Dulce balada.

Caía la tarde para dos amantes,

esperando el momento de encontrarse,

quizá nunca se vieran, me vale

en este momento deben ellos cruzarse.

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Camino de sueños, sentirse los dos

tan arrullados como en una canción,

quererse sin verse será inusual,

mas saben en quién está su mitad.

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Sin prisa, sin pausa ambos caminantes

de pronto, de nada ellos se cruzaron,

en viaje de tren y como nunca antes,

se miraron, flecharon, enamoraron.

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Pisadas de aire, encuentro de amor,

alcanzar el cielo al sonreírse los dos.

Esta unión es tan dulce como el algodón

y tal cual balada será lo mejor.

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Podrá ser locura, quizás ilusión,

el corazón manda sobre razón,

si vieran cómo terminó esta historia

no me lo creerían, no harían memoria.

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Para relatar esta dulce canción

se necesitó un sueño de dos,

ella por su lado entregó el corazón

y en una claudicación perfecta se halló.

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Él a lo suyo no pudo andar,

pues su alma, incluso su mirar

estaban pendientes del sonreír

de por quién podía morir.

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Un viaje este fue, que pudo durar

minutos, horas, años quizá;

mas en un segundo todo se paró,

el tren llegó a una estación.

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Ella bajó con mirada perdida,

a él le dolía aquella despedida;

en esta locura de no conocerse,

con tan solo verse, allí enamorarse.

Kima.