El coche avanzaba por la carretera mientras el sol comenzaba a esconderse detrás de las montañas. Mis padres iban en el asiento delantero, hablando de cosas que no me interesaban demasiado. Yo estaba en el asiento trasero, con los auriculares puestos, tratando de ignorar la conversación. Jaime, mi hermano mayor, había insistido en que fuéramos a visitarlo al observatorio. "Va a ser increíble, Rony", me había dicho por teléfono. "Hay una lluvia de meteoros en dos días, y desde aquí se verá perfectamente". No me emocionaba tanto como a él, pero al menos era una excusa para salir de la rutina.
"Rony, ¿vas a escuchar música todo el viaje?", preguntó mi madre, volviéndose hacia mí.
"Quizás", respondí, sin mucho entusiasmo.
"Deberías hablar más con nosotros", dijo mi padre, mirándome por el retrovisor. "Jaime siempre está tan ocupado con sus estudios. Sería bueno que siguieras su ejemplo".
Ahí vamos otra vez, pensé. Siempre comparándome con Jaime. "No quiero ser como Jaime", dije, quitándome un auricular. "Quiero jugar al baloncesto, eso es todo".
Mi madre suspiró. "El baloncesto no te dará un futuro, Rony".
No respondí. Simplemente me puse el auricular de nuevo y me quedé mirando por la ventana. El paisaje pasaba rápidamente, y yo solo quería llegar al observatorio y terminar con esta conversación.
---
Cuando llegamos, Jaime nos recibió con una sonrisa amplia. "¡Finalmente están aquí!", dijo, abrazando a nuestros padres. Luego se volvió hacia mí. "Rony, ¿listo para ver algo increíble?".
"Supongo", respondí, encogiéndome de hombros.
Jaime nos llevó a cenar a un pequeño restaurante cerca del observatorio. La comida estaba bien, pero la conversación volvió a girar en torno a los estudios de Jaime y lo importante que era seguir una carrera científica. Yo me limité a mover la comida en el plato, sin decir mucho.
"Rony, deberías considerar estudiar algo relacionado con la ciencia", dijo mi padre, mordiendo un trozo de pan. "Jaime podría ayudarte".
"No quiero estudiar ciencia", dije, con más firmeza de la que esperaba. "Quiero jugar al baloncesto. Eso es lo que me hace feliz".
Mis padres intercambiaron miradas, pero no dijeron nada más. Jaime intentó cambiar de tema, hablando de la lluvia de meteoros y cómo sería un espectáculo único. "Van a ser visibles en dos días", explicó. "Pero ya podemos ver algunos meteoros menores esta noche".
Después de la cena, decidí salir a caminar un poco. Necesitaba aire. El observatorio estaba en una zona bastante aislada, rodeada de naturaleza. Caminé hasta un parque cercano y me senté en un banco, mirando el cielo. Las estrellas brillaban con intensidad, y por un momento, me sentí en paz.
Fue entonces cuando lo vi. Un destello en el cielo, seguido de otro, y otro. Eran meteoros, cruzando el firmamento como rayos de luz. Me quedé boquiabierto. Era hermoso, pero algo no encajaba. Uno de esos meteoros pareció cambiar de dirección, como si estuviera siendo atraído hacia la Tierra. Y no solo eso, sino que se dirigía directamente hacia mí.
"¡No puede ser!", murmuré, paralizado por la incredulidad. El meteorito, del tamaño de un balón de fútbol, pasó rugiendo justo por encima de mi cabeza y se estrelló a unos metros de distancia. El impacto fue tan fuerte que sentí la vibración en el suelo. Me levanté de un salto y me acerqué con cautela al cráter que había dejado. El meteorito brillaba con un tono azul eléctrico, como si tuviera vida propia.
Sin pensarlo dos veces, extendí la mano y lo toqué. En ese instante, una corriente de energía recorrió todo mi cuerpo. Era como si el universo entero hubiera entrado en mí. Escuché sonidos extraños, como sirenas lejanas, y vi sombras moviéndose entre los árboles. Algo no iba bien.
"¡Eh, tú! ¡Alto ahí!", gritó una voz autoritaria. Giré la cabeza y vi a varios hombres vestidos con trajes negros y equipamiento militar. No parecían policías ni bomberos. Eran... diferentes. Uno de ellos llevaba un rifle y me apuntaba directamente.
"¡No te muevas!", ordenó otro, mientras avanzaban hacia mí.
El corazón me latía con fuerza. No sabía quiénes eran, pero algo me decía que no debía quedarme a averiguarlo. Di un paso atrás, tropecé con una raíz y caí al suelo. El soldado más cercano se acercó rápidamente, pero en ese momento, algo dentro de mí estalló. Sentí una oleada de energía y, antes de que pudiera darme cuenta, estaba corriendo más rápido de lo que nunca había corrido en mi vida.
"¡Detente!", gritaron, pero ya era demasiado tarde. Escuché un disparo, pero no sentí el impacto. De repente, todo se oscureció.
Cuando abrí los ojos, estaba frente al restaurante donde habíamos cenado. Mis padres estaban allí, hablando con Jaime, que parecía preocupado. Me miraron con sorpresa.
"Rony, ¿dónde estabas?", preguntó mi madre.
No supe qué decir. ¿Cómo podía explicarles lo que acababa de suceder? ¿Cómo había llegado allí en cuestión de segundos? Me toqué el pecho, todavía sintiendo el eco de esa energía extraña.
"Estaba... tomando aire", balbuceé, tratando de sonar convincente.
Jaime me miró con curiosidad. "¿Estás bien? Pareces... diferente".
No supe cómo responder. Algo había cambiado en mí, algo que no podía explicar. Y mientras me sentaba a la mesa, tratando de actuar con normalidad, no podía dejar de preguntarme:
Comments (1)
"Hola, esta es una historia de superhéroes que yo mismo creé. Espero que te guste. Tengo 6 capítulos ya publicados en Wattpad con el mismo nombre. Si te gusta, los publico en el Amino.