𝗦𝗽𝗶𝗱𝗲𝗿-𝗠𝗮𝗻: 𝗥𝗲𝗯𝗶𝗿𝘁𝗵 | 𝗖𝗮𝗽 𝗩𝗜𝗜𝗜 ᴬᶜᵗᵒ ³

#MundoComic

Un mes antes

Diciembre comenzaba en Nueva York, y la ciudad se vestía lentamente con luces navideñas y el frío característico de la época. En contraste con las calles heladas, dentro de la imponente mansión Osborn el ambiente era cálido.

Peter y Harry se encontraban tirados en unos sillones frente a una gigantesca pantalla. El nuevo Call of Duty: Modern Warfare estaba corriendo en modo multijugador. Controles en mano, los dos competían, aunque el resultado era predecible.

—¡Vamos, Peter!¡Te están reventando otra vez!— Gritó el joven Harry con una gran risa, mientras el seguía haciendo con su personaje una racha de bajas.

—¿Cómo rayos juegas a esto?— Interrogaba Peter sin despegar la mirada de la pantalla, apretando los botones sin tener mucho exito.

—Es que soy bueno. Juego todos los días a esto— Afirmó el joven Osborn, hijo del magnate.

Ambos se reían. La competitividad era genuina, pero la camaradería mucho más. El ambiente era liviano. Peter tomaba una gaseosa mientras miraba el techo, resoplando entre ronda y ronda. Las risas volvieron. Esa tarde parecía interminable. Dos amigos, desconectados del mundo, disfrutando de algo simple. Era, en retrospectiva, uno de los últimos momentos de verdadera paz entre ambos.

En un momento, mientras en la pantalla seguía sonando, Peter dejó el joystick a un lado y tomó la botella de agua que tenía cerca. Bebió unos sorbos mientras estiraba los brazos con cansancio. Harry pausó la partida, dejando caer su control sobre el sillón con una sonrisa satisfecha.

—Qué buen día, ¿no?— Dijo Harry, mirándolo con sinceridad. —Está genial que este año pasemos Navidad y Año Nuevo juntos... la primera vez—

Peter bajó la mirada por un segundo, incómodo. —Eh... sí, sobre eso..."—comenzó con cautela.

Harry frunció el ceño —¿Qué pasa?—

Peter suspiró, buscando las palabras. —Me surgió un viaje con el Daily Bugle. A la costa este. Es una cobertura de fin de año—

—¿Qué?¿Me estás diciendo que no vas a estar? Estuve organizando todo esto desde noviembre, Peter. ¡Te dije que quería hacer algo especial!— Expreso Harry, bastante descontento.

—Lo sé, lo sé, y lo aprecio...— intentó calmarlo Peter, levantando las manos. —Pero es importante para mí. Jonah me lo pidió personalmente. Y, además, la paga es buena...—

—¿Otra vez con eso? Siempre hay algo. Siempre hay una excusa. Una foto, un encargo, un trabajo importante—Harry se levantó del sillón, molesto, caminando hacia la ventana. —¿Y yo qué, Peter?¿No soy importante?¿No valgo una maldita Navidad?—

Peter lo miró desde el sofá, sin saber qué decir por un momento. Había en esas palabras más peso del que esperaba. Más dolor del que parecía estar relacionado solo con una fiesta. Parker en realidad no estaba diciendo toda la verdad. Lo del viaje del Daily Bugle era solo una excusa. En esos días, las tensiones por el Acta de Registro de Superhumanos estaban alcanzando su punto máximo, y el joven arácnido se encontraba al borde de tomar una de las decisiones más difíciles de su vida la cual era revelar su identidad al mundo. No sabía cómo decirle a Harry, no quería ponerlo en peligro así que eligió mentirle. Una mentira piadosa.

—Tranquilo, bro— Dijo Peter, esbozando una sonrisa forzada mientras dejaba la botella de agua. —Volveré cuanto antes y vamos a celebrar. Solo será un par de días—

—Siempre es lo mismo contigo. De igual forma supongo que lo pasaré solo, entonces— Indicó Molesto Harry.

Peter se levantó del sillón y se acercó unos pasos. —No digas eso, Harry. Voy a volver temprano. Vamos a estar juntos. Porque eso hacen los amigos, ¿no?—

Harry giró apenas el rostro, sus ojos todavía mostrando molestia, pero también algo de resignación. Peter extendió la mano. —¿Amigos para siempre?—

Harry dudó un segundo, pero luego asintió con una media sonrisa, esa que usaba cuando todo estaba bien. Le devolvió el gesto, estrechándole la mano con firmeza.

—Claro. Amigos por siempre—

Y en ese apretón de manos quedó sellada una promesa. Una promesa que, sin que lo supieran, estaba a punto de romperse bajo el peso de secretos, decisiones y destinos que los llevarían directo al abismo.

Actualidad

La noche cubría la ciudad. En la azotea, el cuerpo de Harry Osborn se mantenía apenas erguido, de rodillas, sostenido por la propia tensión de la armadura. Las púas metálicas, disparadas por el planeador, habían atravesado su pecho por completo, dejando su torso manchado de sangre y su respiración cada vez más errática.nEl cuerpo de Harry temblaba. Sus hombros subían y bajaban al ritmo de una respiración agónica, y su rostro, antaño cubierto por el casco del Duende, mostraba ahora una expresión confusa, rota. La mueca de ira se desdibujaba lentamente, dando lugar a una mirada vacía, cargada de arrepentimiento.

Peter lo sostuvo por la espalda, cuidando que su cabeza no golpeara el suelo. Lo miró fijamente, tratando de encontrar a su amigo bajo los rasgos tensos y pálidos. Peter permanecía inmóvil, sin saber si aferrarse al cuerpo o soltarlo, como si al hacerlo aceptara la tragedia inevitable.

—¿Harry...? ¿Qué te pasó?— Pregunto Peter.

—Lo lamento...— murmuró. Harry alzó la vista con dificultad. La sangre se deslizaba por la comisura de sus labios, y su respiración era un esfuerzo. —No era yo. Algo me consumió por dentro. Solo... solo me sentía solo—

—Está bien, está bien. Vamos a sacarte de aquí, ¿sí? Voy a llamar ayuda. Vas a estar bien...— Indicó Parker, casi como olvidando el combate reciente.

—No... ya no, Peter— Harry dejó escapar una risa quebrada, sin humor, y negó con la cabeza, débil. —Lo hecho, hecho está. Ya no hay vuelta atrás—

Peter bajó la mirada, viendo el metal atravesando su torso, comprendiendo lo inevitable. Sus ojos se humedecieron. —Lo siento, Harry. Lo siento tanto... Perdón por no decirte antes quién era. Solo... solo quería protegerte. No quería que esto pasara—

—No hay problema... ya lo entiendo. Al fin... entiendo todo— Expresó con dolor Harry, al cual ya le costaba mantener los ojos abiertos. —Lo que dije sobre Ben y May no era cierto. Lo siento mucho... Al final, son nuestras diferencias las que... las que nos hacen amigos.

Una lágrima resbaló por la mejilla de Peter. Su mano buscó la de Harry, la apretó con fuerza.

—Tú fuiste mi único amigo siempre, Pete... El único que estuvo ahí— Dijo Harry, sonriendo levemente con los ojos brillosos.

—¿Amigos para siempre?— Dijo el chico.

Peter lo miró fijamente. El dolor lo atravesaba por dentro, pero sostuvo la mirada con firmeza. Apretó la mano de su amigo con cariño.

—Amigos para siempre, Harry—

Los dedos de Harry se cerraron apenas, y luego su cuerpo comenzó a relajarse lentamente, como si, por fin, encontrara algo de paz. Harry cerró los ojos lentamente, dejando escapar su último aliento. Su rostro, endurecido por el dolor y la furia durante tanto tiempo, ahora parecía en paz. El cuerpo, antes tenso por la rabia, cedió. El peso de la enfermedad, del resentimiento y del odio desapareció con él, dejando atrás solo a un muchacho vencido por la soledad y por una batalla interna que jamás pudo ganar.

Peter no dijo nada. Solo bajó la cabeza, aún sujetando la mano de su amigo. Las lágrimas comenzaron a caer. Su respiración se quebró, atrapada por el dolor. El traje estaba roto, la sangre manchaba sus guantes, pero nada dolía más que perder a Harry. Su compañero de risas en los pasillos universitarios, el que lo invitaba a pasar navidades juntos cuando nadie más lo hacía. El amigo que, pese a todo, solo había buscado alguien que lo entendiera. No quedaban enemigos ni objetivos, solo el vacío de una amistad rota por las circunstancias, por las mentiras necesarias, por decisiones difíciles.

Desde una esquina del lugar, una figura se quedó quieta. Jessica Drew había llegado segundos antes. Había sido testigo del final. Sus ojos se abrieron con asombro y pesar al ver el cuerpo de Harry, las púas metálicas aún atravesándolo. Pero lo que más la conmovió fue Peter. Allí, roto, derrotado emocionalmente, abrazando el cuerpo de su enemigo y amigo. No dijo nada.

No se atrevió a interrumpir. Simplemente lo observó. El dolor era palpable. Y Peter.no dejaba de llorar. Mientras Parker permanecía arrodillado junto al cuerpo sin vida de Harry, atrapado en su duelo, Jessica Drew percibió algo que rompió el silencio del lugar. Había gritos ahogados, desesperados, provenientes de un rincón más alejado. Venían del ascensor.nCorrió entre los escombros, esquivando vigas caídas y fragmentos de metal destrozado. Jessica no perdió tiempo. Analizó la situación en segundos. Una viga retorcida bloqueaba la apertura. Sin dudarlo, tomó aire, apoyó ambas manos y, haciendo uso de toda su fuerza mejorada, comenzó a moverla. Finalmente, la viga cedió. Las puertas del ascensor se abrieron al instante. Desde el interior, un grupo de civiles atemorizados emergió, algunos temblando, otros en llanto, agradecidos solo de estar vivos. Pero Jessica no se movió. No los siguió.

Regresó la mirada hacia donde estaba Peter. Allí, seguía de pie junto a su viejo amigo caído.

El aracnido se levantó con lentitud. Su cuerpo adolorido apenas respondía. Sin decir palabra, recogió su máscara y se la colocó de nuevo. Por un instante más, se permitió mirar a Harry, su amigo, su hermano en tiempos felices y ahora un reflejo trágico de lo que pudo haber sido distinto. Pero no podía quedarse ahí. No podía quedarse roto. Se giró y entonces la vio.

Jessica estaba allí, firme pero tranquila, sin emitir palabra. Sus ojos se encontraron. No hizo falta hablar. En esa mirada compartida, hubo comprensión, respeto, y un duelo compartido en silencio. Ninguno quiso romper esa conexión con palabras vacías. Peter, con un leve asentimiento, se dio media vuelta y caminó hacia una ventana destrozada. Se detuvo por un segundo al borde y luego, sin más, dio un salto ágil y desapareció entre los edificios. Jessica no lo siguió. Solo observó cómo la figura del héroe se perdía en la oscuridad de la ciudad.

La noche había caído sobre Nueva York, y el gimnasio Fogwell’s, viejo y robusto, parecía un refugio perdido en el tiempo. En el centro, sobre un viejo banco de madera, Felicia Hardy se sentaba con el torso semi descubierto, la piel de su hombro iluminada por una lámpara colgante mientras Matt Murdock, cosía con hilo quirúrgico una herida profunda. Felicia no emitía ruido, aunque el dolor era visible en su rostro. Su mirada, sin embargo, estaba fija en el televisor pequeño y viejo que colgaba de una esquina del lugar. Las imágenes eran claras. Se podían ver helicópteros rodeando el One World Trade Center, fuego aún ardiendo entre los pisos superiores, escombros, caos, ambulancias. En pantalla, la imagen del rostro de Harry Osborn aparecía entre líneas rojas de emergencia. La verdad ya se sabía.

A unos metros, Peter Parker permanecía de pie frente a una ventana grande, cubierta a medias con una cortina rasgada. Su traje seguía puesto, sucio, rasgado por la batalla. Su máscara descansaba. Peter no se movía. Sus ojos estaban clavados en la ciudad.

Matt se puso de pie con tranquilidad, limpiándose las manos con una toalla. —Bueno, ya está— Dijo mientras guardaba la aguja. —He terminado con tu herida. Se curará en algunos días, seguro, pareces fuerte—

—Gracias, Matt, de verdad— Respondió la femenina, con una leve sonrisa. —Por cierto y sin ofender... ¿Cómo aprendiste a coser así? Eres ciego—

—No me ofende— Expreso con una leve mueca el ciego. —De niño, solía curar a mí padre. El era boxeador—

Felicia asintió en silencio. Volvió a mirar el televisor, como comprendiendo más del hombre que tenía enfrente. —Agradezco mucho tu ayuda—

Matt solo inclinó la cabeza en reconocimiento, luego dio unos pasos hacia el perchero donde colgaba su bastón. Desde la distancia, giró levemente su rostro hacia él con un tono calmado pero directo. —¿Y tú, Peter? ¿Necesitas algo?— Interrogó

—No… gracias— Dijo el chico de cabellos cortos, sin despegar la vista de la ventana.

—Si quieres decirme algo, lo que sea, dímelo. Aquí estoy— Matt frunció el ceño. Caminó despacio hacia él, guiado más por los latidos.

—Perdí a mi amigo, Matt. Y no pude salvarlo. Es mi culpa. Todo es mi culpa— Indicó el chico, recriminandose por el mismo.

—No siempre podemos salvarlos a todos. Yo también vivo con eso más seguido de lo que me gustaría— Afirmó Murdock.

—Pero aún así, tengo que intentarlo— Respondió Parker.

—Y yo también lo intento. Cada día— Matt asintió con suavidad, comprendiendo el peso de sus palabras. —Pero a veces, lo único que queda es pedir perdón y seguir adelante. No por resignación. Sino porque sabemos que debemos ser mejores... Harry... estoy seguro de que estaría orgulloso de en quién te estás convirtiendo, Peter. Él quería lo mejor para ti. Y eso es lo que debés buscar cada día. Ser esa mejor versión.

Peter cerró los ojos por un momento, respirando con dificultad, sintiendo el dolor, pero también, lentamente, dejando que las palabras de Matt se asentaran. El silencio lo envolvía. Las imágenes no dejaban de pasar por su cabeza. La amistad en la universidad, los momentos de alegría, las noches de videojuegos en la mansión Osborn, y el trágico final. Lo que más le dolía no era el hecho de que Harry hubiera muerto, sino no haber llegado a tiempo para salvarlo, no haber estado cuando más lo necesitaba. Todo lo que había hecho últimamente había sido por proteger su identidad, por cuidar a los suyos. Pero en el proceso, había perdido el norte. Su conflicto con el acta, sus mentiras piadosas, su deseo de mantener separados los dos mundos, lo habían llevado a alejar a quienes más quería. Y cuando pensó que todo se estabilizaba, la vida volvió a jugarle sucio. Así era siempre. Esa era, quizás, su maldita suerte. Sin embargo, a pesar del dolor había algo en él que se mantenía firme. Una chispa que no se apagaba. Peter Parker, volvería a ser Spider-Man con toda la fuerza de su alma. No por redención, sino por convicción. Porque mientras pudiera levantarse, mientras pudiera luchar, jamás dejaría de ser el héroe que la ciudad necesitaba. El héroe que él mismo necesitaba ser.

Continuará...

║▌│█║▌│ █║▌│█│║▌║

:copyright: Made By - - - - ˢᵖⁱᵈᵉʳ ᴾᵃʳᵏᵉʳ