❝𝑳𝒂 𝒄𝒓𝒖𝒆𝒍𝒅𝒂𝒅 𝒅𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒎𝒆 𝒉𝒊𝒄𝒊𝒆𝒓𝒐𝒏 𝒔𝒖𝒇𝒓𝒊𝒓❞ || One-shot AU

━───────⊹⊱✙⊰⊹───────━

𝖂𝖊𝖑𝖈𝖔𝖒𝖊 𝖙𝖔 𝖍𝖊𝖑𝖑

━───────⊹⊱✙⊰⊹───────━

✎ . . .   1.197   ║ ➥ O8.11.2O

﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀

❛ ↻ A r g 🇦🇷 ║ ➥ O3:56 AM

﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀

════━━━━──── • ────━━━━════

𝕷𝖆 𝕮𝖗𝖚𝖊𝖑𝖉𝖆𝖉 𝖉𝖊 𝖑𝖔𝖘 𝖖𝖚𝖊 𝖒𝖊 𝕳𝖎𝖈𝖎𝖊𝖗𝖔𝖓 𝕾𝖚𝖋𝖗𝖎𝖗

════━━━━──── • ────━━━━════

Humanos... Cada vez que los veo me dan terror. Esos terribles recuerdos abarcaban mi mente cuando los veía. Por ellos lo perdí todo.

Mi nombre es Sabo. Soy un demonio, de esos con grandes alas negras de cuervo. Para mi desgracia, soy de una raza débil, de los que no viven en el infierno, sino en la montaña. Mis cuernos incrustados por encima de mi frente que trazan su camino por sobre mi cabeza también me delatan como tal; por ello ahora poseo un sombrero que logra cubrirlos por completo.

Era muy joven, con tan solo diez años de vida, cuando sucedió. Vivía junto con los de mi especie en aquella montaña. Pero un día, los humanos los habían exterminado a todos y cada uno de ellos; todo por el surgimiento de los cazadores. Creo ser el único que salió con vida de esa masacre. Apenas pude ver cómo mataban a los últimos por haber llegado tarde de jugar solo por el bosque. Recuerdo perfectamente aquellas ballestas atravesando los cuerpos de los míos.

Ya no existían protectores de la montaña; los humanos los habían matado a todos, incluso a los brujos, sólo por sus estúpidos miedos y creencias. Exterminaron gran parte de lo que habitaba en la montaña boscosa.

Los humanos creían sobre ángeles que los protegían y un dios líder creador de todas las cosas, el lado plenamente puro de todo, cuando la realidad era diferente. Pensar en que la extrema bondad podría existir cuando ellos eran lo peor de este mundo era realmente estúpido.

Me refugié en una simple cabaña tras escapar, esperando que todo lo que vi hubiera sido sólo un mal sueño. Allí vivía Dragon-san, un brujo que me enseñó todo lo que sé a día de hoy. Mi primera reacción cuando lo vi entrar fue tratar de golpearlo con un tubo que encontré por ahí, pero logró agarrarlo justo antes de que pudiera hacerlo.

—¿Un niño? —se preguntó—. Un demonio… —corrigió cuando me observó con mayor detenimiento.

Me encontraba agitado en ese momento. Mis ojos comenzaban a temblar junto con mi cuerpo, pero aún así me mostraba lo más valiente que podía. Me quitó el tubo de las manos y retrocedí.

—¡¿Qué eres?! —pregunté al no estar seguro de su procedencia—. ¿Humano…?

—Soy Dragon, un brujo. Este es mi hogar. —Al recibir la información de que no era de los humanos que arrasaron con mi hogar, me tranquilicé y caí al suelo hundido en lágrimas—. ¿Qué sucedió, chico?

—Ellos… los mataron a todos… —relataba entre sollozos—. Los humanos…

Dragon-san me abrazó para tranquilizarme tras enterarse de la gran masacre que ellos hicieron minutos antes. Me acogió con los brazos abiertos y desde entonces comencé a vivir con él.

Muchos años después, sucedió aquello que me cambió para siempre.

Dragon-san había ido al reino humano para buscar recursos, como siempre; pero ese día no volvió. Mientras se hacía de noche me preocupé tanto que decidí volar hasta la capital para buscarlo, pero no pensé que esa sería la peor idea que pude haber tenido.

La gente estaba comenzando a notar mi presencia, aun si estuviera muy en lo alto. Era inútil continuar buscando; ahora lo sé. No podría haberlo encontrado nunca entre tanta multitud de gente y variedad de edificaciones.

De repente y cuando menos me lo esperaba, la flecha de una ballesta atravesó mi ala izquierda y caí fuertemente contra el suelo. Toda la gente allí se apartó horrorizada al verme caer. Había aterrizado en su territorio; debía escapar en cualquier momento, pero mi ala había sufrido de una fractura al haber sido atravesada de esa forma.

Las desgracias no cesaban, pues los cazadores habían encontrado mi paradero. Traté de correr, pero otra flecha se incrustó en mi pierna, haciendo que el maldito hierro comenzara a quemarme.

—¡Atrápenlo! —escuché cuando seguidamente me empujaron fuertemente contra el suelo y me retuvieron para encadenarme las manos.

Con cada acción gritaba de dolor. Me movía con desespero para poder soltarme. Hacía lo que podía por escapar de las garras de aquellos desagradables seres, pero fue imposible en mi estado. Comencé a agitar mi ala derecha en un intento desesperado e inútil de estorbar su agarre.

—¡Córtenle las alas! —oí, aterrándome completamente por lo que estaba a punto de pasar.

—¡¡¡No!!! ¡¡Por favor, se los pido!! ¡¡¡Déjenme ir!!! —supliqué con todas mis fuerzas, pero todo fue en vano— ¡¡¡¡¡AHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!

Sentí cómo aquel cuchillo de hierro atravesó rápidamente la raíz de mi ala derecha mientras me quemaba dolorosamente. Me retorcía de dolor luego de tal tortura, pero perdí todas las esperanzas de vivir luego de sentir ese dolor nuevamente en mi ala izquierda.

Mis ojos comenzaron a teñirse de un oscuro negro mientras dejaba de moverme y lágrimas comenzaban a caer sobre mis mejillas.

Me hubiesen aniquilado ahí mismo si no fuera por sus ansias de mostrar su poder ante todo el mundo. Porque me llevaron a una celda para continuar torturándome y para luego mostrarme ante todos encadenado de manos y pies en un crucifijo como una especie de aviso para todo demonio o «monstruo» que apareciera frente a ellos.

Tenía la mirada perdida; estaba completamente destruido. Todo mi cuerpo sangraba y mis pies y manos ardían. No me quedaba más que perder toda esperanza.

Los humanos me veían con un semblante de victoria en sus rostros y celebraban mi captura como si todo eso fuera malditamente divertido. El odio comenzaba a consumirme.

Con mis globos oculares terminando de teñirse de negro y mis pupilas contraídas envueltas en blanco, comencé a gritar.

—¡¡¡Malditos seres humanos!!! ¡¡¡Los destruiré!!! ¡¡¡Los destruiré a todos ustedes en cuanto me libere de estas malditas cadenas!!! ¡¡¡¡¡Los voy a matar!!!!! —gritó desesperadamente una parte de mí que no había conocido antes.

De repente, el bullicio de la gente se hizo notar cuando una gran explosión inundó la escena. Un enorme dragón apareció frente a todos y comenzó a atacar a todo el que intentara acercarse. Su cola derrumbó y quebró el crucifijo en el que me encontraba encadenado y logré soltarme. ¡Dragon-san había venido a rescatarme!

—¡Huye! —me gritó antes de que una de esas molestas ballestas atravesara sus escamas y lo debilitara.

Era muy posible que si lo dejaba ocurriría lo peor, pero nada podía hacer más que escapar en mi estado. No podía hacer que su sacrificio fuera en vano. Con todas las fuerzas que me quedaban e ignorando todo ese dolor en mi cuerpo corrí lo más rápido que pude.

Logré escapar al bosque, pero en ese momento los escandalosos ruidos cesaron. Mis lágrimas fluyeron a través de mis mejillas al sentir que lo peor había sucedido. Pude corroborarlo cuando Dragon-san nunca volvió.

Entre llantos volvió a sucederme algo extraño. Me agarraba fuertemente la cabeza mientras sollozaba, pero repentinamente comencé a reír.

—Jeje… Jajajajaja… ¡AJAJAJAJAJAJAJA!

Desde entonces nunca fui el mismo. De noche mis pupilas se contraen y me convierto en esa especie de maniático loco que no tiene miedo, sino deseos de matar.

Esa traumática noche no dejé de reír y temblar mientras derramaba todas las lágrimas que dentro de mí quedaban.

Los haré sufrir y les devolveré todo y más de lo que a mí me hicieron.

#4WingsRaven