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:alien: ¡Hola Alienígenas! :alien:

¡Buenos días, buenas tardes y buenas noches! :high_brightness:

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#MiDistrito

Como vieron en el título hoy les traigo la tercera prueba, entonces sin mucho más que decir, les presento mi punto de vista de la historia.

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Me removí sobre la arena, mientras miraba la tierra, azul, verde y de grandes continentes. Desde pequeña había podido escuchar historias sobre aquel extraño planeta, donde vivían gente pacífica, que gozaba de la vida, contaban chistes, leyendas y comían a montones.

Sentada allí, mirando aquel circulo gigante que flotaba, recordé cuando se nos presentó la noticia, que pronto estaríamos tan cerca de esos extraños seres como “Él”.

Por años, había intentado reconstruir nuestra nación, Saturno, no estaba tan desolado como los humanos y "ellos" creían. Exiliados de la Tierra y obligados a correr por nuestras vidas, los ancianos, con el pasar de los meses, debieron sucumbir ante la cacería de los Silius. Con su gran altura y cuerpos coloridos, notaron nuestra “enfermedad” y pronto nos ofrecieron acilo.

Pero todo favor debe ser recompensado, con los años, se nos entrenó como guerreros de corazón de piedra, nos adoctrinaron con mano dura, pero a la vez podíamos ver el brillo en los ojos del general, al dispararle certeramente al corazón de un muñeco de carbonita*.

Con el pasar del tiempo, las alianzas y enemistades se crearon entre los guerreros. Hasta aquel día, con mi compañera y su hermano a mi lado, nos dirigimos al Consejo de Saturno, donde todos los habitantes se juntaban al recibir una noticia que podría impactar a la población. Por lo que habíamos escuchado no era exactamente una buena noticia.

Con un poco de nervios, el general camino hacia el centro, destacando su piel violácea de los demás. Y las palabras que menciono, nos erizaron hasta el último pelo del cuerpo. Sin palabras, se alejó y nos mostró el significado de aquellos festejos terrícolas, aquella proyección solo logró que desee que la suerte de caer en manos de aquel estúpido juego, sea de otro. El general se acercó nuevamente al estrado, y soltó las únicas palabras que no queríamos escuchar.

“Los favores deben ser pagados”

***

La despedida se pobló de miradas tristes, aunque la hipocresía de algunas personas era palpable. Pero aquella cabellera blanca, acompañada de un joven alto, era lo que más iba a extrañar, y lo peor es que sabía que existía la posibilidad de no volverlos a ver.

El viaje duro dos días, dos días de un silencio sepulcral cargado de nervios y miedo. Mientras observaba mi reflejo en la pequeña daga, mis pensamientos se iban a aquellas imágenes, el suelo teñido de rojo escarlata, la gente festejando como si fuera gratificante, los habitantes de ese extraño planeta en un completo estado de salvajismo.

Y por primera vez pensé, en que exiliarnos a Saturno, no era tan mala idea, con tan solo pensar que podríamos haber vivido entre seres perdidos, sin rumbo, con sed de sangre, me causa un mal sabor en la boca. Nuestro líder – a pesar de su lucha por la libertad – había sido asesinado por causas que no comprendía de pequeña, pero su muerte había sido nuestra salvación.

Sacudí la cabeza, cuando tocaron mi hombro, la mirada de mi compañera estaba oscura, las dos éramos conscientes de que una sola podría volver. Aleje mis pensamientos y bajamos a una especie de edificio, una mujer se acercó caminando velozmente, su piel era ligeramente pálida, su cara y su pelo parecían ser extravagantes y caros. A su lado, un poco más lento, venía un hombre de pelo negro, un poco más bajo que ella y su gran cabellera.

Su boca se movió ágilmente y sin terminar de hablar comenzó a empujarlos hacia una especie de caja rectangular, mientras el hombre la miraba con impaciencia. Sentadas frente a ellos, nos comentaron rápidamente sobre el juego, pero sus palabras solamente estaban dispersas en mi cabeza, mis pensamientos volaban, quería volver a casa, aunque sabía que no podía.

Lia no dudo en preguntar sobre sus ropas, pero la mujer solo rio mientras le decía que era tierna, pronto se alejaron dejándonos solas.

Como era de esperar, solo pudimos dirigirnos algunas palabras, además de observar los lujos y pilas de comida, que tenía aquella extraña caja. Frente a mis ojos, apareció una ciudad de altos edificios, el cielo estaba lleno de unas extrañas cosas que no le daban el paso al sol. Aquel rectángulo, se paró de repente y la mujer, seguida del hombre, hablo con su voz que comenzaba a parecerme chillona.

Los gritos y la gente pegada a los vidrios comenzaban a acumularse, ellos también vestían unas ridículas cabelleras y vestimenta. Al intentar bajar, se lanzaron sobre nosotros, como animales intentando cazar una presa, pero para nuestra suerte unos guardias mantuvieron la distancia. Algo ahogada, intente saludar con mi mejor sonrisa, pero el disgusto que me provocaban esos extraños seres y sus gustos por la sangre era descomunal.

Al salir de la multitud, nos subieron a otro rectángulo que tenía un aspecto más oscuro y lujoso, que en el que nos encontrábamos anteriormente. La notable diferencia es que este tenía unas extrañas bases redonda, lo que me llevo a pensar que también tenía cierta atracción por las formas geométricas.

A mi lado Lia, miraba con algo de asombro, y no lo voy a negar, las estructuras, la gente, hasta los animales tenían un toque extraño pero fino, que de alguna manera me atraía. Pero al caer en la realidad, me di cuenta, que solo tendría la posibilidad de verlo por este momento, asique por primera vez desde que me despedí de Saturno, me dedique a disfrutar aquella extraña cultura.

Al termino de unos escasos minutos, nos bajaron en un edificio, que como los demás, tenía una altura considerable. Y como era de esperarse, nadie escatimo en lujos, el brillo recorría cada minúsculo detalle de aquel lugar. Hasta las flores parecían resplandecer bajo un foco, que las iluminaba.

La mujer de voluptuoso cabello, comenzó a hablar, pero como antes, solo veía su boca moverse con lentitud. Pronto nos dirigieron a las habitaciones que estaban separas. Alejada de todos, en mi cuarto, me deshice de mi ropa, y dejé mi mente en blanco.

Desnuda, me recosté en la cama, y pensé en que me gustaría ser, un viento frio se coló por mi espalda, pero ya no me afectaba, veía todo de una perspectiva distinta, con menos altura, pero acurrucada sobre la cama.

Miré mis, ahora, patas e intente relajarme. A pesar de haber cambiado, seguía teniendo mis pensamientos fuera de este planeta. Saturno, había sido mi vida, mi hogar, el general nos había entrenado con mano dura, pero hasta nuestro corazón de piedra, tenía alguna que otra grieta que, al ser explorada, podría agrandarse y desembocar en rio de sentimientos infinito que no dejaba nuestra conciencia tranquila.

Agudice mi oído, al escuchar pasos fuera de la puerta. Por un momento, la concentración de saber quién era venció a mis pensamientos, pero nunca supe, quien por unos minutos quiso entrar. Luego, a pesar de ser una pequeña bola de pelos, una gota se deslizó entre ellos, provocándome un escalofrío, que hizo que mi piel volviera, y, aun así, me quede acostada pensando en la masacre a la que tendría que sobrevivir.

***

:fire: Carbonita*: Es un material existente solo en Saturno, es rojo escarlata y extremadamente difícil de quebrantar.

Espero que les haya gustado y quiero desearle suerte a mi compañera.

¡Cambio y fuera!