𑣎̇ㅤ你很美麗ㅤᦗ𝑯𝑒𝑦╮𝗁𝑜𝑤 𝑎𝗋𝒆 𝑦𝒐𝑢?ೊㅤㅤ

𝑙𝑒𝑡'𝑠  𖽴𝗐𝑟𝒊𝑡͠𝑒   𝕒   𝗌𝒕𝑜𝑟𝒚  𝘵𝑜̄𝒈𝑒𝑡𝑒𝗋   𖩨微笑𞋒

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Esta es una historia,

hecha       por       dos

personas      que    se

aman,   una historia

que    anhela   tener

un        final       feliz.

Nació        en        esta

comunidad   y    será

guardada          aquí

hasta        que         el

universo   se extinga.

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Sus pasos resonaban por la vereda haciendo notar su agitado caminar, estaba llegando tarde, como usualmente solía estarlo, pero también estaba perdida, ¿Cómo podía perderse en el lugar que llevaba estudiando meses?, ni siquiera ella lo entendía.

Y con mucha pena, aceptando su error, pediría ayuda, desvío su mirada por aquel espacioso, fresco y lindo lugar, los árboles de cerezo qué rodeaban todo su alrededor daban el toque dulce de la primavera, sin embargo, los pétalos rosas quedaron de lado pues alguien robó su mirada haciéndola sentirse tímida, se quedó unos segundos, tal vez minutos, mirando aquel joven chico de impecable piel blanca, y agradables facciones que endulzaban a cualquiera que lo podía apreciar.

Con un notable sonrojo en sus mejillas, sus pasos más tímidos y haciéndose aún más pequeña se acercó a él sonriendo un poco.

—Hola... ¿Podrías ayudarme?

...

Pero él... no respondió, su mirada se quedó fija en ella como si estuviera inspeccionando su apariencia y antes de siquiera hablar soltó una carcajada causada por el cabello de la joven que se había despeinado.

—¿Eh? ¡Oye! ¿No vas a ayudarme?

La joven se apresuró a seguirle, pero él ya se había girado, dándole la espalda mientras pasaba los dedos por su cabello con una calma despreocupada. Su figura se alejaba con paso tranquilo, como si el mundo entero le perteneciera.

—Claaaaaro que voy a ayudarte. Sígueme y dime a dónde quieres ir.

Ella titubeó, sus pasos se tornaron inseguros.

—…¿Cómo sabes que estoy perdida?

El chico giró la cabeza con una sonrisa que destilaba confianza, su mirada escrutó la incertidumbre en los ojos de la muchacha.

—Eres la única aquí afuera. Es demasiado obvio.

Ella aceleró el paso hasta quedar a su lado, jugueteando con su cabello, soltando pequeñas risas ahogadas por la vergüenza.

—¿Y tú qué haces aquí? ¿No deberías estar estudiando?

—¿Yo? No. Solo espero a un amigo.

Las palabras fluían con la misma naturalidad que sus pasos sobre el empedrado, el aire fresco envolvía sus voces en una danza efímera. Fue la primera vez que se vieron. Así, en medio de la casualidad, comenzó a gestarse una amistad, tejida entre miradas furtivas y conversaciones que, sin que lo supieran, dejarían huella con el tiempo.

Sin embargo ella se enamoró de él.

Y esta historia apenas empieza.