136 | El rey de las nieves N° 2 • FanFic adaptación

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#HistoriasDeLefki

Καλωσόρισμα!

ᵇⁱᵉⁿᵛᵉⁿⁱᵈᵒˢ

¿¡Qué tal!? Aquí Lefkí Skiá en un nuevo blog

para todos ustedes... Otra vez, mi tercer

blog del día ya dios mío. En fin, vengo a

traerles el segundo cap de este FanFic. No

tengo   mucho más que decir y tampoco

creo que lean esta introducción. ¡Así que

vamos ya con el escrito!

La reina de las nieves

La reina de las nieves es un cuento de ha-

escrito   por   Hans   Christian Andersen en

1844, el cual narra las aventuras de los ni-

ños Kai y Gerda contra la villana de la obra,

la reina de las nieves. La obra resultó ser

tan exitosa que tuvo una gran cantidad de

adaptaciones a la pantalla grande, siendo

la más popular de todas "Frozen: una aven-

tura congelada" de Disney.

Aclaraciones

     • Está es una ADAPTACIÓN. La historia

       original se mantiene, pero los personajes,

        narración, y algunos hechos poco relevantes

        fueron cambiados.

      • Es un cuento de hadas, por lo que ver

       el agua, animales o cualquier otra cosa

        hablando es normal. Nuestros protago-

       nistas no se han fumado nada.

Sinopsis

"Katsuki e Izuku son dos amigos

inseparables, casi como hermanos.

Sin embargo, cuando el rubio desa-

parezca, Izuku se embarcará en un

peligroso viaje para ayudar a su amigo

y vencer a Todoroki Shouto, el rey de

las nieves".

Ficha Técnica

     • Nombre: El rey de las nieves

     ° Categoría: Cuento clásico

     • Narrador: Tercera persona

     ° Palabras: 1220

     • Protagonistas: Izuku

      ° Capitulo: Segundo

     • Cap anterior: Número °1

     ° Cap siguiente: Pronto

El rey de las nieves

Capítulo dos

El tiempo pasó y la aptitud de Katsuki sólo fue para peor. Se volvió engreído, y ya no era capaz de irar la belleza en el mundo, sino que sólo veía lo peor de todo aquello que le rodeaba. Sus juegos eran más osados y peligrosos, no cualquier niño podía seguirle el ritmo.

Izuku fue quien pagó aquel cambio más caro. Quien se supone que era su mejor amigo, lo había convertido en un faro de burlas. Cuando escuchaban cuentos, Katsuki siempre encontraba la manera de darle la vuelta e interrumpir con algún chiste. También disfrutaba ridiculizar a Izuku, imitándolo de forma tonta o metiéndose con él. Le gustaba llamarlo inútil y a veces lo ignoraba cuando se cruzaban en la calle. Aún así, él nunca se enojó. Estaba seguro de que había una razón que justificara su agresivo comportamiento, por más que el rubio no le dijera nada.

Un dia, Izuku se lo encontró en medio de la nieve, observando algo en su mano mientras lo observaba a través de una lupa.

—¡Katsuki! ¿Qué estás haciendo?

—¡Izuku! Ven a ver esto —decía el rubio mientras extendía su mano y la lupa.

Izuku le hizo caso y tomó la lupa, observando que Katsuki sostenía un copo de nieve. A través de la lentilla, se veía la hermosa figura del mismo.

—¿No es increíble, Izuku? —preguntó el rubio—. Ningún copo se parece a otro, todos son diferentes y tienen figuras igual de bonitas. El hielo es perfecto, no como las horrendas flores.

—¡No es cierto! —Saltó Izuku—. Es verdad que los copos son lindos, ¡pero no por eso las flores son feas!

—Ah, es cierto. Sigues siendo un bebé. Es una lástima.

Katsuki tiró el copo y guardó su lupa, tomando un trineo que estaba a su lado para arrastrarlo por la nieve.

—¿A dónde vas?

—Me han dado permiso para jugar en la plaza mayor.

Izuku se emocionó al escucharlo. Los niños mayores y más valientes iban a jugar allí con sus trineos durante el invierno. Les gustaban enganchar sus trineos a los autos que pasaban para ser empujados y paseados. Claro, era divertido mientras no fueras descubierto o el trineo no se volcara.

—¿Puedo ir?

—Mmm, creo que no —contestó con tono de burla—. Es un juego para niños grandes, y tú eres un bebé, ¿recuerdas?

Sacándole la lengua a su amigo, Katsuki arrastró su trineo hacia la plaza, dejando a Izuku más plantado que un tronco.

—No soy un bebé —susurró en voz baja, haciendo un puchero.

***

Los niños iban y venían en sus trineos, cazando un buen auto del cual pudieran engancharse para recibir un divertido paseo. Sin embargo, la suerte de Katsuki no parecía ser la misma del resto, pues los vehículos eran muchos más rápidos que él y no alcanzaba a amarrar su trineo.

Estaba por rendirse cuando de pronto entra un trineo enorme a la plaza. Era inmenso, empujado por hermosos caballos blancos. Estos eran dirigidos por una persona cuyo rostro nadie alcanzaba a ver, siendo tapado por una gruesa chaqueta y abrigado sombrero blanquecino. Todos los niños se quedaron boquiabiertos al ver aquello, pero Katsuki no. El trineo dio dos vueltas a la plaza y este no desaprovechó la oportunidad. Corrió tanto como sus piernas y el peso del trineo le permitía. Alcanzó el trineo del encapuchado y lo enganchó al suyo, siendo arrastrado por este.

—¡Lo conseguí! ¡Mírenme, lo conseguí!

El rubio aulló por todo lo alto, disfrutando de la velocidad que le proporcionaba el trineo mientras salía de la plaza y paseaba por el pueblo. El encapuchado miró hacia atrás. Katsuki tragó saliva al darse cuenta que había sido descubierto, pero para su sorpresa, este lo saludó, como si fueran amigos de toda la vida. A Katsuki esto le extrañó, pero pronto se convertiría en el menor de sus problemas.

Los caballos aceleraron su paso y con él, el trineo aceleró a una velocidad preocupante para Katsuki, quien tuvo que aferrarse a la madera de su vehículo para evitar caer mientras soportaba los brincos por los montículos de nieve.

—¡O-oiga! ¡Deténgase ahora mismo! —No hubo respuesta, el encapuchado no lo escuchaba—. ¡Oiga!

La respiración del niño se acelerada. Gritaba a todo pulmón al extraño mientras veía como se iba alejando de su pueblo natal y se adentraba en una tormenta de nieve tan grande que perdía de vista todo a su alrededor. No podía saltar, la velocidad era tal que temía lastimarse, o incluso morir si lo intentaba.

Así, la tierra en la que había crecido desapareció de su vista. Cerró los ojos mientras tiritaba del frío, llorando por el miedo y la incertidumbre que rápidamente se apoderaba de él.

Así, pasó un tiempo. Katsuki no sabría decir cuanto, pero el suficiente para saber que estaba realmente lejos de casa. El trineo finalmente empezó a disminuir velocidad hasta detenerse. Aunque la nieve aún lo rodeaba, se disipó lo suficiente para distinguir al encapuchado. Este se levantó. Era un joven alto y esbelto, vestido con un abrigo que parecía hecho de la nieve misma. Sus cabellos bicolores y mirada helada fue irreconocible para Katsuki. El rey de las nieves.

—Hemos recorrido un largo camino —dijo finalmente—. ¿Tienes frío? Puedes sentarte y abrigarte con mi abrigo, es de piel de oso.

Katsuki tragó saliva. No se fiaba en lo absoluto de aquél sujeto, pero el frío que sentía lo hizo moverse sin pensárselo y sentarse a su lado, siendo arropado por el abrigo de Todoroki.

—¿Todavía tienes frío?

Con la punta de su dedo, Todoroki tocó la frente de Katsuki. Jamás había sentido algo similar. Todo su cuerpo se heló y sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo. Ni hablar de su corazón, que por un momento tuvo la sensación de que se había convertido en un bloque de hielo. Sin embargo, este malestar fue momentáneo. De un momento a otro dejó de tener frío, como si estuviera en un campo primaveral en vez de una tormenta helada.

—¿Qué tal ahora?

Katsuki estaba por responder, pero otra idea cruzó por su mente.

—¡Mi trineo! ¡No quiero dejar mi trineo!

Todoroki asintió, dejando su pequeño trineo atado al suyo. Sin embargo, a cambio de esto y para evitar cualquier inconveniente futuro, Todoroki volvió a tocar su frente. Esta vez, el joven rubio se olvidó de todo: su familia, su pueblo e incluso de Izuku.

—No volveré a hacerlo. Una tercera vez te mataría.

Katsuki asintió. No sabía de qué hablaba, pero sentía la necesidad de hacerle caso. El trineo volvió a moverse y el pequeño empezó a hablar con el rey como si fueran amigos de toda la vida. Le contó que sabía fracciones y calcular en su mente, así como la geografía de su país e incluso el número de sus habitantes. Todoroki, en cambio, sólo asentía y sonreía a todo lo que el chico le contaba. Bakugo ya no lo veía como alguien frio, o que inspirara temor alguno. Le veía como el único y mejor amigo que había podido tener en su vida, alguien a quien podía contarle todos sus problemas y poner toda su confianza.

Ambos se adentraron en el bosque helado, atravesando las ventiscas y la nieve que se veía por doquier. Así, cuando los rayos del sol volvieron a dar sobre la nieve, Katsuki dormía a los pies de Todoroki.

¡Y con esto llegamos al final! De

nuevo, espero que este segundo

cap haya sido de su agrado. Si fue

así, dejen sus opiniones en los

comentarios, que le ayuda bastante.

Les dejo la guía de cap abajo. ¡Cuídense!

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¡Nos vemos!