Dónde la luna aún nos recuerda :heart: ‍🩹

Esta noche la luna brilla

como cuando te amaba.

No ha cambiado su rostro,

ni el modo en que acaricia el mar

con su luz cansada.

Y yo,

a solas con la brisa salada,

camino por la orilla

como si en cada ola

pudiera encontrarte de nuevo.

El mar —ese viejo testigo—

sabe todo lo que no dije,

lo que callé mientras tú dormías

envuelta en mi pecho

como si el mundo no pudiera rompernos.

Pero el mundo rompió.

Rompió promesas, miradas,

y hasta el silencio que teníamos

cuando solo bastaba un suspiro

para entendernos.

La luna…

ella aún me observa con compasión.

Yo le hablo bajito,

le cuento que ya no estás,

que tu risa se fue con la marea

y que tus pasos no dejaron huella.

Pero a veces —te juro—

siento que el viento me responde con tu voz.

Una brisa leve, como un “te extraño”,

como un “aún te pienso”,

aunque sé que es solo mi alma

jugando con la ausencia.

¿Te acuerdas de esas noches?

Cuando hacíamos del cielo

nuestro refugio privado,

y la luna era testigo mudo

de todo lo que no sabíamos decirnos.

Yo aún las recuerdo.

No con rencor.

Con un cariño que duele,

como duele un beso que ya no llega

o un nombre que no vuelve a ser llamado.

Si alguna vez caminas por la playa

y ves la luna tan quieta sobre el agua,

piensa en mí.

No como el que perdió,

sino como el que amó sin medida,

y que aún hoy

deja su tristeza flotando entre las olas.

Porque aunque ya no estés,

hay un rincón del mar,

una grieta en la noche,

y un pedazo de luna

donde todavía

nos amamos.