"Entre astros"

Hace tiempo que vivo enamorado del Sol,

de su risa dorada sobre las montañas,

de su luz que envuelve el mundo en oro,

del fuego que aviva mi piel al alba.

Amo al Sol, su brillo inalcanzable,

su calidez que arde en mis venas,

su abrazo feroz que todo lo consume,

y su presencia, siempre dominante.

Pero tengo un secreto…

Cuando el Sol se oculta en el horizonte,

cuando su reinado llega a su fin,

mis pasos me llevan a las montañas,

donde, en la sombra, espero a la Luna.

Oh, Luna fría, de mirada distante,

tus rizos de plata rozan las cimas,

tus rayos me empujan,

pero cuando caigo… me abrazas.

Violento satélite,

reina de las noches solitarias,

tus besos son gélidos,

pero en la penumbra me perteneces.

Si el Sol es mi pasión,

tú eres mi obsesión.

Si el Sol me devora con su luz,

tú me atrapas con tu oscuridad.

A veces brillas con la fuerza del Sol,

como si quisieras reclamarme,

otras, te ocultas tras las sombras,

dejándome solo con mi indecisión.

Cuando el alba irrumpe,

mi piel aún arde con su fuego,

pero en mis labios

persiste el eco de tu beso helado.

¿Qué soy sin ustedes?

¿A quién pertenezco?

Si el Sol me reclama con su abrazo ardiente,

¿por qué mi alma aún corre hacia la Luna?

Subo al pico más alto,

y ahí estás…

Luna morena,

con labios fríos que me besan en la penumbra.

Pero al despertar,

el Sol me atrapa,

me quema,

me retiene.

Brillante diosa, ¿me amas ahora más?

¿O solo me deseas porque me pierdes?

Ambos me reclaman,

ambos me atraen,

uno me incendia, otro me hiela,

uno me libera, otro me encadena.

Si camino hacia el Sol,

la Luna me persigue en sueños.

Si busco a la Luna,

el Sol me marca con su ardor.

Y aun así,

moriría en sus caricias.