se las arreglaba para convertirse en un Cazador de Sombras, tendría todos los recuerdos de su mejor amiga de vuelta.
Podía tratar por la unión entre Jace y Alec, entre James Herondale y Matthew Fairchild. Podría preguntarle si realizaría el ritual y hablaría las palabras que le dirían al mundo lo que había entre ellos, y que era irrompible.
Al menos podría preguntarle a Clary.
Comments (1)
Ame esta parte donde El hermano Zachariah/Jem describe a Will Herondale Hermoso de mi corazón como “el mejor de los hombres” y “el único digno de ella”(Tessa)