Holahola, muy buenas a todos los de esta comunidad, soy algo nueva aquí y supongo que empezaré escribiendo un libro que va ir subiéndose por capítulos...Ya dicho esto les dejo el primer capitulo
Hace mucho tiempo, el mundo era habitado por seres de un tamaño inmenso...Los "Titanes" convivían en un gran planeta, donde solo existían ellos y el mar, los Titanes por su gran tamaño no les importaba la profundidad del agua que solo les llegaba hacia la rodilla.
Un conflicto de liderazgo se desató entre 2 de estos Titanes, los dos querían gobernar, pero solo uno de ellos lo lograría, por medio de una batalla se decidiría quien sería el líder.
Luego de una ardua lucha, uno de estos dos cayó rendido y muerto al mar, el otro quedó como líder de todos los otros, que eran considerablemente más pequeños que ellos dos.
Años después de alguna manera u otra los otros Titanes se extinguirian, pero sus restos no se conservaron y desaparecieron, solo el primero de ellos, el primer caído, no desapareció.
Entonces, el agua entró a los huesos del titan, lo que llevó que la vida surgiera en esta, árboles y flores crecían, grandes terrenos con distintos biomas, en la cabeza crecia un bioma sabático sin muchos materiales aparte de madera, en los brazos y el torso creció un bioma de bosque templado, en las partes más altas apareció un bioma de montañas, a pesar de altas, podían ser habitables...Y por ultimo, en la cola del titan, creció una especie de bioma marino costero.
Y luego de millones de años, sobre los restos del primer Titán caído, cuatro razas evolucionaron a partir de los homínidos que se adaptaron a los biomas que emergieron de sus huesos.
Los Orcos surgieron en la vasta sabana que creció sobre la cabeza del Titán. Esta región era árida y plana, con extensos pastizales y árboles dispersos. Los Orcos desarrollaron cuerpos fuertes y musculosos, ideales para soportar el calor abrasador del día y el frío helado de la noche. Con pieles gruesas de tonos verdes y marrones, se camuflaban perfectamente en su entorno, y sus sentidos se agudizaron para cazar y sobrevivir en un lugar donde la comida escaseaba.
En la costa marina que se extendía por la cola del Titán, los Elfos evolucionaron como seres de gran agilidad y gracia. Su piel era pálida, casi traslúcida, adaptada para vivir cerca del agua y bajo la luz tenue de un sol que apenas llegaba a su hogar costero. Construyeron ciudades sobre el agua, desarrollando una afinidad con las criaturas marinas y las corrientes oceánicas. Su cultura se centraba en la armonía con el mar, siendo expertos navegantes y guerreros en su entorno acuático.
En las montañas que surgieron en las partes más altas del Titán, los Enanos encontraron su hogar. Pequeños y robustos, se adaptaron a la vida en las alturas, donde el aire era escaso y el terreno difícil. Con cuerpos compactos y resistentes al frío, construyeron sus ciudades en las entrañas de las montañas, minando los ricos minerales y piedras preciosas que encontraban. Su habilidad en la forja y la construcción no tenía igual, y sus fortalezas eran inexpugnables.
Los humanos se asentaron en el bioma de bosque templado que cubría los brazos y el torso del Titán. Rodeados de árboles frondosos y un clima moderado, desarrollaron una cultura diversa y adaptativa. Sus cuerpos eran más versátiles, permitiéndoles adaptarse a cambios en el clima y en el entorno. Formaron aldeas y ciudades dentro del bosque, aprovechando la madera y los recursos naturales para su supervivencia.
Las 4 razas parecían coexistir sin conflicto alguno, sus culturas se conocieron y mezclaron, compartieron de sus recursos y le enseñaron a los demás sobre sus intereses.
Años más tarde de que las razas se hayan conectado por primera vez.
Javier, un chico de 13 años con una apariencia bastante inusual según la gente de Lunelia, el reino donde vivia.
Destacaba de el su heterocromia, uno de sus ojos tenia un color marrón, pero el otro era completamente desprovisto de pigmento.
Su cabello no era algo tan inusual, pero si que podría dejar dudas en algunos...Esto era a causa de la fuerte transición de colores que lo recorre, desde sus cejas hacia abajo, un negro carbón se hacía presente en el, por arriba estaba un castaño claro.
Aunque la gente de Lunelia le aceptaba, existían algunos que le miraban con recelo, murmuraban a sus espaldas, hablando de su tragedia que había ocurrido cuando aún era un niño.
Según el chico, su familia había sido arrasada uno por uno a causa de una enfermedad mortal...Pero esto solo era una "muy buena" excusa de porque un chico tan joven estaba ahí sin familia alguna.
Unos kilómetros más allá, se encontraba Thalassar, un pueblo elfo reconocido dentro de los 3 más grandes de la raza elfica.
Ahí se encontraba Sparquiel, un elfo de 10 años...Sus padres desde pequeño le enseñaron las maravillas y peligros del mar.
Una vez, cuando Sparquiel tenía 7 años, se encontraba en la costa de Thalassar, de un momento a otro, un sismo golpeó el lugar, no de una manera tan agresiva, pero lo suficiente como para subir las mareas, el pequeño no alcanzo a reaccionar cuando una ola le llevó.
La afinidad que tenían los Elfos con el agua les permitía una mejor capacidad para aguantar bajo de esta, dando que Sparquiel no se ahogara.
Cuando abrió los ojos, se encontró cara a cara con un ser inmenso, que vivía bajo la ciudad, a pesar de verse peligroso, la criatura que parecía estar hecha de metal, con un solo ojo de esclerótica morada e iris amarilla, no le hizo daño alguno y permitió que el infante se fuera.
Luego de un tiempo, Sparquiel salió del mar...Aún algo asustado y en shock, pero desde ese momento tomo una decisión, nunca más volvería a mostrar miedo, aquel encuentro le demostró que el susto solo le perjudicaria a futuro.
Los Elfos le veían un gran potencial, Sparquiel sabía esto y le daba más fuerzas para seguir con su actitud, pero en el fondo, muy en el fondo, su miedo aveces seguía presentándose, era algo inevitable, era tan solo un niño.
En la vasta sabana que coronaba la cabeza del Titán caído, entre las extensas planicies de hierba alta y los árboles solitarios que salpicaban el horizonte, vivía una niña humana llamada Cathalina. A sus 12 años, Cathalina era una rareza en aquella tierra dominada por los imponentes Orcos. Había sido acogida por el jefe de la tribu, un ser alto y musculoso, cuya mirada dura siempre parecía ocultar algo más oscuro.
Cathalina no recordaba mucho de sus padres, solo fragmentos de risas y días soleados. Según el jefe, habían perecido en un accidente mientras viajaban por la sabana. Él la había encontrado sola y vulnerable, y la había llevado al campamento orco, criándola como su propia hija. Aunque el jefe siempre se mostraba protector, había algo en su voz cuando hablaba de sus padres que hacía que Cathalina sintiera un frío inexplicable en el pecho.
Los Orcos la trataban con respeto, pero también con cierta distancia. Aunque Cathalina se había adaptado a su estilo de vida, cazando y aprendiendo el arte de la supervivencia, sabía que nunca sería completamente una de ellos.
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