LA MUJER DE OTRO HOMBRE

He estado buscando la excusa más tonta que se le haya podido ocurrir a alguien para volver a hablarte y decirte lo mucho que te he echado de menos, como aquellas veces que me escribiste para decirme que alguien se había comido mis dulces y eras tú quien lo hacía, cuando ambos sabíamos que yo los dejaba a propósito en ese cajón especialmente para ti.

No sabes cómo me late el corazón de rápido cada vez que he estado a punto de darle enviar, ese impulso es lo más sensato que hay dentro de mi, pues me ayuda a conservar la poca dignidad que me queda.

Si te lo preguntas, la respuesta es un sí, vi la foto que subiste con ella, pero los ojos no mienten y no veía amor en ellos, así que hazte un favor a ti y a ella y toma una nueva, una en la que tus ojos no demuestren tristeza, una que me haga creer que ya no tengo razones para querer buscarte, que me quite el anhelo de un futuro juntos.

Hoy vi que me bloqueaste también de tus redes sociales y no te culpo hiciste lo correcto, porque la química que había entre los dos solo se quita con olvido.

Me tiemblan las manos de rabia al escribir esto porque me pongo a pensar en esa frase escrita por un tibio “quizás en otra vida” y me niego a pensar en que las cosas tengan que ser así, en que uno no pueda amar plenamente en esta, quizás solo soy la mujer de otro hombre.