Prólogo

El océano, un lugar bastante extenso lleno de criaturas interesantes y fascinantes, entre ellos los Pokémon, seres vivos normalmente usados como mascotas o compañeros de aventura para los entrenadores jóvenes. En este océano alegado de las regiones existentes, existe una pequeña civilización submarina, cuyas características físicas están asociadas con algunas criaturas marinas.

Hace siglos una batalla se realizaría gracias a una de las últimas decisiones del Dios del mar, un gran disgusto creado por la joven Mikotsu hacia su hermana, la princesa Uomi. El disgusto de Mikotsu cual marcaría un antes y un después en el basto océano.

Este hecho dió el inicio a una terrible guerra entre los súbditos del Rey, cada uno de ellos fueron tomados como subordinados de cada una de las princesas, junto a ellos uno de los familiares del gran hechicero.

El gran mar azul, fue sede de una gran cantidad de fallecidos en esa lucha por el trono submarino, El Rey le había ordenado al Gran Hechicero, sellar a todo aquel que dañara aquel lugar lleno de paz, El Gran Hechicero dudó mucho sobre su decisión, ya que su hija lo había creado gracias a él.

Ellos miraron la traición de uno de sus familiares, exactamente un tiburón, los destrozos se hacían cada vez más notorios, los ataques eran a sangre fría hasta que... Llegaron a dañar al Rey... Los demás fueron tras los traidores cuyos cuerpos fueron gravemente heridos, Mikotsu no se salvó terminado con un ojo destripado...

El gran hechicero con valentía, fue directamente al techo del último piso del]castillo, uno de sus familiares pedía que no efectuará tal hechizo de sellado, sin embargo el gran hechicero no se detuvo, quería que el mundo en donde nacería, aquel pequeño que tomaría su lugar, fuera un océano libre de guerra, un lugar pacífico...

¿?: — "¡¡Señor Meikai!!" — Gritaría con desesperación, al mirar la acción del gran hechicero, cuyo hechizo sellaría a todo aquel que fue aliado de Mikotsu, ese destino fue lo mismo para uno de sus familiares...

Tras un fuerte destello de luz azul, el hechicero desapareció sin algún rastro de su preferencia, su familiar miraría con tristeza, gritaría el nombre del desaparecido mientras rompía en un terrible llanto cual se escucharía alrededor del castillo, resonando en una habitación donde se resguardaba un huevo blanco y brillante como la misma luna...

La desaparición del gran hechicero dejo como recuerdo la creación de la gran piedra lunar que proteje el océano, en aquel momento unas pequeñas estrellas cayeron enfrente de todos, junto a las lágrimas de aquel familiar. El ya se había ido, eso resonaba por la cabeza de aquella persona, junto a las últimas palabras del hechicero: "Cuándo nazcas nunca cambies mi pequeño, no dejes que nadie cambie aquellos aspectos, siempre estaré velando por tu felicidad"...

Aquellas palabras, resonaban por su mente, lloraba con desesperación y sabía que su último acto relacionado con el gran hechicero, sería criar al siguiente protector marino y el siguiente en mantener el legado del señor Meikai...