Shirohane No Hime

SesshKagu ES cannon. 07/12/20

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N o t a s d e a u t o r a l f i n a l d e l

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N o t a s d e a u t

- ̗̀↳ C a p i t u l o C i n c o ]

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Llegó hasta allí y se paró frente a la gran puerta, que estaba cerrada.

-¿Acaso él vive en este lugar? ¿entre esa gente? - no paraba de preguntarse.

El único sonido de aquel solitario lugar era el de los grillos.

La puerta no se abriría a menos que fueras invitado o bienvenido al pueblo.

La castaña apoyó su espalda en la puerta hasta caer sentada al suelo. ¿Que más podría hacer? ¿o a donde ir? Lo único que deseaba era averiguar la respuestas a sus preguntas pero, quizás fue tonto venir hasta aquí. Estaba cansada ya de vagar, cerró los ojos. Y sin querer se quedó dormida.

[...]

Se escuchó el crujido de los pasos de alguien acercandose, y la castaña reaccionó.

Al percibir escencia demoniaca, inmediatamente sacó de sus mangas un filoso un shuriken, y lo lanzó. Se puso de pie de un salto.

Pero inevitablemente se sorprendió al ver como, Sesshomaru, sostenía entre sus dedos aquella figura de metal. Inexpresivo como siempre.

Sin poder decir palabra alguna, los ojos carmesí de Kagura examinaron al daiyokai de pies, a cabeza. No vestía como de costumbre.

Para su sorpresa estaba descalzo, vestía unicamente por una pijama blanca tradicional. Y su estola en su hombro. Pero no llevaba armadura, ni siquiera sus espadas.

-Sesshomaru ...

-¿Que haces aquí? - dio un paso adelante.

- Lo mismo digo

El peliplateado desvío su mirada para examinar el shuriken. Lo dobló hasta destruirlo sin cortarse. La oji-rubí solo se quedó alerta por cualquier intento de ataque por su parte, pero este no hizo más que tirar los restos de la figura de metal al suelo.

- ¿Que haces con esto? - pregunta, refiriéndose al shuriken. - Estas cosas son inservibles para alguien como tú. - afirmó

- ¿Y que sabes tú que es útil para mi? -pregunta de manera altanera

Este no respondió. Y siguió acercándose, sin ninguna intención de iniciar una batalla.

Kagura al notar que el interés de Sesshomaru estaba en la entrada del pueblo, se quitó de su camino antes de que se lo pidiera.

Cuando Sesshomaru estuvo al frente de la gran puerta, esta por si sola comenzó abrirse.

- ¿Vives aquí? - la oji rubí se armó de valor y rompió el silencio, con la esperanza de obtener respuesta.

- No tienes por qué saberlo. Me enteré que ya estuviste aquí antes...

Las esperanzas volaron de Kagura, pero se quedó callada escuchando lo que el daiyoukai tenia para decir.

- ... fuiste irrespetuosa y se te prohibió la entrada. Pero sin embargo... - mete su mano derecha adentro de su kimono, buscando sacar algo -

- ¿Qué? - aterrada y curiosa, Kagura mantenía la vista fija en el, esperando cualquier cosa.

- Se me ordenó entregarte esto - sin voltear a verla, lanza el objeto que buscaba entre su ropa hacia la castaña.

Este golpea su pecho y cae a sus manos.

- Esto es... - abre sus ojos, presumiendo sorpresa. - Un abanico... - contemplandolo, lo abre.

Era totalmente blanco, no tenía decorativo alguno. Y sus puntas brillaban del filo. Era un espléndido abanico nuevo. No sabía como reaccionar ante tal obsequio, era como si hubieran leído su mente y saber que lo precisaba.

El ruido de las puertas cerrándose de golpe hicieron que Kagura volviera en sí y levantara la cara.

- Se fue. Típico de él - frunció el ceño, pero pronto lo olvidó por que seguía maravillada por su nuevo abanico. - Lo probaré ahora - sonrió y se puso en posición - ¡Danza de las cuchillas!

Un filo invisible se creó en el aire, que impactaron a toda velocidad en unos árboles que habían allí, estos se partieron a la mitad y cayeron.

- Es potente - sonrió triunfal, viendo con amor a su nueva arma.

Tomó una pluma, la lanzó y abandonó el lugar.

Es momento de las preguntas.

- No puedo explicarme como hizo para saberlo...

En su mente recrea las palabras del peliplateado

" - Se me ordenó entregarte esto "

- ¿Le ordenaron? ¿Quien le ordenó? ¿y desde cuando existe alguien en el mundo que le da ordenes al poderoso Sesshomaru? ... a menos que... claro, no hay otra persona allí dentro más que esa mujer. - Recuerda a la princesa Shirohane - Pero yo le desagrado, ¿Por que mandaría a Sesshomaru a devolverme el arma que perdí? No tiene sentido

...

- Si no me equivoco, son de la misma especie. Tienen rasgos tan parecidos... y son igualmente frios ¿Puede ser acaso, que sean el mismo ser? ¡Ay! - sacude su cabeza - Que idea tan estúpida, por que pienso en algo así. - se regaña - Puede que sean parientes, es lo más seguro.

...

- o quizás sean prometidos - susurra, con un tono triste. - Maldición ¿y a mi que me importa? ¡Ni debería pensar en ellos!

[...]

Y los días pasaron, haciendose semanas y las semanas en meses, sin que se sepa noticias acerca de Uchinaru- Heiwa y sus habitantes.