"Ser sincero con todos, y más todavía consigo mismo. Aunque se perjudique. Aunque se rompa el alma contra el obstáculo. Aunque se quede sólo, aislado y sangrando. Esta no es una fórmula para vivir feliz; creo que no, pero sí lo es para tener fuerzas y examinar el contenido de la vida, cuyas apariencias nos marean y engañan de continuo. No mire lo que hacen los demás. No le importe un pepino lo que opine el prójimo. Sea usted, usted mismo sobre todas las cosas; sobre el bien y el mal, sobre el placer y sobre el dolor, sobre la vida y la muerte. Usted y usted. Nada más. Y será fuerte como un demonio entonces. Fuerte a pesar de todos y contra todos. No importe que la pena lo haga dar de cabeza contra la pared. Interróguese siempre, en el peor minuto de su vida, lo siguiente: “¿Soy sincero conmigo mismo?"
–Roberto Arlt/Aguafuertes porteñas
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