ETERNO (ECA II) | Jungkook

17.

Cuatro meses después

Este inicio de año apestaba, literalmente.

Yoongi tenía apoyado uno de sus brazos por encima de mi cabeza, mientras su rostro estaba cerca del mío, y el aliento a cigarro y alcohol golpeaba brutalmente contra mi nariz.

Me alejé a mi paso, me dolía la cabeza y aún podía sentir el efecto del alcohol en mi organismo. Me sentía fatal.

—Mierda —se quejó alguien a mis pies cuando pise algo poco común.

Su mano estaba extendida hacia mí, fue inevitable no pisarlo.

Era un chico, pero estaba boca abajo, y no recordaba cual invitado era, pues ayer les habíamos mandado mensaje a quien tuviéramos en nuestros os, y Yoongi tenía muchos os.

—Hey —pateé un poco su cuerpo, él gruñó y continuó durmiendo—. Vaya mierda.

Miré a mi alrededor, habían unas cuantas personas, pero no podía importarme menos.

Observé todo, y me sentí vacía. Ya nada me llenaba, ni siquiera las drogas, ni el alcohol.

Me sentía sola, a pesar de tener a mucha gente a mi alrededor, me sentía tonta, un desperdicio.

A nadie aquí le importaba yo, tal vez solo a Yoongi.

Estos no eran mis amigos, ni mis conocidos, no eran nada para mí, tanto como yo no era nadie para ellos.

Había olvidado lo que significaba importarle a alguien, a alguien que no está tan destrozado como tú mismo.

Olvidé el significado de la amistad, del amor y de la familia.

Me sentía muerta por dentro, era como si mi cuerpo tuviera otra consciencia además de la mía, y yo fuera una simple espectadora.

Era casi como un cuerpo inerte, y me movía según lo que a este le apetecía y mi mente se encontraba perdida en otro lado.

Naufragaba en un mar sin final, no tenía propósitos ni metas.

Caminé a paso lento hasta el baño y entonces lloré, sentada en la tapa del retrete, viéndome como una completa ridícula.

Ya no era nadie, no me sentía viva.

Todo había perdido sentido y me sentía atrapada, como si ya nunca más pudiese escapar de esta vacía vida.

Yoongi entró en el baño sin llamar antes mientras sostenía su cabeza seguramente con lo que sería una horrible jaqueca.

—Los perdí a todos —murmuré sin sentido, pero necesitaba decirlo en voz alta, quizás para aceptar de una vez que estaba perdida.

—Ellos te perdieron a ti, Haneul —enjuagó su boca para luego sujetarme el hombro—. ¿Por qué no vuelves a casa?

—Esta es mi casa —aseguré.

—No lo es, Han, este no es tu mundo —en sus ojos vi pura sinceridad—. Vete, no debes estar más aquí.

—¿De qué mierda hablas? ¿Acaso sigues ebrio? —sorbí mis mocos levantándome para quedar a una altura más o menos pareja frente a Yoongi.

—Lo he visto anoche, Haneul —sus gatunos ojos me ponían los pelos de punta—. Lo vi en tus ojos. Esto no es para ti.

Me quedé muda, ¿qué se suponía que hacía?

—¿Qué sabes tú? —espeté con molestia—. No estás en mi cabeza.

—Eres demasiado trasparente bajo los efectos de la droga y el alcohol, Haneul. Y yo no soy tonto. Así que vete.

Entrecerré los ojos, tratando de leer su mente, pero él solo parecía agotado.

—¿A qué mierda estás actuando? —bufé.

—Eres tú la que está actuando un papel que no te pertenece —contraatacó con seriedad.

Cerré los labios con fuerza, conteniendo los gritos que querían salir de mi garganta.

—Vete de aquí, Haneul —volvió a decir—. Vete antes de que sea demasiado tarde para ti.