☆En el capítulo anterior☆
"Seraphina miró el bizcocho en sus manos y tomó otro pequeño bocado, esta vez sin que él tuviera que decirle cómo. Cracker se recostó en el respaldo de una silla, cruzando los brazos, satisfecho con este pequeño avance.
Había mucho que enseñarle. Mucho que descubrir sobre ella.
Y cuanto más la miraba, más quería saber lo que llegaría a ser."
Cracker intentaba concentrarse en su rol de mentor, pero cada segundo con Seraphina lo ponía a prueba.
-Bien -dijo, cruzándose de brazos-. Ya aprendiste a comer. Ahora, hay otras cosas que debes saber para sobrevivir en este mundo.
Seraphina lo miró en completo silencio, como siempre. Cracker sintió un escalofrío recorrerle la espalda, pero continuó.
-Las personas comen, van al baño, se asean y duermen.
La mujer parpadeó lentamente, procesando la información sin mostrar reacción alguna. Cracker se llevó una mano a su coleta derecha, suspirando pesadamente.
-Por favor, no me hagas enseñarte a usar el inodoro -murmuró con una mezcla de incomodidad y horror.
Para su sorpresa, Seraphina inclinó ligeramente la cabeza y respondió con calma:
-Eso sí lo puedo suponer.
Cracker soltó un suspiro de alivio, agradeciendo a los cielos por esa pequeña victoria. Pero aún faltaban otras cosas que enseñarle.
Se giró y señaló la puerta del baño.
-Bien. ¿Sabes bañarte?
Seraphina negó lentamente con la cabeza.
Cracker sintió un leve tic nervioso en el ojo.
-Por supuesto que no... -murmuró para sí mismo.
Su mente iba a mil por hora. ¿De verdad tenía que enseñarle a ducharse a una señorita? Respiró hondo, tratando de enfocarse.
-Ducharse es quitarse la suciedad del día bajo el agua -explicó con voz controlada-. Tienes que ponerte bajo el chorro de agua para que te quite lo sucio.
Seraphina bajó la mirada y pellizcó la tela de su traje, sacudiéndolo un poco. De inmediato, un fino brillo de polvo estelar se desprendió de la prenda, dispersándose en el aire como diminutas galaxias en movimiento.
-Está sucio -afirmó con su voz apacible.
Antes de que Cracker pudiera reaccionar, la mujer se dirigió al baño y, sin dudarlo, giró la llave de la ducha, metiéndose debajo del agua con toda su ropa y zapatos puestos.
Cracker se apresuró, apagando el agua con rapidez.
-¡No! ¡No así! -exclamó, mirándola con incredulidad-. No debes meterte con la ropa ni con los zapatos.
Seraphina lo miró en completo silencio, inmóvil, como si estuviera procesando la corrección. Entonces, sin previo aviso y sin decir nada, comenzó a quitarse la ropa frente a él.
Cracker sintió cómo la sangre le abandonaba la cara de golpe.
-¡¿Q-Q-Q-QUÉ HACES?! -balbuceó, retrocediendo como si hubiese visto un fantasma.
La mujer simplemente se despojó de su traje holográfico y lo dejó caer suavemente al suelo, quedando completamente desnuda bajo la luz de la habitación. Su piel resplandecía con una suavidad perlada, reflejando los tonos del ambiente de una manera casi irreal.
Cracker se quedó rígido, pálido como una sábana, con las pupilas dilatadas por el shock absoluto.
Se dió la vuelta de inmediato, llevandose las manos a las mejillas
Cracker apretó los dientes con fuerza, sintiendo una mezcla de indignación y desesperación mientras su rostro ardía.
-¡Maldita sea, Smoothie! -murmuró entre dientes, llevándose una mano a la cara-. Nos dejaste solos con una mujer que no entiende de pudores ni vergüenza...
Por supuesto, su hermana debía estar disfrutando su sufrimiento en ese momento, allá donde estuviera.
Con un esfuerzo titánico, se obligó a mirar de reojo, lo suficiente como para asegurarse de que Seraphina no hiciera nada más que complicara la situación.
Allí estaba, bajo el agua, con una serenidad inquebrantable. Su figura estilizada se difuminaba entre el vapor mientras el agua arrastraba lentamente los últimos vestigios de polvo estelar que había traído consigo desde el cielo. Partículas resplandecientes descendían por su piel como si el firmamento mismo se disolviera en ella.
Cracker tragó saliva.
Smoothie... ¿Maldita o bendita?
El dilema se instauró en su mente. Sí, era cierto que su hermana lo había abandonado a su suerte en este lío, pero... ¿había hecho realmente algo malo?
No, no, no, no... Cracker sacudió la cabeza con fuerza, obligándose a no pensar en eso. Se giró completamente de espaldas a la ducha, tomando una toalla con manos firmes.
Esperó. Contó mentalmente. Apretó la toalla entre los dedos, tratando de ignorar el sonido del agua cayendo.
Cuando sintió que había pasado suficiente tiempo, se aclaró la garganta, aún de espaldas.
-Oye... ¿ya terminaste? -preguntó con un tono más brusco de lo que pretendía, pero no podía evitarlo.
Levantó la toalla en alto, sin girarse.
-Aquí tienes... para que te seques.
El sonido del agua cesó abruptamente. Cracker escuchó el suave chapoteo de pasos mojados sobre el suelo del baño y, antes de que pudiera reaccionar, sintió la toalla siendo retirada de sus manos.
No se atrevió a girarse. Solo se quedó allí, rígido, escuchando el silencioso roce de la tela contra la piel de Seraphina. Instintivamente, ella comenzó a secarse, deslizando la toalla por su rostro y su cabello.
Cracker respiró hondo, intentando recuperar la compostura.
-Lo hiciste bien -dijo, con la voz un poco más relajada ahora que el peor momento había pasado-. Ahora debes irte a la cama.
Seraphina no respondió de inmediato. En su lugar, tomó su traje, sacudiéndolo con delicadeza hasta que las partículas de polvo de estrellas se disiparon, dejando la prenda tan limpia como antes. Se la puso nuevamente y, sin necesidad de que le indicaran más, siguió a Cracker de vuelta a la habitación.
Una vez allí, Cracker, aún con las mejillas notablemente rojas, apuntó a la cama.
-Esto es una cama -dijo, esforzándose por mantener un tono neutro-. Aquí la gente descansa.
Para enfatizar, hizo el clásico gesto de dormir: cerró los ojos y apoyó las manos juntas sobre su mejilla.
Seraphina lo miró con atención. Luego, asintió levemente.
-Entiendo. Es recargar energía.
Cracker sonrió con satisfacción.
-Exactamente.
Levantó una ceja, observándola con curiosidad.
-¿Estás cansada?
Seraphina se tomó su tiempo para responder. Cerró los ojos por unos segundos, analizando su estado, su cuerpo, su mente... su existencia.
Cuando finalmente volvió a abrirlos, sus pupilas resplandecieron tenuemente con su fulgor rosado.
-Sí -afirmó con suavidad.
Cracker asintió.
-Entonces descansa -dijo, cruzándose de brazos-. Mañana aprenderás más cosas.
Dicho esto, se giró y caminó hacia la puerta, con la firme intención de recuperar su propio aliento después de todo lo que había pasado esa noche.
El amanecer en Totto Land se filtraba tímidamente a través de las cortinas de la habitación donde Seraphina descansaba.
El silencio de la mañana se rompió con una serie de golpes firmes en la puerta. No había vacilación ni espera en el sonido, solo una presencia imponente al otro lado. Sin cuestionarlo, Seraphina se incorporó con naturalidad, deslizando las manos por su largo cabello estelar para alisarlo antes de abrir.
Frente a ella, la figura colosal de Katakuri dominaba el umbral. En sus manos, sostenía una bandeja con bocadillos cuidadosamente dispuestos y un tazón de café con leche. Su expresión era impenetrable, su porte recto y firme.
-Es hora de tu desayuno -dijo con su voz profunda y serena-. Debes comerlo todo.
Sin más preámbulo, entró en la habitación y cerró la puerta tras de sí. Colocó la bandeja sobre la mesa y se cruzó de brazos, observando a Seraphina con su mirada afilada. Ella, sin mostrar reparo ni expresar gratitud, simplemente se sentó y comenzó a comer. Para Katakuri, aquello no era un gesto de descortesía, sino la muestra de alguien que aún no comprendía del todo las interacciones humanas.
Desde su posición, apoyado en uno de los pilares, la observó con atención mientras comía en silencio. Cuando calculó que había ingerido lo suficiente, habló.
-Saldrás al patio. Voy a evaluar tus habilidades.
Seraphina, con la boca aún llena, alzó la mirada con curiosidad.
-¿Habilidades? -preguntó, su voz ligeramente amortiguada por la comida.
Katakuri frunció el ceño apenas perceptiblemente.
-No hables con la boca llena -la corrigió sin dureza, pero con firmeza.
Seraphina tragó lentamente y esperó.
-Una habilidad -continuó Katakuri- es algo que puedes hacer, algo que te diferencia de los demás. Lo que hiciste ayer, mover las estrellas, sostener una en tus manos... Eso es una habilidad.
Ella bajó la mirada a sus propias manos, flexionando los dedos con ligereza. No entendía del todo lo que él decía, pues para ella, aquello no era una habilidad, solo algo que hacía sin esfuerzo ni conciencia.
-Yo solo... lo hice -murmuró, casi para sí misma.
Katakuri asintió, como si esperara aquella respuesta.
-Eso es lo que quiero entender -dijo, descruzando los brazos-. ¿Cómo lo hiciste? ¿Hasta dónde llega tu poder?
El silencio se instaló entre ellos. Seraphina no tenía palabras para explicar lo que él pedía. No porque dudara, sino porque aún no conocía las palabras exactas para expresarlo.
Katakuri percibió su conflicto y decidió no presionarla más.
-Termina tu comida -ordenó con calma-. Luego saldremos y lo averiguaremos.
Seraphina terminó de comer con calma, sus movimientos aún carentes de la soltura propia de alguien acostumbrado a esas acciones. Sostuvo la taza de café con leche con torpeza, sin saber muy bien cómo manejar el peso y el calor. El líquido caliente le quemó los labios en el primer sorbo, pero Katakuri no intervino ni la corrigió. Dejaría que aprendiera por sí misma, que su propio cuerpo y experiencia le enseñaran.
Cuando terminó, Katakuri se acercó al ventanal que daba a un jardín privado y lo abrió de par en par. El aire fresco de la mañana se coló en la habitación, removiendo levemente el cabello de Seraphina. Sin decir nada, el hombre salió primero, pisando con firmeza el césped húmedo. Se detuvo a unos metros y giró la cabeza, esperando a que ella lo siguiera. La mujer lo hizo sin apuro, sus movimientos fluidos y etéreos al deslizarse hasta el jardín.
-Piensa rápido -dijo Katakuri de pronto.
Sin más advertencia, soltó un golpe desde una distancia calculada, lo suficiente para darle segundos de reacción. Su intención era evaluar su respuesta, ver si sus instintos la guiaban. Sin embargo, Seraphina no se movió, ni intentó esquivar.
En su lugar, su cuerpo se deshizo en un remolino de polvo estelar, brillante y disperso en el aire.
Los ojos de Katakuri se afilaron al instante. Activó su Haki de observación, buscando rastros de ella, cualquier indicio de su presencia. Su mente se calmó cuando, apenas un instante después, la chica se regeneró justo junto a su puño cerrado. La figura translúcida volvió a tomar forma frente a él, imperturbable, con la misma expresión apacible de antes.
-¿Qué fue eso? -preguntó Seraphina, observándolo con interés.
Katakuri relajó el puño y lo bajó, cruzándose de brazos.
-Quería ver si reaccionabas por instinto -respondió con seriedad-. Sospecho que eres una usuaria de una Fruta del Diablo de tipo Logia.
Seraphina ladeó la cabeza con curiosidad, sin comprender del todo el término, pero sin apartar la mirada del hombre que la analizaba con intensidad.
Katakuri no perdió el tiempo. Apenas Seraphina se regeneró tras el golpe anterior, lanzó otro ataque sin previo aviso. Su brazo de mochi se estiró con velocidad, buscando atraparla.
Seraphina reaccionó instintivamente, dando un salto lateral, pero no fue lo suficientemente rápida. El mochi la alcanzó por el costado, y, en lugar de recibir el impacto, esa parte de su cuerpo se deshizo en polvo estelar antes de regenerarse con la misma naturalidad con la que una estrella parpadea en el cielo.
Katakuri la observó con seriedad. -No basta con esquivar o hacer... eso. Eventualmente, alguien te golpeará con Haki y no tendrás oportunidad de regenerarte. Usa otra cosa.
Seraphina lo miró en silencio y asintió. Se preparó para el siguiente golpe. Esta vez, Katakuri lanzó su brazo de mochi con aún más velocidad y fuerza, su puño ampliado buscando inmovilizarla.
Pero esta vez, ella no intentó esquivar.
-Hypernova.
Su voz fue serena, pero el efecto fue devastador. Una ráfaga de gravedad estalló a su alrededor, creando una onda de choque que contrarrestó la fuerza del mochi y lo empujó en la dirección contraria. Katakuri clavó sus pies en el suelo para no retroceder, observando cómo la distorsión gravitacional deformaba por un momento el aire mismo.
El comandante de Big Mom no se inmutó, pero dentro de su mente analizaba cada detalle. Interesante. Su habilidad no solo era evasiva; podía alterar la misma fuerza de los ataques. Era un recurso valioso... y peligroso.
-Nada mal -murmuró, evaluando sus próximos movimientos.
Katakuri observó a Seraphina con una mirada fija, esperando una respuesta.
-Ataca. No te limites a esquivar o protegerte. Quiero ver cuánta fuerza tienes.
Seraphina permaneció inmóvil, sus ojos fijos en él, pensando en qué hacer. La duda nublaba su mente, pero no dijo nada. Katakuri, dándose cuenta de su indecisión, formó rápidamente una jaula de mochi a su alrededor.
-Si no te liberas de esa jaula a la fuerza, no saldrás de ahí en todo el día -le dijo, con tono firme, buscando motivarla a actuar.
Seraphina lo miró fijamente, sin mostrar signos de angustia ni emoción. Su mirada se desvió hacia el cielo, como si estuviera buscando una respuesta en las estrellas. Luego, con un tono plano y controlado, recitó:
-Hyperion.
Al pronunciar esas palabras, una lluvia de asteroides cayó sobre la jaula de mochi. El impacto derritió rápidamente el mochi y abrió un pasaje para que la chica pudiera salir. Katakuri observó la escena en silencio, asintiendo con una ligera aprobación.
-Es un ataque muy desordenado. Necesitas enfocarlo mejor -le dijo, mientras comenzaba a generar otra ofensiva de mochi hacia ella. -Ahora, contraataca, no te defiendas.
Seraphina asintió, preparándose para la siguiente prueba. Esta vez, recitó con firmeza:
-Hyperion.
En sus manos, apareció un astro del tamaño de una pelota de baloncesto, resplandeciendo con una intensidad deslumbrante. Con un movimiento rápido, lo lanzó hacia el brazo de mochi de Katakuri. El astro chocó con el mochi, quemándolo al instante y creando una explosión de calor en su superficie.
Katakuri, aunque impresionado por la fuerza de su ataque, no mostró signos de sorpresa. Su evaluación era más precisa ahora: un golpe bien dirigido, pero aún imperfecto. Aun así, estaba claramente aprobado.
-Eso está más cerca de lo que busco -dijo, mientras observaba el resultado del ataque.
Katakuri observó a Seraphina después de su último ataque, su mirada de evaluación nunca abandonando su rostro. Finalmente, tras un momento de silencio, habló.
-Bien. Has mostrado dos habilidades. Pero, ¿tienes algo más bajo la manga? Muéstramelo.
Seraphina permaneció en silencio por un momento, mirando hacia el cielo, como si estuviera buscando inspiración. Con un movimiento suave y calculado, levantó una mano hacia el aire y comenzó a trazar un dibujo invisible en el espacio.
Al pronunciar las palabras.
-Celestiograph...Orion
El cielo parecía ceder a su voluntad. Una constelación comenzó a formarse ante los ojos de Katakuri, como si las estrellas mismas fueran una pintura en el aire. La constelación que se trazaba era un arco, brillante y cargado de energía estelar.
Seraphina, con una concentración absoluta, cargó el arco de constelaciones en sus manos, preparándose para disparar. En un instante, una flecha de pura energía estelar se materializó en sus manos, con la punta resplandeciendo como una estrella fugaz. Con un movimiento fluido, apuntó hacia una de las paredes del castillo y disparó la flecha.
La flecha voló a una velocidad impresionante y se clavó en la pared, el impacto dejando una marca en el muro. A su alrededor, la piedra comenzó a derretirse ligeramente debido a la intensa energía que desprendía la flecha.
Katakuri observó el resultado en silencio, intrigado por lo que acababa de presenciar. Su mirada pasó de la flecha a Seraphina, evaluando la creatividad de la habilidad.
-Interesante... -dijo finalmente, una ligera sonrisa apareciendo en su rostro, bajo su bufanda. -Esa habilidad tiene algo bueno. Es creativa, ¿cómo lo hiciste? ¿Es algo más controlable, o depende del momento?
Seraphina lo miró fijamente, su expresión apenas cambió, pero Katakuri ya comenzaba a identificar esos pequeños matices en su rostro. No había entusiasmo, ni orgullo, ni satisfacción en su mirada, solo una duda silenciosa, un vacío de comprensión.
Ese era su equivalente a la confusión.
Katakuri suspiró levemente y cruzó los brazos. Sabía que la paciencia sería clave con ella. Su tono, que solía ser firme y autoritario, se suavizó levemente mientras hablaba.
-Estoy preguntando si puedes controlar esa habilidad con más precisión. Por ejemplo, ¿puedes decidir exactamente dónde golpear? ¿O depende de algo que no entiendes del todo?
Dejó que sus palabras flotaran en el aire, observándola con atención. No estaba seguro de si ella podría responder de inmediato, pero tenía la certeza de que con el tiempo, aprendería.
La mujer no diría nada, pero su mirada se fijaría en un objetivo fijo, eso significaba que esta vez si había entendido lo dicho por Katakuri.
Apuntando nuevamente con su arco, esta vez hacia uno de los árboles. Lanzando una flecha que atravesaría uno de los frutos-pastel que ahí colgaban, quedando enterrado en uno de los troncos. Esta vez, no habría ningún incendio ni explosión.
Katakuri observó con atención el resultado. La flecha atravesó la fruta-pastel sin hacerla explotar en llamas, y aunque se incrustó en el tronco siguiente, esta vez no hubo destrucción innecesaria.
Eso era un progreso.
-Así está mejor -afirmó con un leve asentimiento-. Aprender a controlar la intensidad de tu poder es tan importante como aprender a usarlo.
Seraphina, sin decir nada, bajó el arco hecho de constelaciones y miró la fruta partida en dos, como si estuviera evaluando lo que acababa de hacer. No había emoción en su rostro, pero Katakuri supo que estaba procesando la información a su manera.
Él descruzó los brazos y dio un paso al frente.
-Seguiremos practicando, pero eso será suficiente por ahora.
Sabía que no debía forzar demasiado las cosas. Aún quedaba mucho por enseñarle.
Los ojos de Seraphina se clavaron en los de Katakuri con aquella inexpresividad característica, pero en su mirada había algo distinto: atención.
-¿Ahora qué hacemos? -preguntó, su tono monótono como siempre.
Katakuri cruzó los brazos, tomándose un breve momento para analizar su reacción. Para cualquiera más, su actitud habría parecido indiferente, pero él lo notó. Esa pregunta, ese enfoque en él, era lo más cercano a una muestra de interés que ella había demostrado hasta ahora.
Y eso, viniendo de alguien como ella, era significativo.
-Podemos seguir evaluando tus bloqueos -decidió finalmente-. Quiero ver qué tan bien puedes defenderte contra ataques con Haki.
Seraphina parpadeó lentamente, procesando las palabras de Katakuri.
-¿Haki? -preguntó, su tono sin inflexión, pero con una leve inclinación de la cabeza que denotaba su confusión.
Katakuri soltó un suspiro, acostumbrado ya a su falta de conocimiento sobre lo más básico.
-Es una fuerza que permite a las personas sentir, endurecerse o incluso imponerse sobre otros -explicó con paciencia-. Hay diferentes tipos, pero por ahora te interesa el Haki de Armadura, porque es lo único que puede hacer daño real a alguien con una fruta como la tuya.
Seraphina mantuvo su mirada fija en él, como si estuviera absorbiendo la información palabra por palabra.
-¿Entonces lo usarás contra mí?
-Así es -confirmó Katakuri, envolviendo su puño en Haki, dejando que el color oscuro cubriera su piel-. Quiero ver cómo reaccionas cuando no puedas depender de tu cuerpo para evitar el golpe.
Seraphina bajó la vista hacia su propia mano, luego la cerró y la abrió lentamente.
-Entiendo...
Pero Katakuri dudaba que realmente entendiera. Y estaba a punto de demostrárselo.
El hombre lanzó un ataque con un puño de mochi gigante cubierto de Haki, provocando que la chica intentara detenerlo con sus dos manos, gritando con una intensidad inusual:
-¡Hypernova!
El alzado de su voz delataba un atisbo de entendimiento sobre el peligro inminente que se cernía sobre ella. La gravedad que emanaba de sus manos fue capaz de frenar el puño imbuido en Haki, creando una barrera invisible que reducía el impacto. Sin embargo, la fuerza de Katakuri era abrumadora y poco a poco la distancia entre el suelo y su golpe se acortaba, amenazando con aplastarla por completo.
En ese momento, una voz llena de indignación irrumpió en la escena.
-¡Katakuri! -bramó Cracker desde un costado del jardín, avanzando con pasos firmes y mirada encendida-. ¡¿Pero qué demonios estás haciendo?!
Katakuri no apartó la vista de Seraphina, observándola con calma mientras aún resistía el impacto de su ataque.
-Entrenándola -respondió con su tono impasible.
Cracker apretó los dientes y sus puños se cerraron con fuerza.
-¡¿Entrenándola?! ¡Estás aplastando a una mujer que ni siquiera comprende por completo lo que significa el peligro! -exclamó, avanzando con furia-. ¡Para ti esto es una prueba, pero para ella es una condena! ¡Esa chica es como cristal, tan delicada y frágil, y tú aquí tratándola como un saco de boxeo!
El puño de Katakuri finalmente superó la barrera gravitatoria de Seraphina. Su "Hypernova" cedió, y el impacto la alcanzó de lleno. Su cuerpo se deshizo en una nube de polvo estelar, dispersándose por el aire por un instante, antes de reformarse a unos metros de distancia.
Cracker corrió hacia ella de inmediato, su expresión cargada de preocupación.
-¡Seraphina! -llamó con urgencia.
La chica parpadeó lentamente, observando sus manos regeneradas antes de dirigir la mirada hacia él.
-Eso... dolió -susurró con su tono neutral, pero con una ligera inflexión que denotaba reconocimiento del dolor.
Katakuri, con los brazos cruzados, asintió.
-Bien. Ahora sabes lo que significa enfrentar un golpe real.
Cracker miró a su hermano con una expresión de furia contenida.
-¡Bastardo! ¿Para qué era necesario eso? ¡Ni siquiera sabe lo que es Haki! -acusó, girándose hacia Seraphina con más suavidad-. ¿Verdad? No entiendes lo que te hizo, ¿cierto?
Seraphina lo miró fijamente por unos segundos antes de asentir levemente.
Cracker bufó, exasperado, antes de volverse de nuevo hacia Katakuri.
-¡Ahí lo tienes! Ni siquiera lo comprende, y tú atacándola como si estuviera lista para una pelea a muerte.
Katakuri suspiró con paciencia, observando a Seraphina.
-El Haki es una energía interna que permite a una persona manifestar su voluntad en combate. Hay diferentes tipos. El que usé contra ti, Haki de Armadura, permite que los ataques toquen incluso a los s de Logia como tú.
Seraphina ladeó la cabeza ligeramente, procesando la información.
-Entonces... ¿mi habilidad no me protege del todo?
-Exactamente -afirmó Katakuri-. Contra alguien sin Haki, podrías evitar cualquier golpe sin problemas. Pero si un enemigo fuerte lo usa, no importa que te transformes en polvo estelar; seguirás recibiendo el impacto.
Cracker cruzó los brazos, aún molesto.
-Lo que quiere decir que si sigues enfrentándote a ataques sin prepararte, te vas a hacer pedazos.
Seraphina miró sus propias manos de nuevo, observando el leve brillo de su piel perlada.
-Entiendo. Entonces, ¿ahora qué hacemos?
Katakuri notó la manera en que la chica le prestaba atención, una muestra sutil pero significativa de su interés en aprender. Ese pequeño cambio en su comportamiento le pareció suficiente para continuar.
-Seguiremos evaluando tus bloqueos hasta que sea el turno de Cracker -dijo con tranquilidad.
Seraphina asintió sin objeción, lista para la siguiente prueba.
Cracker se hizo a un lado, exasperado de tener que seguir viendo cómo Katakuri forzaba a la chica que, para él, era tan delicada. No podía soportar la idea de que en algún momento ella no pudiera bloquear los ataques y terminara herida.
Con un suspiro de fastidio, se dejó caer en una de las mesas de picnic del jardín, clavando los dedos en la madera, tratando de contener su frustración.
Mientras tanto, Katakuri mantenía su presión sobre Seraphina, empujándola a utilizar su gravedad contra el mochi endurecido con haki. La enorme masa oscura de mochi avanzaba lentamente hacia la joven, desafiando la fuerza de su habilidad. La chica mantenía sus manos alzadas, generando la fuerza gravitacional con "Hypernova", pero su respiración comenzaba a agitarse.
Katakuri la observó con atención. Aún no había llegado a su límite, pero quería ver cuánto más podía soportar.
-Si no generas más presión, esto te aplastará -le advirtió con su voz firme y severa.
Seraphina no respondió de inmediato. Su expresión, tan neutra como siempre, parecía impasible ante la advertencia. Sin embargo, sus ojos centelleaban con la luz de las estrellas mientras analizaba la situación. El mochi seguía avanzando, y por primera vez, un atisbo de desesperación cruzó su rostro.
Cracker chasqueó la lengua desde su lugar.
-¡Katakuri! Ya basta, ¿no ves que no puede más? -espetó, con los brazos cruzados y una mirada cargada de molestia.
Katakuri apenas giró la cabeza en su dirección.
-Si crees que está en su límite, entonces no la has estado observando bien.
Seraphina cerró los ojos por un instante y, al abrirlos de nuevo, su cuerpo resplandeció con un fulgor cósmico.
-"Supernova" -murmuró con su tono etéreo.
De pronto, una explosión de energía estelar emergió de su cuerpo, generando una fuerza repulsiva que empujó violentamente el mochi hacia atrás. La ráfaga luminosa se extendió en ondas, sacudiendo el suelo y haciendo que Cracker tuviera que afirmarse en la mesa.
Katakuri esbozó una leve sonrisa de aprobación, oculta bajo su bufanda.
-Eso es mejor.
Cracker, sin embargo, se levantó de golpe, caminando hacia ellos con paso decidido.
-¡¿Qué mejor ni qué nada?! ¡Mírala, está agotada! -exclamó, señalando a la chica, quien ahora respiraba con dificultad, pero se mantenía firme.
Seraphina, en cambio, no se veía afectada por la discusión de ambos hermanos. En su mente, solo había una pregunta que la inquietaba. Su mirada se perdió en la nada por un instante, como si estuviera ordenando sus pensamientos, antes de volver a centrarse en Katakuri.
-Quiero aprender...Haki -declaró con su tono neutral, sin titubeos.
Cracker puso los ojos en blanco y dejó escapar un bufido.
-¡Genial! Primero la usas como saco de boxeo y ahora la quieres meter en algo aún más peligroso!
Katakuri ignoró el comentario de su hermano y asintió.
-Si quieres aprenderlo, entonces seguiremos. No hay mejor manera de despertar el Haki que bajo presión.
Seraphina inclinó la cabeza, aceptando el reto sin ninguna muestra de duda o miedo.
Cracker, resignado, se cruzó de brazos y masculló para sí mismo.
-Maldita sea...
☆Continuará...☆
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